jueves, 28 de enero de 2010

Sí, desconocido guardián que se esconde tras el centeno, me acuerdo perfectamente de usted.

Así que si desea comunicarse conmigo de una forma más íntima, ahí tiene mi dirección de correo, a la derecha, to pabajo.

Por cierto, Dido me gustó mucho, creo que no se lo dije. Y ya me había leído el libro hacía muchos años, es uno de mis preferidos. Recuerdo que cuando lo leí sentí esa cosa especial, como un presentimiento de revelación, de descubrimiento del conocimiento perdido para el resto de la humanidad.

Y no me estoy convirtiendo en nada raro. Al revés, creo que molo bastante. Aunque ten en cuenta que no soy yo el que me fuerzo a ser así: en el desarrollo personal intervienen muchos factores, la mayoría, totalmente ajenos al protagonista.


Y al resto que me comenta... gracias. Pero os pediría una cosa. Ya sabéis poco de mí. Intentad no especificad.

Sólo tengo un amigo aquí en Sevilla, al que veo muy de vez en cuando. En la clase, nadie me presta especial atención, ni veo a nadie que merezca de verdad llamar la mía. Soy muy selectivo con la gente, muchísimo, porque veo que ni ellos me pueden ofrecer lo que necesito, ni yo les puedo dar nada que les interese.

Así que no me digáis que me apoye en las amistades, porque, siento decirlo, me suena algo irónico.


Por supuesto, soy realista, y sé que esa no es vuestra intención, consciente o inconscientemente.


Creo que eso es todo.

Ahora sigo estudiando, aunque me da que no me va a salir ni mi firma.

Gracias,



Gdegato.

miércoles, 27 de enero de 2010

Patopatopatopatopatopatopatopatopatopatopatopato.






Mira que hay gente estúpida en el mundo.


¡Y mira si he tardado yo en darme cuenta!



"El fútbol es popular porque la estupidez es popular"


Cómo acertó Borges, ¿eh? Con lo del fútbol estoy de acuerdo, pero sobre todo afirmo lo segundo.


Echo de menos estos pagos. Pero qué queréis que os diga: no quiero volver para contaros mis miserias. Mi vida es más triste que antes, muchísimo más. Y no merece la pena. Ahora soy un autómata, voy a clase, y vuelvo a casa, punto pelota.

Pero no pierdo el tiempo: leo poesía, veo cine clásico, voy a conciertos, y aprendo a bailar claqué por mi cuenta. Y soy un maldito, un desgraciado, pero algunos días sí, soy feliz, aunque cuando no, no me aguanto ni yo. Los ataques de ansiedad son constantes, pero también los de euforia.



Y mil cosas más diría de mí. De todo.

Pero no, me contengo.


Porque... total, ¿de qué sirven ya las palabras?

Hace tiempo que dejé de creer en ellas. Algunos estúpidos me enseñaron que son unas viejas mentirosas, aunque no me refiero al significado del lenguaje que le daba el del gran mostacho. Pero me vale.


(Seguro que no soy el único que ha pensado que ese bigote enorme le controlaba a él. Espero que sepáis de quién hablo.)

domingo, 17 de enero de 2010

¿Eres tan buen actor que hasta te has creído tu propia historia, distinta al guión?


¿O eres tan mal actor que ya dudas de que la obra original sea real?









Que nadie busque la letra en internet.

No es inglés, ni ruso, ni finlandés, ni islandés, aunque Sigur Ros lo sea.

Es un idioma inventado. El que está dentro de cada uno de nosotros.