Estas Navidades son distintas. No son Navidades.
No hay polvorones apenas, ya no me gustan como antaño. Antes me sentaba en el sofá a ver cualquier película y me zampaba dos o tres mantecados de canela arropados con la enagua de mi abuela. Veíamos anuncios navideños, películas de Rudolf, tarareábamos villancicos y ojeábamos los catálogos de juguetes. Ahora ya no. Ahora no soporto los anuncios navideños, esas familias felices alrededor de la hoguera esperando a Santa Claus me parecen patéticas, los villancicos irritan mis oídos, y los juguetes son ya demasiado caros hasta para mirarlos.
Algo ha acabado con el espíritu de la Navidad este año. La crisis quizás, la tecnología, algo, le ha asesinado. Ya las navidades no son lo que eran antes, cuando significaban la reunión familiar. Ya no habrá regalos ni detalles ni nada. Antes me parecía todo muy hipócrita, ya que la familia sólo se acordaba del tío enfermo en el hospital en estas fechas, se acercaba con la sonrisa falsa a darle un ramo de rosas y una caja de bombones, y se iba despreocupadamente. Ahora, ya ni eso.También puedo decir que es debido a la madurez, pues desde hace tiempo no veo las cosas desde la perspectiva de niño. Nunca creí en los Reyes Magos ni en nada, sabía que mis padres se comían las galletas que les dejábamos (sí, yo les dejaba galletitas de fresa de Hacendado), y por supuesto ninguna cigüeña parisina me había dejado a mí en ningún sitio. A mi no me engañaban... la Navidad era, y cada vez lo es más, una tradición que poco a poco se iba comercializando. Un puro y duro pretexto para vender más. En Diciembre parece que los niños necesitan de verdad la niña cagona o el coche transformable de Spiderman, que si no regalas tal juego de ordenador no eres nadie y ¡cómo te atreves, ah, desdichado, a no tener un árbol de Navidad superluminoso, un Papá Noel colgando del balcón y un portal de Belén con figuritas de plástico!
Este ha sido el primera año en el que no he ayudado a mi madre a poner el portal. No tenía ganas, no me hacía ninguna ilusión. Sólo son unas cuantas figuritas mal hechas sobre un trozo de cartón y bajo algo de corcho. Se ve que ella tampoco lo ha hecho con muchas ganas, ya que sólo ha puesto lo mínimo, y en un rincón poco posible. Otros años lo poníamos al lado del árbol, con muchas casitas diferentes, un molino, un huertecillo, unas gallinas y un puente sobre un río plateado. La única particularidad que ha persistido hasta hoy desde siempre son los tres dálmatas de plástico que velan por el niño Jesús (Gracias!). El arbolito también está puesto, pero ya no ilumina como antes. Como he dicho, no hay espíritu navideño. No hace frío como antes, apenas llueve, ni estoy apenas con la familia.
Quizás sea porque me entretengo en otras cosas. Bueh, quizás no, es así. Una hora mínima paso el día hablado con eGeo. Cada vez que puedo, estoy aquí asomándome a la ventana de internet, hablando con gente, escribiendo o aprendiendo, viendo películas o jugando. Apenas estoy con ellos.... por las noches me aburro, no hay nada en la tele interesante. Mi hermana se va a su cuarto a ver su tele o a hablar con su novio, y yo me voy a la mía a hablar con el mío. Mis padres ven que nos distanciamos... podrán culpar a la tecnología, los ordenadores y tal... pero en parte es natural. Si no estoy en el ordenador, estaría todo el día en la calle, como mis amigos. Sólo que hay algo muy fuerte que me ata y me hace estar muy cómodo en mi silla con los pies sobre la cama, y sois eGeo y vosotros. He aprendido mucho aquí, he conocido a muchísimas personas interesantes que cada vez me sorprenden más. Mis padres no entienden que yo pueda tener una vida cibernética... que también me puede ayudar en la vida social y personal.
