sábado, 29 de noviembre de 2008

Este viernes, importante en mi historia

Aprovechando que he hecho hoy el examen de francés, pongo el nick en tal idioma. A mí el francés nunca me ha hecho mucho tilín, no he estudiado nunca más de lo necesario, pero ahora poco a poco le voy cogiendo el gustillo. Es el idioma del amor, o eso dicen. Me da igual, el francés, el italiano, el alemán, el español o el chino mandarín... eGeo sabe que todas mis palabras hacia él buscan y transmiten amor.

Éstos días son largos. Ayer tuve casi una crisis de ansiedad, no podía más. Por la mañana no fui a clase, una inmerecida huelga que nos creamos, con el consecuente reproche por parte de los profesores, aunque sí que estuve haciendo cosas buenas: estudiando en la biblioteca con los demás. Estuvimos haciendo intersecciones de rectas con planos de dibujo técnico durante unas cuatro horas, terminando de los nervios. Por la tarde, volví a intentarlo yo solo en mi casa, pero no conseguí nada, sólo frustrarme más. Me puse con francés, pero lo veía demasiado fácil. Ataqué a la historia, y me amargué viendo todo lo que se me venía encima el fin de semana. Y además, sumémosle el examen de filosofía de dos temas (el maravilloooooso dueto Platón-Aristóteles, que alguna vez tendría que caer), el examen final de estadística, y la temerosísima prueba de mi conocimiento en las matemáticas. ¡Y encima, inglés por las tardes, y un novio amado en la otr
a punta de España! Os juro que en esos momentos me desespero, viendo todo lo que tengo que luchar para poder conseguir lo que quiero. Y lo peor es que no vendrá poco a poco la recompensa... sino que habré de esperar y esperar hasta que cierto día, no se sabe cuándo, reciba tanta compensación por semejante esfuerzo.

Pero hoy estoy bien. ¡Hoy es viernes, señores!. Último día de la semana laboral, el primero del fin de semana de libertad completa. Bueh, oscurecida por la sombra inminente de los exámenes próximos... pero libertad, al fin y al cabo. Aunque la haya cagado en el examen de dibujo de hoy y me haya inventado rectas y trazas con los horizontales y verticales por doquier... ¿qué importa? ¡Hoy es viernes, y voy a salir, a estar con mis amigos, a hablar tranquilamente con mi novio!

Aunque salir salir con mis amigos, poco he podido. Sobre las 6 y 15 quedé bajo mi portal con Sophía Lauren y su amiguito Alex (ajá, Sophía, aunque ya no me lees pero sé que te pondrás al día con tu blog y el mío porque te obligaré, me debes algo... te dije que Alex era gay, y así es :P). Y confirmadísimo que es gay, aunque diga ser bisexual, porque vino con su novio, ni más ni menos. El chico delgadito, de piel oscura, parece ser canario. Aún así, me percaté de una cosa a lo largo de la tarde: éste estaba más pegado a Alex que viceversa... le pedía besos, cariños, le decía que le quería... y el otro se mostraba frío con él. Sinceramente, no veo mucho futuro a la pareja, creo que Alex solo está probando cómo le va con un chico. Con ellos tres, tras muchos abrazos con mi querida y ya añorada Laura, nos fuimos al parque. Allí estaba ya Lara, Martin y poco más. Abrazos, besos, más abrazos, mi relación con Lara cada vez se estrecha más. E
s una chica muy muy especial, me encanta, a todo el mundo le encanta. Y por alguna extraña razón, es muy cariñosa conmigo, eso me gusta mucho. 

Me hice algunas fotos con Laura, lo pasé muy muy bien con ella y con Alex, es un chico muy gracioso... y a mí me pillaba el día bueno, porque hoy estoy muy muy animado, casi hiperactivo, por lo que no paraba de hacer bromas y sobre todo mi especialidad: comentarios satíricos. Lamentablemente, pronto hube de despedirme de ellos, tras abrazos y más abrazos, y me dirigí a recargarle el móvil con 5 euros al amor de mi vida. En el trayecto de una calle a otra, me encontré con una de las chicas del grupo G(gay), como le llamo, la saludé y poco hablé con ella, luego con la prima de Marcos, Marta, dos besos y poco más, y cuando ya llegaba, choqué de frente con Sarita, Sally y la chica tímida. Con ellos me explayé más cómodamente, hablando de los planes y de lo que queríamos hacer ese finde. Mañana por lo visto hay concierto de otro grupo en otro local, supongo que iremos. ¡Bien, desfaseeee! Lo malo es que nos dejarán hasta las 12 y media como mucho. ¿Que ironía, no?

Llegué a mi casa a las 7 y veinte y a los diez minutos ya estaba en el coche con mi padre. Él había podido escaparse y salir antes de su trabajo para ir a Málaga. Le enterado sobre un concierto de música clásica en la catedral de Málaga, y pensó que me gustaría. Acertó. En el lento viaje de ida, por una carretera atestada de coches que avanzaban con parsimonia, hemos hablado de todo un poco. De mi futuro, de la carrera, de la ciudad X, de mil cosas más. Y de repente, le he dicho que estaba pensando en irme a Madrid. ¿Por qué Madrid?. No sabía qué decirle... le expuse que allí había más posibilidades en el rango laboral, que la universidad era mucho mej
or, y tal y tal... Me dijo que bueno, que lo pensase bien, pero que él preferiría que estudiase en Granada o en Sevilla durante los dos primeros años, y al tercero me fuese donde quisiese, además de que todo podría depender del estado económico. Acertó diciendo que al fin y al cabo era lo mismo, pues igual independencia y libertad tendría, sólo que más barato en las ciudades cercanas.

De repente, sin venir a cuento, me preguntó. ¿Y cómo te va con el chico éste, eGeo?. Puf. Entonces me explayé a gusto. Me va muy bien, hablamos todas las noches... le hice un breve resumen de su vida más reciente, contándole anécdotas y cosillas varias. En cierto momento me dijo de pasada que debería ser duro tener a un "amigo" a tanta distancia... pero cambió bruscamente de tema, quizás inconscientemente, aunque poco podría haberle dicho yo al respecto. Al poco tiempo, de repente se me paró el corazón, al igual que el coche volvía a frenar sus ruedas en las ya carreteras de Málaga, y mi temblorosa voz pronunció las palabras definitivas que podrían cambiar el curso de mi vida. "Quiero irme a vivir a Madrid con eGeo". Temiéndome lo peor, tan sólo oí decirle que ya lo suponía, que era lo normal. Me volvió a plantear su propuesta de quedarme aquí cerca durante un tiempo, para conseguir dinero, pues en una ciudad grande como Madrid dos personas sin nada lo podrían tener bien difícil. Le dije que si, que ya lo sabía, y que había dado mil vueltas a la cabeza al tema, pero que sólo son hipótesis. Hay que plantearlas, poner las cartas sobre la mesa, y elegir la que más y mejor promete. Me dijo que pensase en lo que yo quiero hacer, pero al rato me soltó que acabaría con mi madre. Lo sé, se lo dije, iba a ser muy duro, pero era natural. Por supuesto, le aseguré que no iba a
 abandonarlos ni a olvidarlos, no quería romper la relación... solo conseguir afianzar una, la primera externa que me importa (esto último, lógico q
ue no se lo dije).

