domingo, 15 de febrero de 2009

Largo fin de semana.


No he parado. Físicamente no habré hecho muchas cosas... pero por mi mente han pasado multitudes de ideas, de pensamientos... y he de decirlo, para que veáis por qué caminos os guiará este post... todos ellos malos. He sido muy pesimista. Y hoy he explotado.

El sábado, 14 de febrero, Día de los enamorados para parte del mundo, un día cualquiera para los que no podemos disfrutarlo. eGeo y yo no hemos hecho nada especial, tampoco me habría hecho especial ilusión. Para nosotros, es un día cualquiera. El medicuchillo bien me dijo que había que quitarle toda la importancia al evento para no sufrir por él... y es verdad, leches. No es el día de los enamorados, es el día de los hipócritas, al menos para muchos. No me parece bien que todos se acuerden de sus parejas un día al año, que los maridos compren dos docenas de rosas y las mujeres preparen fastuosos banquetes, para recordarse que se quieren. No me parece nada bien. Hay que hacerlo todos los días. Repartir todo lo que se da en el día de San Valentín a lo largo del año. Si eso, pues coger ese día o fin de semana para irse a un hotelito o a un viajecito, más que nada para aprovechar las ofertas que suelen hacer las empresas. Pero ya está. Como ya es conocido, San Valentín lo inventó el Corte Inglés.

Ese no era el problema. En realidad, ese día no hubo alguno. Lo pasé solo, estudiando algo por la tarde de matemáticas, hablando por teléfono con mi niño mañana y tarde, aguantando al pesado de Dani (un amigo también con serios problemas en casa) en mi cuarto porque necesitaba usar internet... haciendo mil cosas menos lo que tenía que hacer: terminar de postear la entrada anterior, el relato de lo ocurrido el viernes. Pero más vale tarde que nunca. A veces me amargaba un poquito, pero rápidamente me ponía a hacer algo y me mantenía en el buen ánimo. Sobre las 7 me fui a la calle, con Alicia, Martin, Chris y los demás, y hasta las 10 estuve, tiempo en el que me comí un taco con nachos riquísimo (ah, y unos donuts, dato clave en la Historia de la Humanidad xD). A esa hora me fui a casa de Sarita en la moto. Allí, con Sally y otro chico, estuvimos viendo Big Fish, película que me encantó... aunque ya empezaba a sentirme un poco mal. No podía seguir negándome que no tenía a nadie a quien abrazar. Y cuando digo a nadie, me refiero a eGeo, a mi novio... porque sé que a mis amigas sí las puedo abrazar... pero nunca será lo mismo. Lo que mi novio pueda sentir por mí al abrazarme no lo sentirán mis amigas. Ni yo lo sentiré por ellas. A la 1 y media volvía a casa, hasta las 4 no concilié el sueño, tras hablar dos horas con mi niño.

Ahora viene lo duro. Todo cambió de un momento a otro. Me había puesto el despertado a las 10 y media, pero lo apagué debido al cansancio y estuve hasta las 12, cuando me desperté. En esa hora y media, soñé, y mucho.

Soñé que estaba en una casa antigua, con muebles pasados de moda y cuadros de personas mayores. Era un colegio enorme, muy grande, sobre una colina, compuesto de varios edificios. Allí, vivíamos y aprendíamos muchos niños y niñas, todos juntos. También estaba eGeo, y yo estaba con él. Éramos novios... pero a escondidas. Nadie debía saberlo, ya que estaba terminantemente prohibido. Además, y una de las cosas que más me dolió, fue que eGeo estaba ciego. No podía abrir los ojos, siempre había de tenerlos cerrados. Intentaba abrirlos, y la luz le quemaba, el dolor era insoportable, y aun así, lo hacía para poder ver mi cara, y yo sus ojos desconocidos. En cierto momento, todo el mundo acabó descubriendo lo nuestro. La gente nos insultaba por los pasillos, nos tiraban cosas en el comedor, se reían de nosotros y nos menospreciaban, los profesores decían que era lo que nos merecíamos por ser así. Teníamos que escondernos, él estaba en otro recinto más alejado, y yo tenía que ir a verlo a escondidas. De repente, me encontré con un hombre negro y calvo, en una de mis escapadas, que decía que el colegio estaba en bancarrota. Lo cerraron, y comenzaron a llevarse a los niños, cada uno con sus padres. eGeo, mi niño, tuvo que irse con su madre, que le maltrataba. Entre gritos me separaron de él... pero nadie vino a recogerme a mí. Me quedé solo en el colegio, que comenzaba a caerse a pedazos. Había de vivir allí, ya que no tenía a nadie más, solo, recordando cuán desgraciado era al tener que esconder mi amor por eGeo, pero qué feliz era al estar con él, aunque fuese de noche y con temor a que nos vieran. En el sueño lloraba mucho, estaba muy muy triste.

