martes, 24 de junio de 2008

La Noche de San Juan


En Fuengirola, la noche del solsticio de verano, en el día de San Juan, es costumbre celebrar una fiesta en la playa, una moraga en la arena durante toda la noche con algunas que otras tradiciones. Ejemplos de esas tradiciones son encender una hoguera, donde queman los libros o apuntes del curso que se ha acabado, saltar sobre el fuego, o dormir bajo las estrellas. También, dicen que da buena suerte bañarse a las 12 de la noche del día 23, andando de espaldas hacia el agua y cogidos todos de la mano, y en ese instante pedir un deseo que se cumplirá.


A esta fiesta de mi pueblo viene muchísima gente de todas partes de Andalucía... porque goza ya de buena fama, y se organizan conciertos y actividades muy atrayentes. Así que de gente... hay tela, y de todo tipo, haciendo como un macrobotellón, pero a lo buen rollo. Y una fiesta así, con mi nuevo propósito, no me pensaba perder!!!

Por la mañana (en la recogida de notas) algo habíamos hablado, pero hasta la tarde no se decidió todo. Al final fuimos a cenar al Tomaket, un local muy curioso de aquí donde ponen tapitas, bocadillos y en general de todo un poco, con precios muy muy baratos. Solo fuimos Kitty, Marcos, uno de los mijeños (el que mejor me cae y más buenorro), y otra chica con su novio; pero la verdad es que estuvo bastante bien la cosa. Para comer, ni más ni menos, me pedí un Lola Flores... que es un enorme bocadillo que tiene de todo... pollo, lechuga, tomate, mucha salsa picante, mayonesa, queso, bacon... parecía que era de tres pisos!! Pero eso sí, riquísimo, y solo a 3'50 euros!!

Cuando terminé de zamparme mi Lola Flores (todos los platos tienen nombres así de... peculiares), fuimos a casa de la chica ésta (que por cierto, es la otra fanática de La Casa Azul) para dejar o recoger nosequé cosa, y entonces Kitty, a la que abrazaba porque tenía frío, me apartó un pelín de los demás y me dijo que lo sentía por el beso que me había dado la otra noche, que había estado con el puntillo, y que no había pensado... Yo le contesté que no se preocupase, que no era nada, ya ves, solo un beso entre amigos... pero ya me preocupó. ¿Se arrepentía? ¿Quisiera no haberlo hecho? ¿Tanto puntillo tenía que no sabía lo que hacía?. Pero no le dije nada... me callé, me resigné... pero seguí abrazándola. Empecé a sentirme solo, y no sabía por qué.

Era curioso... eran las 11 y media, ya se acercaba la medianoche... y se veía que todo el mundo se desplazaba hacia la costa corriendo para realizar el ritual. Y hacia allá y con ese objetivo nos dirigíamos nosotros. Al llegar al Paseo Marítimo ya se escuchaba la música, se olía la madera quemada y se empezaba a ver la gente...
Entre los chiringuitos estaban las personas más mayores, las familias, las que no buscan follón y van a pasar una noche en la playa, más por tradición familiar y costumbre que la mayoría. Preparan su comida en las hogueras, cenan allí, bailan alrededor del fuego, y duermen. Porque, claro está, el Ayuntamiento permite acampar en toda la playa esta noche con total libertad...


Tras esquivar gente durante un rato en el Paseo Marítimo, nos metimos en la arena, porque iban a dar las 12 pronto, y entonces la fan de LCA y su novio se fueron. Anduvimos un rato entre los parasoles (que poco cumplían con su función), sientiendo la agradable arena bajo nuestros pies descalzos. La temperatura era perfecta... no hacía frío, pero tampoco calor... yo estaba en el paraíso, en las playas de mi querido pueblo, viendo la luna aparecer por el horizonte, rodeado de gente que cantaba y bailaba a la luz del fuego, con mis amigos, y agusto conmigo mismo. Me sentía bien, porque además, consideraba que iba bien vestido... no muy apropiado para la ocasión, porque la gente suele ir a la playa con bañador (almenos en Fuengirola :P), pero a mi gusto estaba muy bien.