La cosa terminó bien. Al salir del coche, unos 15 minutos después de que empezase el concierto, ya habíamos dejado el tema. Quedó en tablas, diciendo que todo ya se vería. Todo es posible, pero no probable. Llegamos a nuestro destino, la bella catedral de Málaga, la manquita. ¿No sabéis por qué le llaman la manquita? Pues porque una de sus torres está sin terminar, lleva amputada una de sus extremidades más de 200 años, y así habrá de seguir. Entramos, y el sentimiento nos embriagó. La música en directo es maravillosa. La buena música. Haendel sonando por los cientos, miles de tubos metálicos del inmenso órgano interpretado con maestría, junto con el arpa y las flautas de pico, llenaban la oscura catedral en mil reverberaciones y sonidos fantásticos, de otra época y lugar. Te transportaban al lugar que tu más quisieras. ¿Y cuál era el lugar donde más quisiera yo estar? Allí mismo. Con mi chaquetón pas
ando frío, con mi cámara en riste. Pero agarrado de la mano de eGeo. Tal y como vi a dos hombres ya mayores en la última fila de asientos, de esos bancos de iglesia antiguos, agarrados de la mano. ¡Tremendo sacrilegio en un lugar santo! Me encantó.
La actuación terminó. Lamentablemente, no se les veía en persona, pues se situaban en un balcón superior al lado del órgano colorido, aunque sí se les retransmitía en tres enormes proyectores. Salió la gente en tropel por la inmensa puerta, cientos de personas, la mayoría mayores, otros chicos jóvenes como yo pero vestidos de camisa y jersey de punto repeinados. No puedo negarlo, hay algunos muy monos, y la verdad es que su punto de santurrón algo me atrae. ¡Qué ganas de ver a eGeo vestido con traje!. El viaje de vuelta a Fuengirola fue mucho más rápido, ameno, charlando sobre mi padre y su trabajo, que anda super liadísimo, todo muy precario, pudiéndose ir su empresa, con su puesto, al piquete en cualquier instante.

Buen final de semana, sin duda. Y aún quedan dos días por delante, que aunque pasaré casi completamente entre libros, pienso aprovechar al máximo.

¡Un besazo a todos!

PD: La foto primera es de la Catedral, por supuesto... y la segunda es de un individuo en la calle Larios. Menos mal que no me vió echarle la foto... porque aquí te saltan al cuello a la mínima si te ven con ese armatoste entre las manos.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Recuerdos de Alemania

Esto lo escribí ayer... pero como no tuve internet en todo el día, no lo pude postear. Es largo y aburrido, no es necesario que lo leáis... pero aquí lo pongo, pues si lo escribí es por algo. Hoy no escribiré, tengo que estudiar dibujo, francés y filosofía. La semana que viene será eterna, en esa sí que desapareceré... la siguiente ya estaré más despejado, si acabo vivo entonces os contaré mi periplo a través de los primeros exámenes de 2º de Bachiller. Me acabo de dar cuenta, que ahora soy uno de esos preuniversitarios, como el preuniversitario que era el Rey del Recorte. Está visto, todo llega. 

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El día es frío, el cielo gris, la lluvia cae y los charcos han empapado mis pies a la vuelta del instituto. Y, para colmo, no tengo Internet, y no he podido hablar con mi niño eGeo hoy en el recreo, ya que estábamos recluidos en nuestro pabellón para resguardarnos de la lluvia.

La mañana ha sido aburrida, triste. Sobre los cuerpos tiritantes, caras largas, sombrías, labios pálidos, voces monótonas. Los profesores odiando a sus alumnos y viceversa, nadie soportaba a nadie, todos deseaban que el día acabase. Atrás quedaba el verano y su calor, ahora tocaba mirar por la ventana cómo las motos y bicicletas de los demás se empapan agua. Es bonito mirar a través de los cristales y sus caleidoscópicas gotas de lluvia, sentir el golpeteo de las suicidas contra toda superficie y ocultarse tras el vaho de tu aliento… es bonito, a mi me gusta… pero hoy no. Hoy echo de menos muchas cosas. Pienso en las vacaciones, en el camping, en la playa, en la piscina, en las navidades anteriores, en mi relación amistosa (y algo más) con el indio, cuando pasó todo un mes con nosotros, cuando él y su hermana se quedaban a comer con nosotros durante 2º o 3º de primaria pues su madre debía trabajar, cuando me fui a Alemania con ellos, cuando no quería imaginar mi futuro porque disfrutaba mucho el presente… Sólo he sentido verdadera paz, comparable con mis horas en el feliz Logroño, allí, en Alemania.

Ellos solían irse todos los años, los tres, la madre y sus dos hijos. Iban a la casa de un lejano familiar: el padre de la mujer (alemana) del hermano (hindú) de la madre del indio. Sin saber bien cómo, me invitaron a ir, y me atreví a hacerlo. Mis padres tenían confianza con ellos, había sitio y yo quería… todo era perfecto. El 4 de julio de 2003, a mis 12 años, tomaba el avión desde Málaga hasta Munich. Dos días antes empecé a escribir un diario para anotar lo que había ocurrido esos días… ese fue mi primer contacto con esa especie de literatura, la autobiográfica. Os transcribo lo que de manera tan mala redacté… perdonad mi mal estilo, recordad que tenía 12 años, hasta a mi me cuesta entender mi letra de entonces.

“Me levanté sobre las 4:30 AM desayunamos y nos fuimos hacia el aeropuerto. No encontrábamos la puerta de embarque porque había un fallo en los ordenadores y la informadora se equivocaba al decir “Caballeros y pasajeros del vuelo 8313 con destino münich con Air Berlin por favor embarquen en la puerta B??” (Esto está escrito con la letra del indiecito, por lo visto me lo puso él :P. Sigo.) Salimos con el avión sobre las siete. Llegamos a las 8:45 más o menos a Munich y a las nueve menos cinco llegamos a la casa que es muy grande y con un jardín con un conejo, dos gatos, dos tortugas y algunas gallinas. Cuando llaya habíamos dejado las maletas nos bajamos al parque donde jugé al badminton con el indio. Después fuimos a la casa un vecino. Allí conocí a Paul y a David (que por cierto estaba cañón, y tocaba la trompeta). Luego subimos a comer. Después nos quedamos dormidos y más tarde nos bajamos a jugar con Paul, y empezó a llover y nos subimos y cenamos. Luego fuimos a dar un gran paseo y volvimos e intentamos mandarle un mensaje por email a mi padre. Luego nos acostamos.

¡Bueno, hasta mañana! Espero pasar una buena noche (¡y vaya si la pasé!)”


Waw, qué mal escribía… espero que la cosa haya cambiado y mi nivel mejorado con el paso del tiempo. Por supuesto, las acotaciones entre paréntesis son del tiempo actual. Ya con 12 años, ese tal David tan guapo me interesó muchísimo, era mayor, rubio, pelo larguito, rubio, y con buen cuerpo. Por aquel entonces, yo era muy muy pícaro y hablaba con el indio sobre sexo… bueh, nos decíamos que nos hacíamos pajas y tal… pero de ahí a llegar a tocárnosla pasó mucho tiempo, como dos años. Miento. El primer contacto con un chico, o sea, él, fue en las navidades en las que él se quedó conmigo. Una noche nos íbamos a cambiar de ropa en el cuarto, pero nos daba corte. Así que yo, con esa picardía que ya empezaba a salir, le dije que a mi no me importaba que me viese sin pantalones, por lo que él también se los quitó delante de mi. Le dije que si me la enseñaba, yo hice lo mismo, nos atrevimos a tocarla… y ya está. Me acuerdo que yo no quería tocársela mucho, pero como él quería, me prometió que a cambio me dejaría jugar a 10 Game Over en el Mario 64 de su Nintendo 64 de segunda mano que la madre le había conseguido regalar, y lo hice. También recuerdo perfectamente que se pasó toda la noche con su mano metida entre mis piernas, me dormí con su tacto. Tocando, acariciando, a mi me gustaba, pero ninguno de los dos sabíamos lo que era masturbarse ni para qué servía eso. Teníamos unos 10 años, y muy poca información, aunque yo ya empezaba a descubrir ciertas cosas.

Eso solo ocurrió una noche. De ello no hemos vuelto a hablar, aunque sí lo hayamos repetido. En Alemania no pasó nada de ello. Ya empezábamos a distinguir nuestras personalidades, él se daba de chulito, de experimentado, pero en realidad es como todo: apariencias, nada en el fondo. Aunque parecíamos muy diferentes, uno castaño casi rubio y de piel blanquísima y otro negro tanto en pelo y piel, estábamos muy unidos y nos teníamos mucho cariño. Su madre era para mí como mi segunda madre, era una persona muy especial. Con su hermana me llevaba igual que con la mía, nos picábamos e insultábamos, me hacía irritar con facilidad.

