viernes, 13 de marzo de 2009

Pros y contras de la semana C (de Crucero)


Ahora empezaré a hablar del segundo problema que se me plantea. Un problema no tan vanal como el anterior, un problema mío, personal, mucho más difícil de sortear: la depresión.

Ayer no escribí mucho por eso mismo. Ayer tuve un mal día, sí, muy malo. No hablé casi nada, lo justo. Como dije, enmudecí, y no iba a hacer nada por cambiarlo, no podía. Pasé la tarde sin pena ni gloria, hasta que me fui a las clases de inglés. Allí se hizo más patente mi desazón, el chico que estudiaba inglés con entusiasmo desapareció y dio paso a un chico callado que cometía errores en los ejercicios más evidentes, hasta el extremo en el que la profesora me preguntó que si estaba bien... entonces Kitty (voy a las clases en la academia con ella y Marcos) saltó diciendo que no, que llevaba algunos días que no estaba bien. Me sorprendió... pero era verdad, hasta ella se había dado cuenta, aunque no había dicho nada sobre el tema.

A la salida, a las 10, no podía más. Me preguntó Kitty que qué me pasaba, y exploté. Me puse a llorar como tonto, no sabía por qué, por ahora sigo desconociendo la razón exacta de mi decaída. Me abrazó y le dije que no se preocupase, que no me pasaba nada, que todo iba bien, y todo el rollo. Volví a casa llorando como una magdalena, con Feist cantándome al volumen máximo en mis auriculares sagrados, que me ayudan a evadirme del exterior y no oír nada más, tan solo lo que mis oídos desean escuchar. Afortunadamente, al subir en el ascensor me fui recuperando, y a la hora de hablar con eGeo estaba como una rosa.

Recuerdo ahora lo que pensaba en ese momento, y sí, veo qué me puede haber hecho sentir así. Una vez más, me pasó todo lo que me pasa siempre: la distancia, la soledad, el futuro, el deseo frustrado... pero más que nunca volvió el pasado. Y todo, una vez más, por la culpa del ex de Adán, el niñato ese al que en una ocasión llamé Arnolfo (en segunda parte de La Gran Historia del Pequeño Gato), que me hacía rememorar todo el daño que me habían hecho. Y todo lo solo que había estado, lo desamparado, lo deprimido, lo horrible que era mi vida, y cómo me veía a mí mismo, tan estúpido, tan culpable, tan odioso. Ayer volví a ser el chico que durante varios años fui, callado, sumiso, solitario, entregado a su mente, pensando sin hablar, o hablando sin pensar. Algo que acrecentó mi malestar emocional fue mi gran enemiga, la cara amarga de la suerte, cuando no te corresponde a ti. Hay sólo un camarote de dos personas. Entre todas las parejas que hay en 2º de Bachiller, que hay muchas, por sorteo les cayó justamente a Kitty y a Andrés. No pasa nada, me alegro por ellos, que lo pasen bien... pero no, a veces no puedo. No me alegro. Porque sé que yo me merezco mucho más que ellos lo que tienen. Están juntos, pero como si no lo estuvieran, su relación es extraña: se ven todos los días, pero no se dan casi nada de cariño, el chico le sigue haciendo muchas putadas a mi amiga. Hasta otra compañera de clase (Ariadna) me lo dijo, se nos veía más unidos a eGeo y a mí que a ellos dos. No me parece justo esto, para nada.

No es que no quiera que sean pareja y felices, ni mucho menos... lo que me jode, lo que me saca de quicio del todo, es que yo, que tengo una relación mil veces más fuerte que la de ella, no puedo siquiera ver a mi novio. Y para colmo, tengo que seguir aguantando a los fantasmas del pasado, que durante una semana aguantaré cara a cara, sin tener ningún apoyo del que necesito, sin tener esa mirada que me dé todas las fuerzas necesarias. Por eso pienso, y sé, que en el viaje lo pasaré mal. Las parejas que no se quieren suficientemente simularán su amor, mientras que yo gritaré al cielo y vagaré errabundo por los pasillos con la cámara en mi mano, en vez de la suya. Entonces sí, seré yo el que se haya convertido en fantasma, y no querré ni verme. 

Claro está, también hay pros... que podré pasarlo bien, que conoceré mundo, que haré fotografías, que iré en un barco de lujo. Podré al fin despejarme y respirar aire puro en alta mar, sentirme algo mayor, un poco más independiente. Y un poco más cerca de mi niño, aunque los kilómetros que nos distancien sean ya miles. Saldré a la noche y diré en voz alta tu nombre, te llamaré, y te buscaré entre las estrellas. Y sé que algo pasará, lo sé. Lloraré.