Quizás sea porque me entretengo en otras cosas. Bueh, quizás no, es así. Una hora mínima paso el día hablado con eGeo. Cada vez que puedo, estoy aquí asomándome a la ventana de internet, hablando con gente, escribiendo o aprendiendo, viendo películas o jugando. Apenas estoy con ellos.... por las noches me aburro, no hay nada en la tele interesante. Mi hermana se va a su cuarto a ver su tele o a hablar con su novio, y yo me voy a la mía a hablar con el mío. Mis padres ven que nos distanciamos... podrán culpar a la tecnología, los ordenadores y tal... pero en parte es natural. Si no estoy en el ordenador, estaría todo el día en la calle, como mis amigos. Sólo que hay algo muy fuerte que me ata y me hace estar muy cómodo en mi silla con los pies sobre la cama, y sois eGeo y vosotros. He aprendido mucho aquí, he conocido a muchísimas personas interesantes que cada vez me sorprenden más. Mis padres no entienden que yo pueda tener una vida cibernética... que también me puede ayudar en la vida social y personal.
El espíritu de la Navidad se ha muerto... pero lo que sí es importante, es que realmente somos nosotros los que podemos revivirlo. Será que me he cansado de vivirlo de tal manera, que los tiempos han cambiado o qué, pero quiero una nueva manera de festejar las fiestas. En sí, las navidades se suceden durante una fecha del año cualquiera, pero tanto como pretexto para el consumismo, también lo es para demostrar los valores humanos. En un momento tan simbólico como pasar de un año a otro, queremos estar con las personas que de verdad importan. Al menos en mi punto de vista, lo que vale la pena es ser sinceros consigo mismo y con el mundo. Es bonito reunirse con la familia y montar el Belén, claro que sí, pero siempre y cuando se haga con corazón, de verdad, son sinceridad, cosa que ya no se lleva. En navidades, como podría ser en cualquier fecha del año, hay que hacer lo que a uno le gusta, ser ñoño, cursi o todo lo que se quiera ser. Darle más importancia al sentimiento que a cualquier otra cosa. Por eso, ya sé cómo quiero pasar las siguientes navidades. Con mi familia, sí, pero con una persona más especial aún. Con mi segunda mitad, con eGeo, pues es el que me completa y me hace ser como soy. El que de verdad me hace sentir a gusto.
No me gustan estas navidades. Son frías, calculadas, sistemáticas, típicas, son aburridas. Han perdido su sentido original, el sentido de unidad, de familia. Me entristece recordar las anteriores. Desearía ser un niño de nuevo. Tener dos, tres, cuatro años menos, y ser feliz con la persona a la que quiero. Eso es lo que más me entristece. Que hay personas que han podido disfrutar lo que he pasado yo con la familia pero de verdad, con la persona a la que quieren. Seré yo que soy muy raro, pero necesito tener a alguien, no estoy hecho para vivir solo. Y ahora estoy así, sigo solo, pues lo único que necesito es cariño... un cariño que teóricamente tengo, pero que no volveré a percibir en práctica cuando realmente lo vuelva a necesitar. Estoy triste, porque pienso que es injusto. Injusto que mi maldito pasado no se pueda borrar, que lamentablemente solo 10 horas no hubieran sido suficientes, es injusto que además de todo ello, tenga que esperar 7 y 8 malditos meses más para tener una segunda oportunidad de ser feliz. Estoy triste. Pasaré una triste Navidad más.
No me gustan estas navidades. Son frías, calculadas, sistemáticas, típicas, son aburridas. Han perdido su sentido original, el sentido de unidad, de familia. Me entristece recordar las anteriores. Desearía ser un niño de nuevo. Tener dos, tres, cuatro años menos, y ser feliz con la persona a la que quiero. Eso es lo que más me entristece. Que hay personas que han podido disfrutar lo que he pasado yo con la familia pero de verdad, con la persona a la que quieren. Seré yo que soy muy raro, pero necesito tener a alguien, no estoy hecho para vivir solo. Y ahora estoy así, sigo solo, pues lo único que necesito es cariño... un cariño que teóricamente tengo, pero que no volveré a percibir en práctica cuando realmente lo vuelva a necesitar. Estoy triste, porque pienso que es injusto. Injusto que mi maldito pasado no se pueda borrar, que lamentablemente solo 10 horas no hubieran sido suficientes, es injusto que además de todo ello, tenga que esperar 7 y 8 malditos meses más para tener una segunda oportunidad de ser feliz. Estoy triste. Pasaré una triste Navidad más.
¡Un besazo a todos!