miércoles, 31 de diciembre de 2008

Último post del año.

Me despido ya.

Estoy con los pelos mojados, con la camisa arrugada, a cinco minutos de irme ya de casa a comer en casa de los padres de Sarita, con mi abuelo incluído.

Esta noche voy a salir por ahí, todavía no sé ni con quién, ni a qué hora. ¿Pero eso qué importa?

Lo que importa es que es el último post del año. Que el 2008 acaba. El primer año de mi VIDA. El primer año donde SOY FELIZ. El primer beso, el primer abrazo, el primer amor, la primera sonrisa.

Y el año 2009 va a ser mi año. El año de eGeo y mío. El año en el que me vaya a vivir con él. El primer año de mi felicidad.

Me voy ya.

Gracias. Gracias a todos. Gracias a Blogger. Gracias a la madre que os parió. Gracias a eGeo. Gracias al servicio de ferrocarriles de España por llevarme a Logroño. ¡Gracias!

 ^^ Se os quiere ^^

¡¡FELIZ AÑO 2009 A CADA UNO DE VOSOTROS!!!

Como siempre... "¡¡Un besazo a todos!!"

La Gran Historia del Pequeño Gato (Segunda parte)


3º de ESO lo terminé bien. Había una leve rivalidad entre Kitty, Marcos y yo por ver quién sacaba mejores notas, en esta ocasión ganó Kitty, y yo le seguía por detrás. Siempre hemos sido los chicos que mejores cualificaciones hemos tenido, pues intentábamos superarnos los unos a los otros en cada examen. El verano que dió paso a 4º de ESO pasó volando, fugaz, con la leve esperanza e ilusión de que todo cambiaría a mejor, deseando que llegase el curso para consolidar mi imagen, mi grupo, y si era posible, una relación sentimental.

Comenzó 4º de ESO. Lo recuerdo perfectamente. Terminaba el verano en el que apenas había ido a la playa. Todo el mundo estaba moreno, llevaba sus camisetas de manga corta, muchos iban en chancletas, con collares de conchas y el pelo cortito. Yo ya empezaba con mi pelo largo, comenzaba a ocultar mi frente, pero que hacía parecer más largo aún mi cuello. Seguía con el aparato de dientes, que no me lo quitaría hasta mediados de curso, pero al menos la piel de mi cara también había mejorado mucho, estaba lista y morenita. Había conseguido algunos de mis objetivos, pero aún quedaban muchos por superar. Aun así, yo pensaba que ya estaba listo, que había hecho suficientes cosas para ganarme algo en ese año. De nuevo, caí como un iluso.

Caí cuando lo ví entrar por la puerta. Bajito, delgado, elástico, fuerte, piel oscura, pelo rizado casi rapado, ojos marrones, dientes perfectos. Desde el primer momento sentí que sería muy especial para mí. Adán me cautivó desde que posé mi vista en él, y eso que ya le había echado el ojo en los recreos los años anteriores. Mi dicha fue ya suprema cuando se sentó a mi lado, y creía estar en el cielo cuando me hablaba a mí.  No pude evitarlo. Rápidamente, me enamoré de él. Nos dimos los msn y empezamos a chatear mucho, la primera vez que hablaba tanto con alguien. Cierta noche, me dijo que tenía dudas. Era bisexual. Le confesé que yo (por aquel entonces), también. Me emocioné, y entonces tuve por seguro que iba a pasar algo entre nosotros. En clase, todo iba normal, aunque nos mandábamos indirectas cada dos por tres. Era divertido, me gustaba él, y tonteaba por primera vez con un chico. Ese año fue especial porque fue mi primera vez en muchas cosas... todas de ellas malas.

Mis padres suelen irse de vacaciones una vez al año, vacaciones que le regala la empresa, usualmente en la semana de la feria de aquí, a mediados de Octubre. Ese año no recuerdo a dónde se fueron, solo sé que volvieron el día 8 o 9. Se organizó de tal manera: ellos se irían de viaje, nosotros nos quedaríamos en casa de la madre del indio hasta que volviesen, y entonces al día siguiente saldríamos para hacer el camino de Santiago. Cierta noche, alrededor del 7, que ya había empezado la feria, quedé con Adán por la tarde. Se vino a mi casa, y estuvimos viendo cosas en el ordenador, nada interesante. Luego nos fuimos andando a la suya, en la otra punta del pueblo, ya en Mijas, al atardecer. Estaba muy nervioso. Estaba impaciente, deseoso, pero también inquieto. Iba a ir a la casa del chico que me gustaba... y sabía sus intenciones.