Me desperté con esa sensación de soledad todavía en el corazón. Estaba preocupado por eGeo, quería que me viese, me era doloroso pensar que no podría hacerlo más. Lo primero que pensé al abrir los ojos fue que todo había sido un sueño, que podía darme la vuelta en la cama y ver los ojos de mi novio sanos mirándome cariñosamente. Me dí la vuelta... y solo ví la pared blanca. Entonces me derrumbé. Era tan intensos los sentimientos... los sentía de verdad. En el sueño, besaba sus labios, y tocaba sus ojos cerrados. Al despertarme, todavía sumido entre las nieblas de Morfeo, me había tranquilizado sabiendo que estaba ahí. Y después... caí en la realidad. Esos sentimientos se quedarían sólo en los sueños. No podía sentirlos de verdad.

He pasado una mañana horrible. No he parado de llorar. Cuando mis padres llegaron sobre la 1, intenté arreglarme un poco y que pasase desapercibido... pero ni eso conseguí. Mi labio empezó a temblar en su presencia, mientras me reprendían por haber llegado tan tarde la noche anterior, y hube de irme a mi cuarto. Estuve encerrado hasta las 3 y media, muerto de hambre. No dejé de llorar, cada vez con más fuerza. Mi cielo me llamó en una ocasión, y me animó... pero al colgar, volví a sentirme como siempre. El medicuchillo, Alicia y Martin fueron partícipes de mi estado, no podía negarlo, estaba mal, muy mal. En especial con estos últimos estuve hablando mucho, largo y tendido, sobre la situación. No ya en el plano personal, ni por el sueño, ni por San Valentín, ni por la distancia, ni por el novio, ni por la soledad, no por nada de eso. Estaba mal por mi historia, el curso que había seguido mi vida. Estaba mal porque mi pasado había sido terrible, el presente es sólo un poco mejor, y el futuro... esta mañana, el futuro acababa demasiado, demasiado pronto. Estaba furioso por todo lo que me había tenido que suceder. Estaba furioso con mi suerte, con mi destino, con el erial que era mi vida. Y esa furia incontrolada... una vez más, como tantas otras, se transformó en odio. El único culpable de estar solo, deprimido, sin besos, sin caricias, con marchas candentes de heridas todavía sin curar, de tener tan mala suerte, era yo. Yo, yo y sólo yo. Yo me lo había ganado. Yo tenía la culpa. Y por ello me odiaba. Por eso me detestaba todo lo que se podía detestar. Detestaba mi cuerpo, mi olor, mi cabello, mis manos, mi habitación, mi maldito teléfono móvil, mi ordenador y todo lo que hay tras él, detestaba mi pasado, mis viajes, lo que había deseado, meditado y soñado, odiaba ser tan estúpido, tan iluso, como para creerme con derecho a ser feliz.

Pero ahí estuvieron Martin y Alicia, de opinión férrea, con sus palabras sabias, tranquilizadoras, siempre apropiadas. Siempre les estaré agradecidos... nada más que por el hecho de haberme aguantado. Lo único bueno del problema es que conozco que es un problema, que sé que estoy mal, y por qué lo estoy. Dentro de mi subjetividad, consigo ser objetivo, y darme cuenta de la realidad. Que estoy deprimido por diversos factores, pero que esa depresión podría desaparecer en cualquier momento si yo me lo propusiese. Esta mañana, podría haberlo mandado todo a la mierda y ponerme bien... pero no quería hacerlo, porque con eso solo conseguiría postergar el dolor. Que se acumulasen más y más lágrimas, y que la próxima recaída sea demasiado dura. Necesitaba llorar, lo necesito mucho. Aunque siga con ese aletargamiento todo el día, en el que a cada momento me puede surgir una gotita suicida, sé que pasará. Esta noche me acostaré y estaré mejor a la mañana siguiente. Todo ha sido una mala anécdota, un mal sueño. Todo es un mal sueño. Un mal sueño...