Así que, llegada la hora y habiendo dejado las zapatillas y demás aparte, y con los pantalones vaqueros remangados, nos acercamos al agua... Esa mágica agua de mar salada, que empieza a lamer nuestros pies primero tímidamente, pero que luego, de imprevisto... con una embestida de sus olas te deja muerto de frío... superando cualquier timidez. Pero da gusto, porque sabes que estás en la noche más importante del año, la más corta, y que sigues una tradición legendaria.
El caso es que hombres y mujeres, niños y niñas, borrachos y sobrios, viejos y viejas, jóvenes y jóvenas; todos se ponen de espaldas al mar, preparados para esa embestida (dios, parece una peli porno!! xD), y comienzan a andar hacia atrás, hacia ese infinito azul sobre el que se refleja la amarillenta luna, cogidos todos de la mano, sin importar quién es su compañero, porque en ese momento todos se sienten unidos. Y es un momento precioso, os lo puedo asegurar, el sentir que el agua va acariciando tus pies y sube por las piernas hasta las rodillas continuamente, pero sin prisa...


Marcos, Kitty y el mijeño se metieron enteros, porque iban preparados con bañadores. Menos el mijeño, que se quitó toda la ropa y se quedó solo en sus boxers negros y bastante ajustados. Y más apretados y marcando quedaron cuando salió del agua... entonces sí que tenían frío y tiritaban. Kitty les dejó su pequeña toalla y se secaron, mientras yo hacía fotos con mi móvil, fotos que no quedaron tan bien, aunque el momento era precioso. Mucha gente bañándose, pasando frío pero siguiendo su costumbre, y a lo lejos, desde el Puerto, múltiples cohetes y fuegos artificiales iluminaban el despejado cielo, seguidos de las detonaciones.


En ese instante en el que hacía el primo con mi móvil, sentí un beso helado en la cara. Al principio me sobresaltó, y vi que era una chica. Me saludó, y me dio dos besos... y yo seguía sin saber quién era! Cuando ya me acostumbré un poco más a la oscuridad (estaba mirando el móvil y su luz me cegaba), vi que era una amiga de la infancia, Sarita, a la que ya pocas veces veía. Me dejó congelado, la verdad, porque tenía la ropa enteramente mojada, según ella la tiraron al agua vestida... pobre! Es la primera vez que sale en San Juan sin su madre, me parece, y como ella se entere de que ha quedado así, la mata...


Después de haberse secado los tres, anduvimos un rato más hacia el castillo, situado en una colina desde la que se divisa toda la costa fuengiroleña, Mijas y su sierra, y el ancho y largo Mediterráneo. En la playa de nuestro milenario castillo es donde realmente se realiza la fiesta de la noche de San Juan... es una playa enorme al otro lado del río, donde siempre permite acampar y hacer barbacoas, y en las noches importantes se realizan conciertos. Y, como era de esperar, la música del pedazo de concierto que habían preparado ya se escuchaba desde toda Fuengirola.


Antes de cruzar el río se veía la inmensa multitud, en tiendas de campaña y pérgolas por doquier, y muchas muchísimas hogueras que iluminaban la playa y el mar, cada una dentro de la "parcelita" que los grupos de amigos se habían hecho con tablones y palos. Había mucha bebida, si, pero no surgían peleas ni nada, al menos claro está donde nosotros estuvimos.
Nos acercamos a un pequeño campamento de chicos del instituto en la orilla del río opuesta al castillo, y allí estuvimos un rato, recogiendo a más gente de nuestro grupo. Se apuntaron Alba y otros más, con los que fuimos al centro de la fiesta en el otro lado, bajo el castillo. Allí estaba la marcha...

El escenario era enorme, con pantallas, humo, luces por todos lados, lásers verdes y azules que se proyectaban en los muros del castillo, sobre los edificios allá a lo lejos, y sobre el público. Y en el escenario, un DJ pinchaba sus discos, y varios bailarines (y qué bailarines!!) y bailarinas (éstas eran más sosillas...) animaban la fiesta subidos en sus plataformas. Y música... una música buenísima, exquisita, todo house. Me encanta el house, siempre me ha gustado, y esa noche lo disfruté y lo bailé como nunca. En la orilla oeste, la que da a la fiesta, se concentraba la mayoría de hogueras y parcelitas, donde todos comían y bebían (sobretodo ésto, aunque también muchos fumaban... y no Malboro precisamente) con el bañador o bikini puestos, y chorreando. Andando entre éstas parcelitas, y encontrando a más gente, nos situamos en el centro de la fiesta, a unos 100 o 50 metros del escenario, donde ya no había hogueras ni vallas ni nada, y la gente simplemente bailaba, bebía, se besaba, y disfrutaba una larga noche que daría para mucho.


Aunque a nosotros, poco nos duró la juerga y el baile en ese momento...



(Continuará)
PD: Fotografía del momento clave... y coño, ahora que me doy cuenta... la de rojo es Sarita!!! xD