Por lo visto, no las pude vislumbrar del todo. Recuerdo entrar en su piso solitario, ir al salón y sentarnos los dos ante el ordenador. Dijo que se iba a cambiar, pero que me dejaría algo puesto para que me entretuviera. Me puso una película porno, tres tipos follando en una playa griega, creo recordar. Cuando se fue, no quería verlo. Era un poco incómodo. Yo no había pensado antes que eso era lo que hacían los chicos, ponerse pelis pornos para que entrasen en calor. Cuando volvió, me preguntó que qué tal. Y puso su mano sobre mi muslo. Me dijo que si quería hacer algo, le dije que sí, bueno, que no sabía... estaba muy indeciso, muy muy nervioso. No sabía bien de qué iba todo... pero aun así mantuve la cordura. Siguió intentando tocarme, en un momento se levantó y se bajó los pantalones. Me pareció todo ridículo entonces. Se volvió a sentar, y empecé a acariciarlo... pero no podía. Era todo demasiado frío. No era natural.

El momento cúlime fue cuando intenté besarlo. Apartó la cara. Me dijo que no me besaría. Que conmigo haría todo, menos besarme. Que él solo besaría a las personas que quería de verdad. Entoncs me caí del cielo. Yo había pensado desde el principio que él también sentiría algo por mí como yo lo sentía por él... pero no, era muy muy diferente. Él quería sexo. Sólo sexo. Ni besos, que es lo mínimo del cariño, lo básico. Yo había ido ilusionado porque tendría mi primer beso, pensaba que mis labios tocarían otros, y que volvería a tener tanta fuerza e ilusión como había tenido desde pequeño. Él, desde entonces, me redujo a una mierda, me demostró el tipo de persona que yo tenía predestinado ser, siempre desdichado, sin el derecho al amor... y mató todo lo que pudiera haber entre nosotros, aunque no quise verlo en ese momento.

No llegué a tocarlo más, me alejé de él, y me callé enfadado. Nos fuimos a la feria, aunque fue la noche más triste de mi vida. Al día siguiente salí hacia Santiago con mis padres. Durante esa semana pensé y pensé y pensé y pensé como nunca había pensado. Pero la idílica situación, pues el camino de Santiago te hace reflexionar sobre todo desde una perspecitiva nueva, me jugó una mala pasada. Pensé positivamente, y no debía, por una vez. Pensé que todo se arreglaría con él, que en el fondo me quería y que terminaríamos juntos... Cuando volví, con las fuerzas renovadas, intenté las siguientes semanas acercarme a él. Fue imposible. Había olvidado todo lo pasado, y por lo visto yo también. Pasábamos el uno del otro, no nos hablábamos apenas, éramos simplemente compañeros de clase.

Comencé entonces a odiarlo. Me sentía muy mal por lo que me había hecho, así que poco a poco le iba haciendo daño. Me metía con él cuando podía, le dejaba en ridículo, todo de una manera muy diplomática, pero demasiado evidente. Todo esto pasó durante la mayor parte del curso, a mediados. Él a veces me decía que yo le gustaba, otras yo le declaraba que me seguía interesando él, pero nunca llegábamos a algo claro. Mientras yo le seguía amando, pues ese odio era una forma de recompensar lo que me había hecho, él seguía acostándose con otros tíos, montádose tríos con desconocidos y liándose con quien le daba la gana... y por supuesto, contándomelo a mí con detalle. Muchas veces le decía que no lo hiciese... pero pasaba de mí.

Sobre Abril, mi amistad con Lea era muy muy fuerte. Acabé confesándole que era gay. Me dijo que ya lo sabía... que Adán se lo había dicho. Le había contado lo que pasó en su casa... pero en distinta versión. Según Adán, allí yo le había intentado meter mano y besar, y él se había opuesto. Me pintó a mí el papel de maricón salido, mientras el seguía siendo el angelito que se siente violado. Lea, menos mal, no le creyó en su momento, pero esperó mi revelación antes de decirme nada. Aquello me fastidió mucho, dejé de confiar en él, vi lo ruín y cruel que era... pero le seguía queriendo. Le quería porque era el primer chico que se había interesado por mí... aunque tarde me di cuenta de que era sólo sexualmente.