¡¡Un besazo a todos!!

¡¡Indiana Jones, Batwoman, la Chica Gato, Dracula y... Duffman!!


Antes de empezar a relatar el día de ayer, he de pediros disculpas. No he escrito apenas nada en esta semana, desde ese breve post del miércoles, no he tenido apenas tiempo. Bueno... miento. Sí que me he conectado varias veces, podría haber sacado tiempo para escribir... pero no estaba inspirado. Sabéis que forzado, no funciono. Otra de las causas es que no había nada interesante que contar... los días han sido sumamente aburridos. Tan sólo he tenido dos exámenes en toda la semana, pero ellos han consumido todas las horas que en otro momento habría aprovechado para escribir. Física el lunes, no me salió muy bien, aunque por lo visto saqué un 8'25... no está mal. El viernes, osea, ayer, tuve filosofía, Descartes y Hume, con ellos estuve sumido todo el tiempo. El examen no fue el mejor de todos, pero bueh, debería haber escrito mucho más... tan sólo ocupé 3 páginas, frente a las 5 o incluso 9 de los demás. Espero que el profesor sea benevolente. Con nosotros ya lo es de por sí, pues nos puso un exámen bastante fácil respecto a las otras clases, y además dice que somos le mejor grupo que ha tenido nunca. ¡Y es razón, en nuestro instituto sobresalimos por todo! Pero dejaré de vanagloriarme, y comenzaré a contaros el divertido día de ayer.

Desde hace algunas semanas me habían dicho que la inglesita, amiga de Sarita, Sally y ese grupo que conocí en La Viñuela, iba a celebrar una fiesta de disfraces, con el tema de los superhéroes. Días antes no tenía ganas de ir, sinceramente, no me encontraba con ánimos... pero acabé pensándomelo mejor, recordé que irían ellas dos y Alicia, así que me decidí por ir. Ahora no me arrepiento. Estos días anteriores han sido algo malos, no tenía ganas de nada, pero ya estoy perfectamente. ¡Necesitaba airearme!. El disfraz que me puse, elegido por las chicas, era el de Indiana Jones... y la verdad es que no lo tuve nada difícil. Le cogí a mi padre sus botas, sus pantalones antiguos, su cinturón de tela, su camisa de algodón y su sombrero negro de ala, y ya estaba listo. ¡Jaja, parece que mi padre va siempre vestido de Indiana Jones! Pero es que es verdad... le gusta mucho ese estilo, y le queda muy bien. Sólo faltaba el látigo, que compré en el Centro Comercial por 4 euros. Ya sí, estaba listo. ¡Incluso tenía grabada la banda sonora de las películas en mi móvil!

A las 7 Alicia vino a mi casa, ya caracterizada perfectamente de Drácula, muy convincente. Le presenté a mi madre y viceversa, y la llevé a mi cuarto. Al rato llegaron Sally y Sarita, y cuando nos hubimos vestido (Batwoman y una gatita muy graciosa, respectivamente) y preparado, salimos en dirección a la casa donde se hacía la fiesta. Era en una azotea muy muy grande, con un cuartillo, donde pasamos toda la noche. Había música buena, muchas cosas de comer, globos, confeti, y gente disfrazada, lo más importante. La cumpleañera iba de cierta superheroína americana, el novio iba de Luffy, el protagonista de One Piece, otro iba del Cuervo, había una Superwoman, otro de el hombre invisible, y otro más de Buckethead, un guitarrista muy curioso. Había algunos sin disfrazar, o con disfraces difusos. A mitad de la fiesta apareció el hermano de la cumpleañera con sus amigas, las tres supernenas. Él fue el más impactante. Tenía un disfraz curradísimo de Duffman, el personaje de Los Simpsons... la capa, los zapatos, las mallas azules y la camiseta azul pegadita, la gorra con el logotipo de Duff, unos graciosos slips rojos y un cinturón con sus correspondientes latas. Pero lo mejor era su cara. Sus ojos. Era un inglés muy guapo, ciertamente, todos nos quedábamos impactados ante su presencia.