El primer año pasé 26 días en un pequeño pueblo cercano a Münich, Freising. Recuerdo que era realmente precioso, como los de las películas. Varias iglesias impresionantes y grandes, creo recordar que en una de ellas había una desmesurada persiana de varillas en la que se podía vislumbrar la silueta de la torre cuando el sol la atravesaba en cierta hora. La casa estaba en una calle muy arbolada… recuerdo hasta el nombre, pero como está en alemán, no recuerdo la manera de escribirlo. En realidad la casa era un pequeño edificio de unas 4 plantas y un ático, propiedad de la familia que me acogía. Un edificio de los de antes, muy grande, suelos enmoquetados, sillas robustas, cuadros antiguos, platos labrados y fotos de familias rubias en las paredes forradas de aislante madera, caldera para calentarnos, fogones en la cocina, plantas y enredaderas por todos sitios, ventanas imponentes con vistas a la infinitud de tejados oscuros con sus ventanas y chimeneas. Vivíamos en la última planta, dividida en dos, se alquilaba la segunda. Y aun así, la primera era suficientemente grande, como un piso de los de aquí. La familia que nos acogía era un matrimonio muy mayor, de 76 años, Opa y Oma, abuelito y abuelita respectivamente. El alemán, excombatiente en la 2º Guerra Mundial, era alto, delgado, pelo grisáceo, un deje curioso en la mano, que en cada comida agarraba una botella de cerveza de la región. Aseguraba que beber tanta cerveza y darse una ducha de agua fría al levantarse a las 6 era lo que le permitía subir montañas, ir en bicicleta a todos sitios y tener toda la fuerza que tenía. Su esposa era una mujer bajita, de cara agradable y regordeta, pelo rizado y blanco, ojos azules, una voz dulce, dolores en la espalda y una increíble habilidad culinaria. Con ellos, en esa casa, pasé el mejor mes de mi vida.

Por la mañana me levantaba a la hora que quería, sobre las 10 u 11, desayunaba un vaso de leche con mis somnolientos amigos, nos cambiábamos y salíamos al jardín del edificio. Tenía muchos árboles, columpios, un tobogán, red de badminton, un pequeño huerto con su invernadero donde solían tomar el té por las tardes los ingleses que alquilaban el último piso, y, como ya dije hace 5 años… conejos, gatos, gallinas, tortugas, muchos animales. Allí pasábamos muchas mañanas y tardes, jugando con los vecinos, al fútbol, con las raquetas, o simplemente corriendo al escondite. Debajo de la casa había un sótano, una especie de búnker pequeñito para cada familia, donde Opa había instalado su pequeño taller de madera. Mi amigo y yo nos la dábamos de carpinteros y hacíamos sillitas, mesitas y avioncitos inviables con las ramas y los trozos de contrachapado que encontrábamos, y los clavos que Opa nos daba. Aún mi hermana tiene un armario que le hice para que guardase la ropa de sus barbies.

Otras mañanas nos levantábamos mucho más temprano e íbamos a visitar el pueblo, o las ciudades cercanas. Recuerdo los largos paseos que dábamos por todas sus calles y los campos aledaños, el verdor fresco que desprendía cada porción de tierra cultivada o sin cultivar, los jinetes en caballo que paseaban por delante, las parejas sacando sus pastores alemanes al campo, los grupos de boys scouts tan graciosos que se veían en los inmensos bosques. En varias ocasiones abandonamos la paz del pueblo y en tren nos dirigíamos a la ciudad, Münich, a visitar al tío del indio, a ver la imponente Marien Platz, los centros comerciales, los estadios de los antiguos juegos olímpicos, el mercadillo de ciertos días, los palacios o los muchos museos, como el de la ciencia o el aeronáutico.

Recuerdo con cariño muchos detalles. Sentarme bajo los árboles con el indio a leer el libro de Harry Potter que su madre me regaló, aprender los números en alemán que David me enseñaba, escuchar a Les Luthiers en mi viejo walkman que me compré días antes de salir de viaje, me pareció carísimo. Aprender los tipos de árboles que había en la zona gracias a la inteligente madre del indio, escribirle mails toscos a mis preocupados padres, llamar a mi hermana por su cumpleaños y que se echase a llorar porque me echaba de menos, comer los tomates que nos encontrábamos en los huertos de los paseos, ir a las inmensas piscinas municipales con el guapo de David y acabar haciéndote amigo de muchos chicos de los que no entiendes ni su nombre. Mil y un detalles me han venido durante las dos horas escribiendo a mi cabeza, en esta tarde sin conexión a Internet, en esta tarde fría y oscura, encerrado en mi habitación con las persianas bajadas y sólo la iluminación de la pantalla.


Qué lejanos quedan esos momentos… por un momento he vuelto al pasado, y me he olvidado de todo, de todos. Ahora me cuesta demasiado volver, quitar las piernas de la cama y mirar a mi alrededor. Saber que todo ese bello momento pasó hace demasiado tiempo. Pero peor aún es saber lo que pasó después. Conocer a Adán, aclarar con él mi homosexualidad… y descubrir el odio. Era feliz, allí. Ya lo he descubierto, no puedo decir que no. Soy feliz fuera de mi ambiente. Soy feliz en Alemania, cuando estaba en Portugal, cuando fui a París con mis padres, soy feliz en Logroño cerca de la persona que más quiero en este mundo depravado y cruel. Pero aquí, ahora, en mi casa, en mi ciudad, no. No soy feliz, no puedo serlo. Necesito ser libre, poder respirar aire puro, ver el sol amanecer como veía allí, y no la pared infinitamente blanca tras los blancos barrotes de mi ventana que me impiden ver siquiera una porción de cielo. Allí era feliz, comprendido, se me escuchaba, podía hablar sin miedo, aquí no, aquí se me cohíbe.

Siempre he pensado una cosa, y ahora estoy más seguro de ello. He nacido en el sitio equivocado, he sufrido las situaciones inoportunas y he actuado de la manera menos acertada. Antes pensaba que toda mi vida sería así, un eterno error… pero ahora veo que no. Alrededor mía se han creado unas circunstancias que podré abandonar, no me seguirán. Podré ver las cosas de otra manera, rodeado de beneficentísimos entornos, más que nada porque lucharé por ello. El primer y más importante, pero desgraciadamente doloroso, período de mi vida fue sólo una experiencia de empezó mal y terminó peor, pero que, como todas las pruebas, acaba terminando. Todavía no he salido del todo de ella… pero estoy seguro de que lo haré. Entonces sentiré la misma paz y armonía con el mundo que sentía allí, y sobre todo, la paz conmigo mismo. Eso es lo que necesito, que no encuentro aquí. Seguridad, autoestima, confianza, pero también respeto por mí mismo, tenerme en cuenta y ver que valgo lo que valgo, aunque no esté bueno ni sea guapo. Necesito esa armonía para darme cuenta de lo que soy, y alegrarme por ello.

¡¡Un besazo a todos!!

lunes, 24 de noviembre de 2008

¡ATENCIÓN!




¡¡Tengo el desmesurado honor de anunciarles que el magnífico, el prodigioso, el fantástico, el increíble Rey del Recorte está de vuelta!!

¡PASEN Y VEAN, CONTINÚA LA TERTULIA DEL REY!


!Me lo acaba de comunicar en un comunicado (¡juas, no me digas!), que vuelve a las andadas! ¡Bien!

¡Se te echaba de menos, Rey, querido Rey del Recorte, queremos seguir leyendo tus historias y pensamientos!


PD: Más te vale no arrepentirte... que es la primera vez que dedico un post a otro blog... :P


2ºPD: La foto no es más que para llamar la atención... jijiji

How strong, aunt!




Ésta es la segunda vez que utilizo ese título, en memoria del gran Rey del Recorte... no recordaba cuál era el post anterior con el mismo nombre hasta que lo he leído...