En ese mismo mes, Adán empezó a decirme que tenía novio, pero no iba a decir quién era. Con el tiempo, una amiga y yo estuvimos intentando sonsacarle quién era ese Míster X, como le empecé a llamar, poco a poco teníamos más pistas. Era joven, de nuestra edad. Era guapo. Era de nuestro instituto. Ahí ya sabía yo quién era... y más cuando confesó que estaba en nuestra clase. Ya no tuve dudas. El que estaba con el chico que me gustaba era ni más ni menos que Arnolfo... el gilipollas que no había dejado de insultarme en años. Sí, aquel que se las daba de hetero, tenía un novio que le daba por culo. Encima, cuando le dije a Adán que sabía quién era, empezó a contarme todas sus hazañas sexuales. Asqueroso, simplemente asqueroso. 

Yo entonces seguía, estúpida pero irremediablemente, enamorado de él. Así que lo protegí. No le dije a nadie que estaba con Arnolfo, al revés, elegí otro chico que sirvió de chivo expiatorio, de alguna manera. A punto estuvo de saberse quién era, pues ya toda la clase estaba en vilo elucubrando sobre quién podría ser el famoso Mister X. Qué ilusos, la mayoría todavía cree que Mister X es un chico misterioso que sigue con su incógnita... si todos supieran que Mister X es el chico famoso hijo de profesores, todo se alteraría. Y por ello precisamente, por el temor, Arnolfo cortó con Adán, tenía miedo de que se supiese. Adán entonces se refugió en mí. De nuevo como un idiota, le hice caso e intenté ayudar, le animé para volver a sacar adelante su relación, aunque yo no lo soportaba. Cortaron ya irremediablemente, y entonces Adán se fijó en mí. A principios de Junio, me pidió salir.

Fue en el gimnasio, me pegó contra la pared y se me declaró. Ya con la sangre fría de la experiencia acostumbrada, le dije que esperase tres días, y que le diría que sí. No le diría que no, sino que simplemente esperase tres días. A los tres días, como yo había supuesto, cayó. Fuimos a patinar sobre hielo en Benalmádena... y allí vi cómo volvía a tontear con Arnolfo, acabaron besándose, cosa que sólo yo vi, con mi cara de estúpido que se me quedó. Con mi cara de engañado, de frustrado. Porque entre esa sangre fría que quería tener seguía fluyendo el amor y la esperanza. Le mandé a la mierda una vez más.... Volvió a estar con él unas semanas, volvió a contarme cómo lo hacían en la playa, volvió a cortar por el mismo temor, ya para siempre. Y yo volví a sentirme morir...

Acabó el curso y con ello le perdí de vista. El último día de clase le dije que Lea me había contado una versión de los hechos falsa, y él lo negó todo. Entonces me enteré de que también se lo había dicho a dos o tres chicas más, lo mismo. Volví a mandarlo a la mierda.... ya durante mucho tiempo. El verano lo pasé solo en casa, recuperándome, le conté a Kitty y a algunas personas más todo lo mío. Empecé 1º de Bachiller con las fuerzas renovadas, contento, porque ya sabía que al menos ese año tendría el apoyo de Kitty y de Lea. Desde un principio pasé de él, lo olvidé por completo, aunque estuviese en mi misma clase, ya no me interesaban sus historia. Para mí, estaba muerto. Hasta que volvió a aparecer en mi vida... y bueno, eso ya es historia conocida. No voy a contar desde que empecé este blog... porque no tengo tiempo.

Han pasado cosas, muchísimas cosas, la mayoría malas, duras... pero que me han enseñado mucho. Me han hecho ser como soy ahora. Una persona equilibrada, fuerte, con pareja, con ilusiones, y sobre todo.... FELIZ.


La Gran Historia del Pequeño Gato (Primera Parte)


He plasmado aquí 10 laaargos meses de mi vida que vosotros habéis leído cada día... los de verano han sido más bien aburridos, otros han sido demasiado excitantes. Me habéis visto triste, amargado, deprimido, en mis puntos más bajos, pero también cuando subía en mi pequeña y malograda vagoneta hasta la cima de la atracción, para luego caer en picado. He estado furioso, cabreado, decepcionado, frustrado, pero también animado, con ganas de vivir, alegre, dispuesto a todo y más, queriendo comerme el mundo con un optimismo inusitado en mi, que pronto desaparecía. 