La fiesta fue muy bien. Había, cómo no, mucho alcohol, ponchera, sangría con frutas, cerveza, y gran variedad de licores, aunque yo no probé nada de ello. Tan solo en una ocasión, cuando me ví forzado a ello en una prueba. El novio de la recién dieciochera había preparado un jueguito, en el que cada uno debía hacer una cosa según lo que le salía en el papelito escogido entre muchos. A mí me tocó en dos ocasiones. En la primera, tenía que hacer cinco flexiones con alguien encima. Menos mal que por suerte tuve que hacerlas bajo Sally, que era la persona más delgada, así que, ante mi temor de hacer el ridículo y espachurrarme contra el suelo, conseguí hacerlas sin mucho esfuerzo. La segunda me dio más miedo. Tenía que beberme dos chupitos sin las manos, tan sólo con la boca. Como no sabía cómo hacerlo, convencí a Alicia, y cada uno nos tomamos uno. Primero ella, que a duras penas lo consiguió. Después yo, arrodillado en el suelo, rodeado por todos, lo intenté... y a la primera lo conseguí. Algo se derramó... pero lo conseguí, y me sentí orgulloso de ello, aunque fuese una tontería. Bien es verdad que luego me quemó un poco la garganta, ya que ese chupito llevaba demasiadas cosas, pero no me afectó para nada.

En ese recito hacía mucho calor. La música, la casi veintena de persona, el movimiento, el sudor que empañaba los cristales, era un poco (bastante) agobiante a veces. Así que Alicia y yo nos salíamos a pasear por la enorme terraza, a ver las estrellas en el cielo poco nublado y a charlar. Estuvimos hablando mucho, de mí, pero sobre todo de ella. Tiene muchos problemas en casa, los peores que se pueden tener. Pero por su naturaleza intimista, ella se guarda todo lo que siente, se disfraza mejor que nadie con su perfecta careta, y resulta impenetrable para los demás. Aunque cuando se libera... te das cuenta de cuánto se guarda, de todo lo que sufre. Desgraciadamente, son temas que yo no puedo solucionar, son internos de la familia... aunque el apoyo sí, siempre lo tendrá por mi parte. Es una persona a la que es imposible no querer... ¡tan buena, y se preocupa tanto por los demás! Además, te lo pasas de perlas con su compañía.

Volvimos a entrar, ya estuvimos un poco bailando, haciendo el tonto. De vez en cuando me abrazaba a Sally, adoro abrazarla. A pesar de que esté demasiado delgada, me siento muy a gusto cuando estoy con ella, es muy reconfortante (parezco un vicioso, pero no, no lo soy). Estuvieron los demás jugando con mi látigo, tanto que casi se lo cargaron, aunque todavía le podría dar yo un uso. Lo malo es que otro uso aparte del erótico no se me ocurre, y para eso necesito la participación de otra persona... nah, lo tiraré, supongo. Como tirado estaba yo esa noche, muerto de sueño. Alrededor de las 2 de la mañana, ya con la música apagada y hablando flojito, para no despertar a los vecinos, nos fuimos yendo. La gente se quitó sus disfraces, menos Alicia y yo, que seguíamos dando el cante por la calle. Estaba realmente muerto de sueño, por lo que me fui a mi casa: prefería aprovechar mis últimos PS (wow, es que me estoy viciando a Pokemon ultimamente...) hablando con mi niño que dando una vuelta con ellos por el centro de la ciudad, que es lo que pretendían. Me dormí sobre las 3, charlando con mi niño, tan feliz como unas pascuas. Mi tesoro, te quiero, te adoro, y te llevo a los toros (como no para de decir una amiga mía, aunque no nos gusten los toros). El día había terminado muy bien, contento con mis amigos, y sobre todo, conmigo mismo. ¡Si hasta me veía bien vestido de mi padre, digo, de Indiana Jones!

Esa noche nunca la olvidaré.

¡¡Un besazo a todos!!

PD: Una de las Cerveza Duff que Duffman tan gentil (y bellamente) me regaló.