En ese post, del 20 de Abril, del 90, hola chata, ¿como estás?... (canción de Celtas Cortos) quería decir... ese día de Abril yo escribía contento y emocionado porque Adán me había dicho palabras bonitas por msn, me había hablado cariñosamente y me dedicado una canción (que no me gustaba para nada, pero intenté hacerme creer que me debía gustar). Ajá, me acabo de dar cuenta de que en las últimas palabras del paréntesis anterior está la base de todo lo que ha pasado con él. Yo, al ver que era el único chico disponible (y tanto, era el único que conocía gay!), pensé que algo debía pasar... porque yo quería. Yo no lo quería a él, sino que quería tener una primera experiencia, quería enamorarme... quería tener todo lo que tengo ahora con eGeo, que milagrosamente ha acabado llegando. Como necesitaba algo... le creé una figura, una forma y una personalidad... y se la impuse. Me obligué a que me gustase, porque lo necesitaba. Puaf, después de todo lo mal que ello me trajo... me alegro, porque hoy soy como soy, y estoy orgulloso de ello. 

Ahí se quedarán sus falsas palabras, que eGeo y yo iremos andando de la mano por las calles de su Venecia de principios de siglo XX. Algún día escribiré su nombre en un papel, y eGeo lo quemará con una cerilla. Púdrete, Adán, en las profundidades de la misma mierda que tu te creaste.

Ahora hablando de cosas más bonitas... tatachán! Alex ha salido ya del armario para mi. Fue el miércoles pasado, cuando, directamente, me dijo que a tal chica no le quería decir que el que le gustaba era un tío, porque se airearía. Así, claramente. De piedra me dejó, pero no permití que lo notase. Seguí hablando en género neutro un rato, cambiando a otros temas. No quería preguntarle, quería que me lo dijese él... 

Y bien, estos días pues ya me saluda por clase y tal, se podría decir que empezamos a ser amigos. Me río con él, y yo le hago reir a todo el grupito de 4 que nos hacemos en las clases de Estadística. Se ve que me ha calado, o que me ha cogido confianza pronto... porque hoy por le msn ha vuelto a decírmelo. Le pregunto sobre sobre a quién dedica un "imbécil" en su nick... y me dice que a alguien que le hizo mucho daño. A un alguien masculino. Y otra vez repentinamente, de sopetón, me suelta que lo gracioso es que "está" con otro. Vaya, que tiene novio. Ya sí, no hay duda alguna, es gay gay gay gay. Ah, no que ahora dice que es bisexual, que tiene dudas.. já. Pero bueno, le creo... porque a mi me pasó algo parecido, empecé con dudas, y repudiando odiando el físico femenino. Me cuenta que está con un chico... ¡sí, otro tanto para mí... aunque me lo había puesto a huevo, la verdad! Está con el chico gay con el que se le veía siempre... muyyy delgado, piel morena, guapo, pendiente, ropas apretadas. Otra vez, mi instinto no ha fallado.

Me ha contado muchas más cosas... que poca gente lo sabe, que ha empezado a dudar desde hace unos meses, que se descubrió enamorado de un chico pero que pasa de él, que siente la misma aversión contra Adán, que con el que está ahora está pero no va para largo. La verdad, se le ve buena persona... pero hay puntos que me intrigan sobre cosas que me ha dicho. Sabe que yo sé con quién estuvo Adán el año pasado, pero no se lo ha dicho él. Asegura que mucha más gente lo dice. Y ahora, lo último... dice que dos o tres personas le han dicho que yo soy gay. ¡Oh, sorpresa!. Pero dice que ninguna es de mis amigos... por lo visto Adán se lo contó a su novio de ahora... ¡otra vez ese maldito!. También otras personas más se lo dijeron... y dice que cuando me vió con el grupo con el que estoy ahora, lo pudo confirmar, al verme dándole un beso al saludar a Martin. Por lo visto, está loquito por él... pero ni siquiera lo conoce. Yo, por mi parte, le he contado que soy gay, claro, y que estoy con un chico que vive muy lejos de mi, que no lo voy a dejar por nada del mundo. Ha podido ver lo bueno que soy, y algunas cositas que tengo guardadas que nadie sabe, ve que soy inteligente (incluso dice que me expreso muy bien), y también que he sufrido mucho. No he dado nombres, por supuesto, ni he dicho nada de lo que pasó ni hablé de Adán ni nada... 

Algo de miedo me ha entrado, la verdad. La cosa se pone chunga. O no chunga, sino diferente. Es la primera vez que conozco a otro gay en la otra clase, que encima está de novios con uno de 1º de Bachiller. Le he confesado que soy gay a un recién conocido... pero mirándolo por otro lado, a Lara también le dije que era gay, y me arrepentí al instante... aunque visto está que he de sentirme dichoso por eso, ya que las cosas con ellos van muchísimo mejor. ¿Quién me dice que en Alex no encontraré un buen amigo gay , o al menos, un amigo a secas, pero gay al fin y al cabo, con el que relacionarme y con el que coger confianza? Todo está bien por todos lados, y confío en que todo siga así, que mi velero se mantenga viento en popa... y por supuesto, yo ayudaré a remar lo que haga falta.

Cambiando un poco de tema, ya despidiéndome... ¡¡esta semana no tengo exámenes, wii!!. Aún así, ya he empezado con filosofía, pues tengo mucho que estudiar para la semana que viene, pues será bastante fuerte. ¡Más cositas! La imagen es de un dibujo de un metro o más de largo hecho por el indiesito, pues anoche estuve en su casa visitándolos... dibuja muy muy bien, también quiere ser arquitecto como yo... ¡aunque ahora que lo veo, le ha salido doblado el cuadro!.

En casa todo genial. El otro día aprendí a hacer magdalenas, ya tengo algo más para prepararle a mi amor cuando vivamos juntos. Ya sé hacer tortillas, filetes, hamburguesas, macarrones, y unos spaguettis al horno con salsa bechamel que me quedaron riquísimos. Y seguiré aprendiendo, por supuesto...

Es el momento de aprender a vivir la vida de la mejor forma. Cogiendo trucos, ideas, todo lo necesario para el futuro. Estoy ya montando los cimientos del Gato del mañana. Os encantará.

¡¡Un besazo a todos!!

domingo, 23 de noviembre de 2008

eGeo y Gato - décima parte: La triste despedida.


El manto de la oscuridad por entonces ya empezaba a ocupar el cielo más temprano, como suele ocurrir en los negros inviernos, y la temperatura descendió acompañándola. Era el momento de salir de allí. Apesadumbrados, recogimos las cosas, las limpiamos de la maleza del lugar, y abrazados bajamos poco a poco de la colina. No queríamos... pero debíamos. Una vez más, volvimos a lo de siempre. Aunque nos pareciera mentira, el mundo seguía ahí, patéticamente impasible, sin saber que dos personitas habían sido felices durante un breve espacio de tiempo, y a pesar de no querer, debíamos volver a ese mundo, con sus obligaciones, sus rutinas y las frialdades de sus aburridos personajes. Volvíamos a introducirnos en esa oscura dimensión, aunque en el fondo de nuestros corazones siempre se mantendría la luz que brilló entre nosotros en ese momento. 

Oscuros besos cada dos pasos, abrazos cada diez, y toqueteos a la doble decena, hasta que llegamos a las primeras luces de esa civilización cruel. Sabíamos que eran los últimos abrazos, los últimos besos y caricias, por ello las aprovechábamos. Había que separarse, y no queríamos, seguíamos sin querer. Llantos, muchas lágrimas se derramaron... pero eran vanas. No servían para nada. El destino era inevitable. La vida nos había puesto delante de las narices todo lo que podrían desear nuestros sentidos, y con ansias intentamos llenar nuestros bolsillos con lo que nos presentó tras todo el esfuerzo, pero siempre era insuficiente, queríamos más y más. El infinito no es suficiente tiempo para sentirme realmente satisfecho a su lado, siempre necesitaré más de su compañía.