Pero nunca me habíais visto realmente feliz. Desde mediados de año habréis notado un increíble y radical cambio... eGeo apareció en mi vida. Tengo ya una razón para levantarme cada mañana, aunque lo primero que haga sea ver el móvil por si encuentro una llamada perdida, algún día lo primero que haré será tocar el oscuro y abundante cabello de la cabeza de mi eGeíto. Le amo tanto... pero no, ahora no quiero hablar de amor, que ya lo he hecho en muchas ocasiones. En especial, cuando nos conocimos, y desde entonces, casi 3 meses, todo ha ido como la seda.

En esta fecha tan especial, os quiero hablar de mi pasado. Cómo era antes de la historia con Adán. Me cuesta recordar... pero lo voy a intentar. 

El Gato tal y como lo conocéis ahora (y más los que me habéis visto físicamente) no tiene nada que ver con lo que fue hace dos y tres años años. Un chico tímido, alto para su edad (me he ido quedando en la media), delgado pero no lo suficiente para su gusto pues tenía un cuerpo flácido, un cuello alargado, que terminaba en una cara también alargada, de orejas algo salidas, labios destrozados que escondían dientes amarillos y deformados, nariz disimuladamente aguileña sobre la que descansaban las malditas gafas que hasta hace poco me acompañaron. Y lo principal de mi cara: el acné, las malditas espinillas. Tenía muchas, muchísimas, mucho más de lo normal, me salieron antes de lo previsto y excesivamente, estuve visitando médicos y médicos... pero no había manera. Un pelo siempre corto por la imposibilidad de moldeo empeoraba el breve retrato de mi cara. Las espinillas se me rompían, tenía siempre la cara sudorosa y llena de puntos rojos sanguinos, blancos de pus y marcas de las erupciones anteriores. Pero encontré la solución a todo ello, aunque durante meses me arrepentí. Unas pastillas muy caras, tomadas una vez al día, durante medio año, fue quitándome ese maldito acné. Su método: secando la cara. Así que, a parte de las espinillas que siguieron sin quitarse, la cara se me secó, la boca y la nariz se agrietaron, me picaba la piel constantemente, sangraba con cualquier rasguño, debía echarme cacao hidratante a todas horas en los labios sangrantes. Recuerdo que uno de los efectos secundarios era la tentación de suicidio. "Pues menuda me han dado..." pensé. También me decidí a ponerme el aparato dental, que afearó más (si cabe) mi sonrisa, que de por sí es espantosa. Durante medio año, fui un ogro físicamente, hasta que lo llegué a ser psicológicamente. Me odié. Estaba defraudado con el mundo. Lloraba mucho, muchísimo... pero es que era un iluso. Durante un tiempo, creí que yo sería capaz de algo en esta vida, que valía la pena... pero no. 

Esto siguiente lo digo muy seriamente, y más contento que unas pascuas... durante 3º y mitad de 4º de ESO, fui una mierda andante con nombre de persona. Estoy contento porque ese ya tiempo ha pasado... pero creedme que fue así. Nadie me quería, me quedé sin amigos, pero yo seguía intentándolo, creyendo que me gustaba cierta chica de clase, pero en mi intimidad pajeándome con fotos de chicos. En mi clase de 2º, muchos se rieron de mi. De esa chica, me sentí enamorado, pero no dejó de pasar de mi. Parecía que era buena gente, me gustaba porque era inteligente y sencilla... pero acabé odiándola. Ahora la veo todos los días pero poco hablamos, se está convirtiendo en una... mosquita muerta, no me gusta esa expresión... pero la veo de monja dentro de unos años, aunque sigo teniéndole mucho cariño. En esa clase, las chicas más fashions y vips del instituto me amargaron mi día a día, pues intentaban hacerme creer que tenía posibilidades con ella. Encima, caí en una clase desconocida llena de maleantes, por lo que los collejazos, las bajadas de pantalones, las tiradas de la silla, y todo tipo de insultos eran comunes para mi. Estoy siendo TOTALMENTE sincero, pues antes no me habría atrevido a contar ésto. Pero si, se rieron de mi, y yo entonces agaché la cabeza. En mi tremendísima soledad, le escribía poesías de amor a esa chica, poesías que nunca leyó y de cuya existencia nunca sabrá. Me río de mi mismo al recordarme... era realmente patético. Es muy difícil conseguir algo si tu naturaleza no te lo ha mandado así, si no es tu momento, si no estás diseñado para ello aún...

