sábado, 28 de marzo de 2009

¡¡TERMINÉ!!


¡Sí, sí, sí,
vacaciones para mí!

Hoy ha sido un dia largo, muyyy muy largo. Pero resumamos antes la semana, aunque poco hay que decir. Estudiar, estudiar, estudiar, estudiar. Ah, y el miércoles me fui a la universidad con el instituto, para enterarnos de todo. Quería haber quedado con el medicuchillo, que andaría por allí, pero no pudo ser, desgraciadamente, por culpa de la mala organización de mi instituto y de la poca libertad que nos dejaron. Por la tarde, estudiar literatura a full, para luego hacer una caca de examen, ya que no encontraba la inspiración por ningún lado.

Ayer, tras hacer el desastroso examen, me fui de clase en el recreo, para ponerme como loco con Filosofía. Hasta las 10 de la noche estuve, entonces descansé, cené, hablé con mi niño y me dormí. Hoy me he levantado a las 8 y a las 9 ya estaba en la biblioteca, hasta las 1 y media. En esas casi 5 horas me agobiaba, desesperaba, repasando y repasando siempre lo mismo, términos sin sentido sobre el contratista de Rousseau, el juicioso Hume, el responsable Kant y el déspota maligno de Hobbes.  Estaba atacaíto de los nervios, era la primera vez que me estudiaba un examen horas antes de hacerlo, y encima un examen de semejantes magnitudes. ¡A quién se le ocurre! Pero es que no había tenido elección... el resumen lo tenía preparado desde hace una semana, solo que no me había podido poner en serio a estudiar. Más me vale aprender a organizar el tiempo...

Con cierta sensación que me trituraba el estómago, llegó el momento crucial de demostrar lo que había aprendido. Estaba deseando ya hacerlo y terminarlo, quitármelo de enmedio y poder respirar libre. Lo hice, al fin. Gasté el bolígrafo, ese bolígrafo de la imagen, el mismo que me había acompañado en la mayoría de los exámenes de este trimestre. Tenía pensado quemarlo, romperlo o pisotearlo, pero ahora me da pena. Sigue aquí, sobre ese folio blanco, mirándome con cara de pena (con toda la cara de pena que pueda poner un trozo de plástico, claro), haciéndome recordar tantas horas juntos, garabateando palabras que difícilmente el profesor desencriptaría, devolviéndome en forma de puntuación decimal toda su tinta que había sacrificado. Me da pena. Creo que me lo guardaré.

Como decía, al fin salí del examen. No me salió bien, la verdad, me faltaron muchas cosas, se notaban lagunas inmensas, pero qué más da, lo importante es que ya lo había hecho. Lo importante es que no había más que estudiar. Lo importante es que se había acabado la pesadilla de los exámenes. Lo importante es que ya estaba libre para perder el tiempo a mi manera. ¡Lo importante es que en dos días me voy de crucero!

Por una parte, sí, quiero, porque voy a visitar sitios nuevos, conocer lugares y costumbres... pero por otra, no me agrada la idea de ir con los de mi clase, no. Por mucho que intente mirarles el lado bueno, no, son solo compañeros de clase. No son amigos de verdad, no me siento bien con ellos, como me siento con Lírika, Martin, Luca o cualquier otro. No estoy cómodo, no soy yo. Y si no soy yo, empiezo a actuar, y acabo pasándolo mal. Guardándomelo todo, acumulándolo, y sin soltar prenda. Encima, más separado de mi novio que nunca, sin poder verlo, ni oírlo, ni saber cómo está. Espero que él también lo pase lo mejor que pueda.

Esta tarde, como he dicho, ya he sido libre. A las 5 salí para comprarle un regalo a nuestra antigua profesora de física, con la que nos encontramos (yo un algunos de mi clase) a las 6 para tomar un café. Nos llevamos muy bien con ella, y como se había fracturado los tobillos en una caída, no la hemos tenido este año, así que contactamos con ella y concertamos la cita. La velada fue perfecta, muy amena, hasta las 8. Entonces volví a casa a cambiarme, pasé a ver a Lírika y el grupo, y me dirigí a un local a jugar al billar con Paco y otro chico de mi clase. Después, al anochecer, el chico se fue y me fui con Paco al grupo, a presentárselo oficialmente, a todos y cada uno de ellos. Congenió bien, la verdad, se le veía cómodo. Nos dividimos, nosotros para comer y él a su casa, y entonces hizo algo que me sorprendió. ¡Intentó darme dos besos!. Cosa que nunca había hecho antes, así de repente, sin decir nada. Yo también hice entonces el amago, no llegamos ni a rozarnos... porque no sabía si lo hacía de verdad, o era el palipé, como imitando a los dos besos que le había dado a Lírika. Sí es verdad que con él ya pasaba de cortarme, y cuando venía Rober le daba un abrazo delante sin problemas. Antes de llegar, le dije que no se asustasen, que eran muy... pícaros, y dijo que eso no le molestaba, que le gustaban esas ambiguedades, pues él era así.

Da mucho que pensar... aunque supongo que sé cómo acabará esto. Sabrá que soy gay, que tengo un novio lejos y todo el follón, y quizas yo sepa más cosas de él que antes no habría imaginado.


Y ahora... toca dormir, que es bien tarde, y quiero hablar con mi niño.


¡¡Un besazo a todos!!