Las piernas se movían al compás, al igual que nuestros corazones, a la vez saltando de tristeza y muriendo de alegría. Cuando llegamos bajo las farolas de la calle, al lado de una nave de hormigón y ladrillos, fría bienvenida a la sociedad, tuvimos que separarnos. Aun así, no pudimos vencer la tentación, y volvimos a abrazarnos. Mi cabeza sobre su hombro, seguimos avanzando hasta el centro del pueblo, aunque las viejas nos mirasen. Llegamos hasta la plaza en frente de la iglesia, donde estaba su bicicleta, y con ella, los dos caminos que se bifurcaban en nuestra vida, hasta que se unan en uno solo. Allí, le ayudé a quitar la cadena de su bicicleta, con movimientos lentos, deseando que el tiempo dejase de correr, que se congelase el bello instante hasta la eternidad. Miradas tiernas, caricias en la mano, ya no podíamos acercarnos tanto, pues un cura y dos ancianas nos miraban desde la puerta de la iglesia. Estaba preparado para salir, y entonces temí por su viaje. Hacía muchísimo frío, un frío que se calaba aunque nos calentáramos con nuestras manos. Cogía las mías entre las suyas, las acercaba a su boca, y echaba su cálido aliento en ellas... eran momentos únicos, que tristemente acabarían siendo recuerdos lejanos entre suspiros por el futuro.

Nos abrazamos. El último abrazo, el más cálido, más puro, más sincero y más triste que se podría dar nunca. Los habitantes seguían mirándonos. Esperamos a que el santo cura se escondiese en la casa parroquial cercana, y volvimos a nuestras satánicas prácticas. Volví a besar sus labios salados por las lágrimas, suaves, blandos, de un tacto maravilloso y un aroma mejor aún. Una de las mujeres seguía rondando por allí, y mientras besaba sus labios veía cómo nos observaba por encima de su hombro. Dos chicos aparecieron por la cuesta que subía hasta el parquecillo y comentaron que nos estábamos besando. El amor de mi vida soltó un "qué pasa!", y se fueron por la otra calle. Otro beso más, el más doloroso de todos. El último beso. La última muestra de amor física. Con ganas de llorar, sintiendo una pesadez inmensa en los párpados y en el corazón, me alejé de su bicicleta sobre la que ya estaba montado.

¡Qué guapo estaba, con su chandal gris, su mochila oscura al hombro, unas facciones adorables,  el pelo negro y las gafas casi invisibles, su piel oscura cubriendo un ser hermoso, a un alma maravillosa, con su aliento embriagador! La sensación de amor que sentí en ese instante no la había sentido nunca antes por nadie.  Seguí alejándome, hasta las escaleras que bajaban a la calle inferior, donde estaba el albergue. Al principio de ellas, no pude más, y le grité. Un "¡eGeo, TE QUIERO!" salió con todas las fuerzas posibles de mis pulmones. Me respondió igual, las últimas palabras más hermosas que podría guardarme.

Bajé hasta el albergue. Allí estaba mi padre. Entonces me di cuenta... me dije: Soy idiota. Mi padre había escuchado mi grito. Al principio me preocupó... pero no me importó. Mi padre ya no importaba. Sólo importaba yo, eGeo, y lo que había pasado con él. Cené con él un delicioso puchero en el restaurante cercano, hablé con mi madre, y nos acostamos muy pronto.

Esa noche vi como 10 veces nuestro vídeo, sentía todavía sus caricias en mi cara, sus besos en mis labios, sus manos en mi cuerpo, ciertas partes de mi se extremecían rememorándolo. Por suerte, todavía conservo esa sensación maravillosa al oir su voz. Esa noche no lloré, no lo necesitaba. Estaba feliz. En paz. Sabía que había hecho todo lo que tenía que hacer, y que por una vez, había salido bien. La vida empezaba a mirarme a la cara y a darme lo que me había ganado a pulso. Esa noche, el sol salió, iluminó mi cara y mi corazón, y me mostró todo lo que no había podido ver en mí. eGeo, vuelvo a decirlo, me dió la felicidad, y con ello la seguridad en mí mismo. Ahora soy un ser completo, entero, equilibrado, que sólo necesita su compañía, nada más.

Cuando miro atrás y veo el comienzo de éste blog, veo que es como un cuento de hadas todo. Siempre termina en un final feliz. Eso sí, el desenlace alegre aún no ha llegado todavía... estamos en el nudo, aunque la acción ya pasó. Queda esperar a que pueda cocinarle perdices a mi novio. Entonces sí, esta historia triste habrá acabado y empezará una etapa nueva de mi vida.

Creo en el amor, existe, porque lo he visto. Púdrete, Adán.


Un besazo a todos!


viernes, 21 de noviembre de 2008

Xavier A.

Atardeceres


Las sombras escondidas
brotan silenciosas de cada árbol.
Los parques guardan aún las risas
de los niños ,
y nosotros huimos ,
rodeamos bancos y fuentes ,
serpeamos por los jardines
con las manos enredadas
como hiedras.
Juntos esperamos
la lenta palpitación de la luz
en el ocaso ,
cuando las últimas montañas
perecen incendiadas
y el río , los parques ,
las tímidas salamanquesas
se ocultan en su mutismo .
Pero nosotros ya hemos visto
su última luz , su garganta ígnea
gritar en el horizonte
cuando surgen trémulas
las primeras estrellas,
y , como aves nocturnas,
extendemos ahora nuestras alas
y podemos mordernos
y mirarnos a los ojos
y derretir toda sombra
porque somos el fuego,
brotando de tus ojos azules ,
de mi risa .
Y toda la noche es como un estallar de luz .
Huele azul, las lágrimas de la noche.
El albor llega rugiendo
como una campana de muerte.



Pocas veces he mencionado a Xavier, un chico que, de alguna manera, me ha marcado y ha significado mucho para mí.

Lo conocí hace unos dos años, una de las pocas personas que agregé al msn tras haber hablado con ellas en el chat de terra. Ni me acuerdo como fue... pero el caso es que ahí lo tenía, un chico que vivía cerca de mi, bisexual, y muy curioso. Así lo definiría yo. Curioso, original, diferente por su forma de pensar.

Xavier es un chico de 19 años muy delgado, alto, de piel morenita, pelo negro a veces teñido, permanentes gafas de sol en sus ojos, guapo. Le gusta mucho la música, toca el piano, la guitarra y lo intentaba con el violín, también aprendía dirección de orquesta. Escribía, escribía relatos y poesía, era muy bueno en ello, le admiro muchísimo. Os he puesto una de sus poesías que más me gustaron... hace tiempo me dio permiso para ponerlas, así que espero que no le importe. Si encuentra su escrito en éste blog, sabrá que soy yo, y no creo que le moleste, le alegrará.

Una de las cosas que más distinto le hacían era su forma de pensar. Escribía sus mejores cosas en cuando estaba bajo los efectos de alguna droga, normalmente marihuana. Ahora pensaréis que es un porreta, un drogadicto y tal, típicos prejuicios de esta sociedad intolerantes... pero hablando mucho con él, me enseñó por qué lo hacía. Bueh, o lo intentó, ya que yo nunca he sido mi amigo de sus prácticas. Alegaba, con pruebas, que las drogas como el LSD (especialmente ésta) y otras procedentes de plantas especiales, le permitían abrirle la mente y descubrir muchas cosas que una visión cerrada como la del mundo no era capaz de ver. Según la historia que me ha contado muchas veces, su querido Timothy Leary, el ultradefensor de éstas drogas, probó que no eran dañinas para el ser humano si eran consumidas con suficiente moderación, ya que son muy peligrosas en exceso: ya sabéis, las típicas drogas que te acaban enganchando y matando. El consumo de esta droga tuvo su auge durante los años 50, cuando se utilizaban en ámbito médico, para el psicoanálisis, la rehabilitación de alcohólicoso o de depresiones. El LSD no produce adicción, sino que pasados unos días de consumo diario se vuelve ineficaz, y el uso es recomendado con el cuidado suficiente... pero aún así, los medios de comunicación hicieron voz de sus efectos negativos, totalmente falsos, pues la dependencia y los estados más alterados se daban en las variantes del LSD alterado, o en otras drogas opiácidas, como la cocaína o la heroína.