Así que decidí diseñarme yo mismo. Lo primero, fue el tratamiento de la cara, y pedirle a mis padres que me pusieran el doloroso aparato de dientes. Serían 6 meses infernales que intentaría borrar de mi mente, pero que tendrían que pasar para conseguir lo que quisiera. Iluso de mí, una vez más, pero algo sí conseguí. A veces estaba alegre, e intentaba acercarme a los demás... Pero seguía sin amigos, solo como la una. Me di cuenta de que podría matarme en cualquier momento, que nadie me habría echado en falta. Pero gracias a Dios, ese año escolar terminó, dando lugar a un triste verano de llantos recordando lo pasado y lo que no pasó.

En 3º de ESO conocí a Kitty, a Lea, a Marcos y a otros que conforman ahora nuestro grupo de clase. Tampoco fue un año muy feliz... intenté seguir mejorándome, y me puse a estudiar. Saqué muy buenas notas, y me dí cuenta de que estudiar también sería algo muy importante dentro de mi plan de autodiseño. Conocí a una chica a la que quise mucho muchísimo, la primera a la que le confesé mis dudas, y me animó a aclararlas, apoyándome siempre. Me enternece mucho el corazón pensar en ella... y es que ya apenas la veo. También conocí a Julián, al que odié en un principio, porque se metió incesantente con mi todavía molesto problema de acné con sus palabras tan afiladas. Ese año me operaron de unos lunares extirpándomelos, pues con ellos tendría altas probabilidades de padecer cáncer de piel. Se lo conté a Lea, lo difundió y el rumor corrió por todo el instituto. Entonces ella, él y otros chicos empezaron a decir que tenía cancer. Mucha gente me preguntó si era verdad, y yo tenía que aguantar las burlas de los demás. Deseé con todas mis fuerzas que tuviera cáncer en realidad, para acabar con todo y con todos. No recuerdo exáctamente en qué parte del año, pero finalmente para mi, los granos desaparecieron de una semana para otra: las pastillas habían surtido efecto, tenía la cara limpia, sin granos, perfectamente lisa y bonita. La piel estaba bien, pero claro, yo seguí con mi cuello largo y mis rebeldes pelos que me daban un aspecto despreciable, sumándole una ropa mala y sosa que decía menos de mi personalidad. Julián se tuvo que callar a la fuerza, aunque entonces los insultos variaron, y todos se pueden resumir en una palabra: ¡Maricón!

Arnolfo, como llamaré a la persona que más odio (por ello el nombre tan feo :P), el que estuvo con Adán en 4º, era un chico guapo, divertido, alegre con todos, hijo de profesores (y por tanto, con enchufe con los otros profesores, que le hacían la vista gorda) que se ganaba la simpatía de los otros compañeros... pero para conseguir ello, siempre tenía que hacer la gracia con los más débiles, despreciándolos. Y el más débil, era yo. Fue el que más daño me hizo, junto con Julián y cuatro o cinco idiotas más de la clase, y acabaron amargándome el curso de 3º y haciéndome sentir mal por ser gay. Ellos no sabían nada, por supuesto, no lo harían conscientes de quelo era... pero no dejaban de hacerlo. Supongo que era la moda, pero a mi me pilló peor que a nadie, porque yo sí que era maricón de verdad. Mariquita, niñita, gay, plumero, me imitaban exagerando mis gestos, ponían una voz muy afeminada y desde cualquier lugar me lanzaban besos, delante de todo el mundo. Los odié. A Julián le perdoné, pues él ya me pidió perdón a mí cuando le dije este año que era gay. Todo arreglado, bien... pero... A Arnolfo le odié más, cuando me enteré de que él es el maricón oficial, el que se lió con Adán pero tuvieron que romper por el miedo de que lo descubriesen. Cobarde de mierda, encima se atreve a decirme hoy que le ayude con matemáticas. Anda y púdrete, REPRIMIDO. Que eres un gay reprimido, incapaz de ser lo que debes ser. Tu si que no tienes huevos, si que eres un gallina. Tu si que eres un marica, en el peor significado de la palabra que le ha dado la mediocre sociedad actual.

Pero lo dejo, porque me embalo. Y he avanzado mucho, cosas que todavían quedan por contar. Llegó finalmente 4º de ESO... el peor año de mi vida.