Mientras pasan estas dos semanas, intentaré reunir las fuerzas suficientes para lograr vencer a los contras y que los pros pesen más que nunca.


¡¡Un besazo a todos!!

Se acerca la semana C (de Crucero)


Pues eso. De tal cosa tendría que haber hablado ayer. Del crucero del instituto. Milenaria tradición en nuestro centro, organizar un viaje para los de 2º de Bachillerato por mar a distintos sitios.

En esta ocasión, daremos una vuelta por las islas griegas: Estambul, Rodas, Bodrum, Atenas, y alguna que otra más durante una semana. Iremos en autobús hasta Madrid, volaremos hasta Estambul, y volveremos también en avión desde Atenas, todo este en la primera semana de Abril. El barco es una joyita, de 4 estrellas, bastante grande, ya os pondré fotos cuando las tenga. El precio total será de 896 euros, que está bastante bien, si tenemos en cuenta que está TODO absolutamente integrado en ese precio: excursiones, comidas, desayunos... barra libre y buffet 24 horas en el barco... Una ganga, la verdad. Por supuesto, parte de ese dinero lo hemos ganado nosotros vendiendo bombones por todos lados.

Como he dicho antes, es ya tradición en mi instituto. Todos los cursos inferiores miran con envidia a los mayores, deseando que llegue su momento. Es para muchos un motivo por el que animarse y seguir estudiando, la verdad... aunque no para mí. Aquí entran los conflictos.

El primero, que ocurrió ayer, problemas de organización, como suele pasar. Somos en total 41 personas, que no se ponen de acuerdo en nada, pero que han de llegar a un consenso para que todo salga bien. Cosa difícil. El problema es algo complejo. Todo el mundo había cogido ya sus habitaciones, de cuatro personas, yo estaba con Alex (el chico bisexual que "descubrí" en la otra clase, y que ahora nos llevamos muy bien), Rocío y Adrián (bah, dos chicos cualquiera, pareja, al segundo lo conozco desde la primaria, antes éramos inseparables, ya somos simplemente amigos, al igual con la chica.); el caso es que sobraban 3 chicas y 5 chicos que no sabían dónde ponerse. Es fácil, porque uno de los chicos se va con las chicas, y Santas Pascua. El problema radica en que el chico que se ha ofrecido, que ha sido Paco, no es aceptado por las tres chicas, que alegan que no lo conocen. Osea, que se deben de formar dos grupos de 4 personas, pero se niegan a hacerlo.

El problema ya me atañe más directamente a mí cuando el profesor propone una genial idea. Antes diré que el profesor es el padre del chico que estuvo con Adán cuando todo el jaleo... cuya madre también es profesora. Pues dicho maestro propuso, tan acertado, que Alex se desprendiese de nuestro grupo y se fuese con las tres chicas, a las que conoce, siendo sustituído por Paco. Por nosotros no habría problemas... pero es que no queremos. El profesor le insistía una y otra vez, y el pobre Alex convertido ahora en el centro del problema, se negaba constantemente. En ese momento una chica insinuó una solución mucho más lógica. Hay un camarote de tres personas, que esas tres chicas podrían ocupar, y de nuevo, todo arreglado. Pero claro está, ese camarote ya estaba antes elegido... cómo no, por el hijo de los profesores. De tal manera que el padre no dijo nada, hizo oídos sordos a lo que proponía la chica y los demás secundábamos, el hijo desapareció de escena, y no se volvió a hablar del tema.

Ahora es cuando me cabreo. Cuando me cabreo de verdad verdadera, cuando me pongo de los nervios. El niñato ese tiene un favoritismo increíble en el instituto, todo por ser "el hijo de los profesores". Le pegaba a otros chicos cuando alguien le llamaba "enchufado", aunque claro está, ante todo el mundo la pelea siempre la empezaba el otro. Los demás profesores le consienten todo, no tienen ninguna queja de él, cosa que hace para aprovecharse. De veras, lo repito una vez más, hasta el infinito, y cada vez más gente a mi alrededor lo sabe: lo odio, lo odio a muerte, es la primera y única persona a la que odio.

Esa circunstancia incómoda ya se solucionará, lo que es claro es que no permitiré que Alex se vaya de nuestra habitación. No es por nada, ya que en los camarotes estaremos poco tiempo, pero me cabrea que nos tengamos que joder una vez más por culpa de otros. No, ya estoy cansado. Aquí empieza el segundo problema...

(continuará)

Un besazo a todos!!