Total, que lo que me quería decir mi buen amigo es que las drogas eran mala, pero que el LSD era solo una cosa buenecita que se consideraba de las peores. Por eso odiaba las instituciones y todos los prejuicios de los demás. Yo nunca estuve de su lado, pero si aprendí a aceptarlo, y a no malinterpretar los hechos.

Xavier y yo nos hicimos muy amigos. Hablábamos mucho, porque él era diferente, y se daba cuenta de que yo también lo era. Teníamos una personalidad distinta, alterada, y aunque totalmente opuesta, congeniábamos muy bien. Él también sufrió mucho por un amor lejano, por lo que yo, al contarle sobre el mío, recibí muchos apoyos y consejos de su experiencia que me han ayudado mucho. Es digno de mencionar que, tras dos años más o menos hablando mucho, no nos habíamos visto hasta hace una semana, en la manifestación, dándome muy buena impresión, a pesar del olor a su afición que le circundaba.

Escribo ésto sobre él porque ayer se despidió de mi. Ha conseguido lo que quería, independizarse de sus padres en un piso de Málaga. Se despide, porque allí no tendrá internet en mucho tiempo, y le daba pena desaparecer de mi vida sin decirme nada. Ésto me parece admirable en él, pues siempre había dado una imagen de chico duro reacio a mostrar sus sentimientos, y más conmigo. Descubrí, más que nunca, que todo el mundo tiene su corazoncito, y que él tiene uno especial, en el que guardaba un rincón para mi. Él no lo dijo de manera tan cursi, por supuesto, pero sé que eso es lo que quería decir. Ha sido una persona a la que le he cogido mucho cariño, y me da pena no volverle a ver por estos pagos... menos mal que tengo su móvil, y algún día iré a visitarlo a Málaga, o quedaremos a caballo entre su ciudad y la mía.

Un besazo para todos, pero uno más especial para él. Ahora, me voy a duchar, y voy a pasar una divertida tarde-noche con Lara, Chris, Martin, y todos los demás.

Bueh, pongo otro... poema, este dedicado a eGeo, aunque también es de él, dedicado a su novio francés..

Efímero


En
el mar gime el lento
susurro
de las rocas.
Mis
manos te buscan
en
este éter de azabache
que
el profundo respirar de las olas
tiñe
de paz y melancolía.
Pero
cuando hallo tus manos ,
los
tímidos dedos
que
caen con dulzura encadenados
a
los míos ,
me
aterra la sospecha :

Si tu voz, si tus ojos son
sólo sombras.
Si quiero alcanzar tus labios
y te desvaneces
como un néctar efímero .
Amor , si no fueras cierto
¿ Qué sentido tendría creer ,
amanecer cada día con tu voz
como un eco en mi pecho
y una sonrisa
bendiciendo mi boca ?

jueves, 20 de noviembre de 2008

Strange days


Los dos primeros días de la semana han sido muy muy extraños... no he estado especialmente ocupado, pues tenía pocas cosas que hacer... pero en mi cabeza se han amontonado miles de emociones diferentes que intentaré ahora desgranar en mi cada vez más (y estoy decidido a acabar con ello) olvidado (por mí) blog.

El lunes lo empecé algo tocado del ala. Me levanté tarde, muy cansado, por lo que durante toda la mañana en clase la pasé medio dormido. Me desperté del todo, pero volviendo a una realidad de pesadilla, al oir la nota de Matemáticas. Un 5.5... mal, muy mal empieza la cosa. No pude evitarlo, y me vine abajo. Ya que de por sí añoraba más de lo normal al chico de mis sueños (pues había soñado con él), al añadirle la frustración, me vi de nuevo desesperado. Mal, muy mal día había empezado, y peor iba a continuar. Gracias a que me dieron la fatídica noticia en la última hora de clase, mi dolorosa tristeza no se hizo muy patente, y pude llegar hasta casa sin derramar una sola lágrima. Las fuerzas de derramar el torrente de miedo eran incontenibles. Me sentía realmente mal, veía mi futuro negro, separado del amor de mi vida, con esa sensación de estar pero no estar, de tener pero no tener para siempre. Habría aguantado mucho así, sí, porque lo quiero... pero sería una existencia triste, sin causa.

Como dije, conseguí llegar a mi casa. Nada más entrar, soltar las cosas y sentarme en la mesa, mi padre vio que yo estaba mal. Me preguntó que si me pasaba algo... yo le habría sido sincero y le habría contado que echaba de menos a eGeo.... de no ser que mi hermana y mi madre estaban delante. De manera que les informé de mi fracaso en los números, como justificando mi cara alargada y mis ojos apagados. Comí malamente y me fui a mi cuarto. Intenté hacer cosas de la academia de inglés, pues llevo más de un mes y medio con un test de examen que aún no había empezado, cosa larga y ardua que debía hacer bien, con tiempo. A las 5, como costumbre que se está implantando en mi vida, eGeo apareció en mi pantalla. Estuvimos hablando, le dije que estaba mal, e intentó animarme. Al ver su cara bonita sonriéndome, todo se me pasó, volví a tener esperanza y a sentirme feliz de toda la situación. Poco pudimos ponernos la cámara (cosas de la red), y eso medio que me frustró, pero decidí no hacerle caso, pues debía luchar por que el día acabase bien. ¡Qué equivocado estaba!.

Se despidió del messenger, y volví a mis tareas. Ahora sí, debía ponerme a fondo con inglés, pues el tiempo volaba, y tenía más cosas que hacer. Pero, para mi sorpresa, eGeo me llamó a las 6... y no tuve más remedio, sintiéndolo mucho, que decirle que no era el mejor momento para hablar, pues debía aprovechar el tiempo, que ya hablaríamos por la noche. Y se molestó, me dijo que ya hablaríamos, y colgó. Entiendo que se molestase, porque él también estaba un poco mal anímicamente ese día y quería hablar conmigo. Pero yo, por una vez, tuve que dejar a un lado el placer, lo que me gusta, y centrarme en lo que debía, los estudios. Sinceramente, me sentó como una patada que me colgase tan rápidamente... pero enseguida me tranquilicé pensado que lo había hecho sin querer y que se arrepentiría.

En efecto, al poco rato volvió a vibrar mi teléfono móvil. Le di unos segundos de suspense a la situación, y lo cogí. Como pensaba, era para pedirme perdón... y se lo dí. Se sentía arrepentido, y eso era lo que a mi me valía. Había pensado sobre ello y llegado a la correcta conclusión de que había hecho mal. Pero, oh, desdichado azar, justo cuanto terminaba la conversación, apareció mi madre en escena. No pude despedirme bien de él, y le corté de malas maneras. Me sentí mal... pero esperaba que él hubiese entendido que era fortuito, sin premeditación, no tuve más remedio, pero mi sentimiento sí que estaba. Pasados unos segundos, recibí un mensaje suyo... preguntándome que qué me pasaba. Le respondí que había sido sin querer, y al rato me envió uno de los bellos mensajes que me gustan a mi. "Te quiero". Le respondí en alemán. Yo ya estaba bien.

