miércoles, 21 de enero de 2009

Orlas

Hoy en clase no hemos hecho nada, tan sólo una triste clase de historia a última hora. En las dos primeras, una profesora faltó y otra... bueno, la otra es la de inglés, que como pasamos mutuamente el uno del otro, es como clase perdida. A las 10 y pico llegó el fotógrafo, se armó el revuelo, y nos fueron llevando uno a uno.

Yo, por el apellido, fui el primero en irme hacia mi fatídico destino, hacia el salón de actos. Allí el fotógrafo, chico de mediana edad muy simpático, había preparado unos focos y flashes, un asiento, y un panel blanco detrás. Me puso la toga falsa esa que suelen poner, como un traje pero sólo por la parte de los hombros y el cuello. Unas pruebas con el fotómetro, y pim, pam, pum, tres fotos hechas. De las tres, que me dejó verlas después, salía demasiado sonriente en dos, en una medio aceptable, la que escogí. Tenía esas muecas tan raras porque delante los compañeros no dejaban de decirme cosas, era el primero, estaba nervioso, y yo qué sé qué sé yo. El caso es que, como siempre, y a pesar de haberme levantado antes y haberme peinado durante una media hora, en la foto salí mal. Pero da igual. Esa foto sólo se colgará en el salón y la verán mis abuelitos... y como ellos nunca vienen a casa, siempre se quedará ahí.

Estos días en clase son bastante aburridos... carentes de sentido, de emoción. No hablo nunca con nadie, a cada rato estoy con una persona diferente, pero con ninguna estoy a gusto. Me voy con Alex, me escapo con Kitty, charlo con Julián, hago el tonto con el mijeño o intercambio canciones con Azul... pero ya está. Lea lleva desaparecida días, ya ni viene a clase, como su novio. No sé qué estarán haciendo, lo que temo es que le está afectando demasiado en el aspecto académico. No es bueno.

Hoy ando ocupado, y no sé qué poner. Así que os integro un poema de García Lorca, la Canción novísima de los gatos, que ha de estar aquí, como buen Diario de un gato que es. También os dejo un vídeo de un compositor nuevo que acabo de conocer gracias a un lector amable. Ludovico Einaudi. ¡Espero que os guste tanto como a mi!







Canción novísima de los gatos - Federico García Lorca

Mefistófeles casero 
está tumbado al sol. 
Es un gato elegante con gesto de león, 
bien educado y bueno, 
si bien algo burlón. 
Es muy músico; entiende 
a Debussy, más no 
le gusta Beethoven. 
Mi gato paseó 
de noche en el teclado, 
¡Oh, que satisfacción 
de su alma! Debussy 
fue un gato filarmónico en su vida anterior. 
Este genial francés comprendió la belleza 
del acorde gatuno sobre el teclado. Son 
acordes modernos de agua turbia de sombra 
(yo gato lo entiendo). 
Irritan al burgués: ¡Admirable misión! 
Francia admira a los gatos. Verlaine fue casi un gato 
feo y semicatólico, huraño y juguetón, 
que maullaba celeste a una luna invisible, 
lamido (?) por las moscas y quemado de alcohol. 
Francia quiere a los gatos como España al torero. 
Como Rusia a la noche, como China al dragón. 
El gato es inquietante, no es de este mundo. Tiene 
el enorme prestigio de haber sido ya Dios. 
¿Habéis notado cuando nos mira soñoliento? 
Parece que nos dice: la vida es sucesión 
de ritmos sexuales. Sexo tiene la luz, 
sexo tiene la estrella, sexo tiene la flor.  
Y mira derramando su alma verde en la sombra.  
Nosotros vemos todos detrás al gran cabrón. 
Su espíritu es andrógino de sexos ya marchitos. 
languidez femenina y vibrar de varón,  
un espíritu raro de inocencia y lujuria,  
vejez y juventud casadas con amor. 
Son Felipes segundos dogmáticos y altivos, 
odian por fiel al perro, por servil al ratón, 
admiten las caricias con gesto distinguido. 
y nos miran con aire sereno y superior. 
Me parecen maestros de alta melancolía,  
podrían curar tristezas de civilización. 
La energía moderna, el tanque y el biplano 
avivan en las almas el antiguo dolor. 
La vida a cada paso refina las tristezas,  
las almas cristalizan y la verdad voló, 
un grano de amargura se entierra y da su espiga. 
Saben esto los gatos más bien que el sembrador. 
Tienen algo de búhos y de toscas serpientes, 
debieron tener alas cuando su creación. 
Y hablaran de seguro con aquellos engendros 
satánicos que Antonio desde su cueva vio. 
Un gato enfurecido es casi Schopenhauer. 
Cascarrabias horrible con cara de bribón,  
pero siempre los gatos están bien educados 
y se dedican graves a tumbarse en el sol. 
El hombre es despreciable (dicen ellos), la muerte 
llega tarde o temprano ¡Gocemos del calor! 
Este gran gato mío arzobispal y bello
se duerme con la nana sepulcral del reloj . 
¡Que le importan los senos (?) del negro Eclesiastés, 
ni los sabios consejos del viejo Salomón? 
Duerme tú, gato mío, como un dios perezoso, 
mientras que yo suspiro por algo que voló. 
El bello Pecopian (?) se sonríe en mi espejo, 
de calavera tiene su sonrisa expresión. 
Duerme tú santamente mientras toco el piano. 
este monstruo con dientes de nieve y de carbón. 
Y tú gato de rico, cumbre de la pereza,
entérate de que hay gatos vagabundos que son 
mártires de los niños que a pedradas los matan 
y mueren como Sócrates
dándoles su perdón.