viernes, 25 de abril de 2008

Pensamientos antes de partir.

Esta tarde a las 6 salgo en el 4x4 de mi padre dirección Córdoba, aunque nos pararemos al entrar en la provincia, casi limitante con Sevilla, en el precioso pueblo donde viven mis abuelos. Diré su nombre, es Palma del Río, y a mi me encanta sinceramente por su Parroquia de la Asunción. Es una iglesia del siglo XVIII de estilo barroco en su exterior, con unos balcones rococós muy bonitos que dan al interior. Hay algunos otros templos, hospitales y conventos preciosos en el pueblo, pero esa Parroquia en especial me tiene cautivado.

Este fin de semana quiero salir al campo, dar una vuelta por cualquier sitio, hacer fotos, jugar con la treintena de tiernos gatos que rondan en las afueras de la casa, pero también hablar con mi abuelo con el que poco hablo ya, que me cuente una vez más la historia de su tatarabuelo bandolero, que me hable en valenciano y me recite parte del Quijote. También quiero sentarme con mi abuela y que son sus manos sanadoras me den un masaje en mi siempre dolorido cuello, oír sus anécdotas de cuando trabajaba en el bar de su padre o las aventuras y deventuras que vivió mi padre de pequeño. Hace tiempo que no disfruto esa casa y esos días allí como solía hacer antes...

Inevitablemente, las personas cambian como pasan los días, vuelven nuevas preocupaciones, nos aficionamos a otras cosas y lo anterior se sustituye por lo nuevo. Pero aun así, seguimos teniendo añoranza de lo pasado, de la juventud, de la inocencia que teníamos cuando éramos pequeño y jugábamos con nuestros papases y mamases...
Pero ese tiempo no volverá, por mucho que queramos, solo podremos añorarlo con nostalgia. En este momento, lo único que nos queda desear es tener nosotros unos hijitos a los que enseñarles a andar, contarles cuentos ñoños, ayudarles con los cuadernos Rubio, etc...

Si, me encantaría ser padre, lo confieso, tildadme de ñoño si queréis. Y aunque es demasiado improbable que me case y adopte un hijo, sería de todas maneras distinto a tener un hijo de tu propia sangre y de la sangre a la que amas. Pero es el pago que hemos de hacer para poder ser gays y vivir como gays, sin reprimirnos por nuestra naturaleza...

En fin, he de salir ya, mi madre me grita desde la puerta que apague el pc de una vez, que haga rápidamente la maleta y que siempre salimos por tarde por su culpa.
Y qué culpa tendré yo, que no he podido ir al gimnasio porque ellos querían salir demasiado pronto, mientras mi hermana está en estos momentos disfrutando la playa con su novio y no saldremos hasta que ella vuelva...

Pero así es la vida, si todos supiésemos decir lo que pensamos y lo que queremos sinceramente, quizás fuese más fácil organizarse.

Un beso y un abrazo a todos! ^^

Hasta el lunes!