Pero como es ya regla general, si un día ha de ir mal, mal irá. Por la noche, mientras cenaba, me dejé el messenger encendido, y entonces él empezó a hablarme. Al ver que no contestaba, se enfadó, pensó que no quería responderle, y se despidió diciendo que hablaríamos mañana. Le respondí, pero ya era tarde... así que me puse a leer, teniendo en mis planes más urgentes llamarlo cuando diesen las doce. Llegó el momento, y le llamé. Siete pitidos. Pues nada, estará ocupado. Dos minutos después, otros siete pitidos más. Un total de 161 molestos "piiii" perforaron mis impacientes oídos. Estaba desesperado. Le mandé dos mensajes. ¿Por qué diablos no contestaba? ¿Es que de veras no quería hablar conmigo? ¿Estaría tan enfadado? ¿Cómo era capaz de hacerme ésto, lo que más me puede doler, no cogerme el teléfono y abandonarme, sabiendo lo mal que llevo la distancia, y más si no oigo su voz? ¿O quizás era que se había dormido? A partir del último mensaje y de las últimas cansadas llamadas, ya me aseguré que se había quedado dormido. Para entonces, sobre las 2 de la mañana, ya estaba demasiado mal como para pensar con claridad, y todo el mundo se me vino encima. Los monstruos de la oscuridad volvieron a caer sobre mi, me acorralaron y me reptirieron todas esas cosas que no quería oir. Pero que, por alguna sadomasoquista razón, quería escuchar. Odio esos momentos, porque sé que me inflijo dolor (psicológico) a propósito, lo busco y lo encuentro, sabiendo que está mal y que no debo hacerlo. Volví a mis pesadillas de antaño, volví a sentirme solo, a verme como un ser deforme en una sociedad perfecta, que no se merece ensuciar la bella imagen del mundo, volví a creer que mi futuro sería igual que todo el doloroso pasado y que todas las esperanzas y ganas de vivir que había sentido habían sido vanas. Eso era lo peor, la sola idea de pensar que los felices momentos con él habían sido como un oasis en un desierto de arena, un resquicio de paz en una tormenta de furia, que me hubiese situado en el ojo del huracán... pero que el centro haya pasado de largo y me encuentre de nuevo en toda la conmoción nefasta de mi anterior vida, eso era lo que me daba pena. La noche del lunes al martes lloré como hacía mucho tiempo que no lloraba. Lloré de pena, de rabia, de sufrimiento, de frustración. Lloré porque no escuché su maravillosa voz una noche más. Lloré porque me veía encerrado en el mismo bucle, mordiéndome la cola, regresando al punto de partida. Una atracción de feria subterránea que, por un brevísimo espacio de tiempo subió a la superficie a respirar aire fresco para luego, cuando ya piensas que es hora de bajarte y empiezas a disfrutar de las vistas, volver de nuevo a las tenebrosas profundidades. Gracias al cielo, la noche pasó, y yo caí rendido ante el poder de Morfeo.

El nuevo día, como viene ocurriendo desde siempre, amaneció por la mañana. Me desperté y no me acordé de la noche anterior... hasta que vi el montón de pañuelos de papel arrugados encima de la mesa, sentí un dolor de cabeza tremendo y mi garganta seca ardía en extraño dolor. Volví a deprimirme... pero sobre todo, me sentí un poco furioso con él. Preferí dejarlo pasar, e intentar olvidarlo. Apenas logré conseguirlo durante la clase de literatura, hablando con la profesora del libro que nos teníamos que leer ("El árbol de la ciencia"), de sus personajes y de lo que quería expresar el autor. Hasta que volvió a sacudirse mi bolsillo, con dos mensajes suyos, y muchas sucesivas llamadas. No le contesté ninguna... ya habría momento de hablar, ahora tenía que evadirme un poco de la situación para luego, en el recreo, retomarla con mucha más claridad y fuerza.

En el recreo estuvimos hablando... y dijimos todo lo que tuvimos que decir. ¿Y qué cosas dijimos?Pues empezaron cosas feas, malas, tontas, pero terminamos como siempre, expresando nuestro amor. Él estaba muy arrepentido, no se había dado cuenta de lo que había sentido yo la noche anterior, me pidió perdón mil y una veces ya que no quería haberme hecho daño... y, por supuesto, yo le perdoné. No fue culpa de ninguno de los dos... sólo que Morfeo se detuvo primero en Logroño antes de llegar a Málaga. Cosas que pueden pasar, pero que, si te pilla en un mal momento y en las circunstancias más adversas, pueden hacer que te vengas abajo. Él también había sufrido, se había rayado lo suyo, y había pensado cosas malas, muy malas. Cuando terminó el recreo y volví a clase, Kitty pudo ver de nuevo mi rostro resplandecer con la alegría de los otros días.

Salí del instituto y me encontré por el camino con Lea. Lleva dos semanas faltando (ja, esto me recuerda al último trimestre de 1º...) pues tiene mal la uña del pie (ralladas, que si se la cortó mal, que si le salió una úlcera...), osea, que tiene que operarse dentro de poco. El caso es que la saludé y estuve un ratillo charlando con ella. Tenía que volver pronto a casa, pues mi padres no están acostumbrados a que tarde mucho... pero cuando estaba en el portal, mi móvil volvió a vibrar. Era el amor de mi vida, echo una magdalena, llorando, muy muy afectado por ciertas cosas que habían pasado, bueno, por su riña con la madre. Tenía poco tiempo, así que me empleé a fondo y en unos 10 o 15 minutos lo animé lo que pude. En mi portal, reflejada en los largos espejos sobre las paredes, mi cara demostraba una serenidad increíble, nerviosidad, temor, desesperación. Y es que, aunque no lo quiera, cuando eGeo está mal, yo estoy también mal. No soporto ver a la persona que más quiero así, derramando lágrimas que no llegarán a mis labios, él, precisamente el que más se merece la felicidad. Pero estamos separados, y toda la felicidad que le puedo dar es vía oral... de manera que debemos imaginar y coger ya un poquito de toda esa felicidad que tendremos en el futuro. 

Muy a mi pesar, tuve que acelerar el proceso para animarlo, pues ya llegaba bastante tarde. Sobre las 4 menos veinte subí en el ascensor, habiendo cesado ya el torrente de lágrimas de mi novio (me encanta esa palabra), y justo al salir al rellano de mi piso, vi como mi madre cerraba la puerta. Me acerqué, abrí, y entonces me preguntó que dónde estaba. Le dije que había estado hablando con Lea, pues era la verdad... y me dijo que no, que yo había estado hablando por teléfono pues me había escuchado al bajar por el ascensor hacia el sótano. Lo acepté, pero también volví a asegurarle que había estado con Lea... no le mentía en nada. Me dejó comiendo solo en el salón unos filetes fríos, se fue a la habitación de mi hermana a hablar con ella. Cuando recogí la mesa y la cocina, le pedí perdón, diciéndole que era urgente, que no lo hice queriendo. Me habría visto la cara de situación que tenía, pálida, con el labio inferior temblando, por lo que también me pidió perdón, y todo se arregló.

Enseguida, a las 4, volví a llamar al amor de mi vida, cuando me relató ya todo lo ocurrido. Acabó la conversación tranquilo, más alegre y paciente, justo cuando llegó a la ciber. Entonces lo vi, pude ver sus ojos todo el sufrimiento que tenía él pero tambien todo el amor que me tenía guardado y que me había prometido. Desde entonces, el día empezó a marchar bien. Tenía que escribir una historia para las clases de inglés, y él fue el que me inspiró. Escribí nuestra historia, algo adaptada, en versión heterosexual. La escribí larga, bonita, con detalle, y muy muy sentida. A las 8 salí para las clases y le entregué la historia a la profesora... la leyó en voz alta (suele hacerlo con las mías, dicen que son muy buenas), le encantó, y me felicitó. Dice que puedo sacar perfectamente un B, o incluso un A, en el First Certificate, el examen de Cambridge al que nos presentaremos en Junio del año que viene. Así, con título y todo, me iré a vivir con mi niño.

Esa misma noche volvimos a una hora más... ya completamente normales. El día de ayer, miércoles, transcurrió con normalidad, me fui a estudiar física con Kitty a su casa, me leí las últimas 100 páginas de "El árbol de la ciencia" y mantuve una de las más bellas conversaciones con eGeo que he tenido. Hoy hice el examen del libro de Pío Baroja, creo que me ha salido bastante bien... mañana tengo el de física... que también espero que me salga bien.

Este fin de semana me quedaré aquí... así que postearé cuando pueda. Mil millones de disculpas... pero bueno, al menos, el post me ha salido larguillo :P

Pd: Una foto extraña, para unos días extraños.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Alex, manifestación, ramen, etc...


Llevo ya siglos sin escribir (bueh, dos días, pero seis sin hablar de mi vida diaria, cosa ya importante) sobre lo que ha pasado en esta última semana, así que  aquí viene un pequeño resumen. 

Empezó bien, como todas, estudiando. Tocó matemáticas y lengua. El primero me salió horrorosamente mal, como pudo ver eGeo, ya que ese día fue terrible para mi. El segundo, que lo hice este jueves, lo bordé con hilo de oro, la parte de literatura me quedó para enmarcarla. Las clases han transcurrido normales, a excepción de dos cositas curiosas. La primera es que el miércoles durante la clase de Estadística, Alex, quien no había venido, le había mandado un mensaje a una amiga suya, solo para saludarme a mi y a mi compañera de asiento. También, el día anterior, cuando yo estaba en el pasillo, se acercó por detrás y me hizo como cosquillas en el hombro, pareciendo ser algo parecido a un masaje, a lo que yo me aparté, tras lo cual estuvo un rato hablando conmigo. Acontecimientos muy interesantes... que me hicieron pensar. ¿Podría por casualidad darse quizás la posibilidad de que él se interese por mi? Lo he pensado... y ahora veo que sí, puede ocurrir. Porque la felicidad que eGeo despertó a mi se me nota a la legua, y eso afecta a mi físico...¡hasta me lo ha dicho mi abuelo! Mi abuelo paterno siempre adulaba a mi hermana, diciéndole que estaba muy guapa, y a mi no me decía nada... hasta ayer mismo. Me dijo que me estaba convirtiendo en un chico muy apuesto, que tendría a las chicas locas ("¡Jajaja, sí, bueno, no precisamente!"). Le dije que sí, que al fin había dejado de ser un patito feo, para convertirme en un cisne... pero en un cisne feo. ¿Qué más puedo pedir?. El caso es que esta belleza que siento en mi cuerpo no se me va a subir a la cabeza (más que nada porque, aunque no quiera aceptarlo, mi cara sigue igual...), así que sé lo que haré si sigue Alex dando muestras de interés. Al principio nada, solo pasar de él, alejarme un poco... no le diré que soy gay, ni que tengo novio. Si se da el caso de que vaya más y queden sus intenciones bien claras, también le dejaré claro desde el primer instante que tengo novio. Y punto,  no interesa para nada, como mucho, por la especie de apuesta realizada con Sophía Lauren.

Tengo los dedos fríos, me duelen, al igual que la garganta, protegida por el pañuelo de mi niño. Te quiero eGeo, te quiero y te adoro y te amo... y te necesito. Te echo de menos, no puedo evitarlo. Cuento los días que faltan hasta que nos veamos, aunque no sepa bien cuál es la fecha límite de la espera.

A pesar de todo lo que ocurrió, ocurre, y ocurrirá, yo voy a seguir escribiendo tranquila pero rápidamente, deseando que lo que pongo aquí sea de su agrado. La otra cosita interesante ya supongo que os será conocida, o eso espero: el jueves hubo, una vez más, manifestación contra el Plan Bolonia. Ahora no tengo tiempo para explicaros en qué consiste y por qué me opongo a él, pido mil disculpas que espero que sepan aceptar. Sí os contaré que ese día, tras hacer el examen de lengua y sentirme orgulloso de él (luego vendrán las sorpresas...), aprovechando la huelga estudiantil y que no seguíamos dando clase, ocho amigos y yo nos dispusimos a coger el tren y largar hasta Málaga, a quejarnos un rato. El pequeño grupo estaba formado por Ariadna, el mijeño guapo, Julián y su Lola, un chico compañero mío durante muchos cursos, Paco (ya hablé de él... tampoco dije mucho interesante, sólo que me gustan sus ideas, piensa muy bien), dos chicas más con las que no tengo mucha relación, de esas personas cuyas vidas piensan que son aburridas, y por supuesto, yo. A las 11 ya estábamos en Málaga... e imaginad a quién me encontré al salir del vagón del tren de Cercanías... ¡a Lara! Me alegró mucho verla, estuve un rato con ella, pero hube de volver con mi grupito. Hasta las 12 estuvimos en el nuevo Fnac que han abierto, precioso, donde encontré varios discos que me compraré cuando vuelva con dinero. A las 12 ya estábamos frente al "edificio negro", el lugar donde se suelen quejar todos los jóvenes. Al poco tiempo empezamos a movilizarnos.

Había gente de todo tipo. Pijos, hippies, yonkies, skaters, alternativos, snobs, rockeros, etc... ¡y gays! Delante nuestra marchó durante un largo rato dos parejas de chicos cogidos de la mano, de aspectos muy diferentes. Uno bajo, el otro alto, uno con pelo largo y vestido de negro, el otro repeinado y con jersey se cuadros. Pero guapos novios, que se besaban delante de todos, y se decían cosas bonitas. No tenían miedo a lo que pudieran decir alrededor, pues todo el mundo iba a su bola. Eran universitarios. Deseé con más fuerza que nunca tener ya los 18 años y medio y estar en Madrid con mi novio eGeo paseando por la calle, o gritando en las manifestaciones a las que asistiremos. Vivir nuestra vida, sin que las opiniones de los demás nos pudieran hacer daño, ni siquiera preocuparnos. Me sentí feliz, porque me puse en la piel de la parejita y sentí su felicidad, poca comparada con la que sentiré al lado del chico de mi vida dentro de un año.

En mitad del acontecimiento me acordé de algo. Hay un chico que conozco desde hace años, de Torre del Mar, con el que he trabado mucha amistad por msn, pero nunca nos habíamos atrevido a quedar en persona. Pues bien, el día anterior me dijo que iba a ir a la congregación, así que me mantuve atento por si lo veía. Tenía pocas esperanzas, en ese mar de miles de personas... pero el caso es que lo vi. Temiéndome que no fuera él, dejé atrás a mi pequeño grupo, avancé entre las aguas, y nervioso puse mi mano en su hombro. No sé cómo, pero le dije con toda la tranquilidad del mundo "¡hey, te pille!". Se dió la vuelta... y si, era él. Oscuras gafas de sol tipo policía Ray Ban y una gorra negra. Era guapo, sí... lo que no me gusta es su afición, por la que hemos discutido mucho. Olía a marihuana. Fuma maría, y otras cosas, le gusta, dice que le abre la mente. Respeto su opinión, pues nunca ha intentado convencerme de ella, aunque sí me ha explicado muchas veces por qué lo hace. A mi, sinceramente, no me importa, somos buenos, amigos, me ha contado muchas cosas y yo se las he contado a él, y punto. Algún día hablaré más extensamente sobre él, lo que representa, y lo que ha vivido.

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Parón de 15 minutos para comprar unas hamburguesas en el Burguer King más cercano. He terminado de los nervios, pues la tipeja estaba "apamplá", es decir, en las nubes, y con una cara de colocada increíble, a la que había que repetirle mil veces lo que querías, para que luego te dijese que sólo hay hamburguesas determinadas hamburguesas... ¡menudo día ha elegido mi madre para "alimentarnos" de comida basura!. Prosigo...

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Tras el estrechón de manos y algunas palabras cortadas (hasta él parecía más tímido que yo), volví con los míos, aunque sobre la 1 y media me grupo se aburrió, y nos dividimos. Yo estuve por el centro con Ariadna, los dos chicos y el mijeño, en la calle Larios y derredores. Paramos a un Pans and Company, me tomé un bocadillo delicioso y me volví a encontrar de nuevo con Lara. Charlé con ella, y nos despedimos ya hasta el próximo fin de semana. Con mis ya cansados compañeros pasé un bonito rato en un parque cercano, tomando el sol y viendo a los guapos skaters hacer de las suyas sobre las cuatro pequeñas ruedas. Sobre las 5 el día malagueño acabó, aunque hicimos una parada en el inmenso complejo comercial Plaza Mayor, aunque yo quisiera estar en el msn charlando con mi chico, el cual me esperó el pobre sin resultado. Esa es una parada obligatoria para cuando venga eGeo. Lo tengo todo planeado. Cuando vaya a recogerlo a la estación María Zambrano de Málaga, bajaremos del tren (cuando pare) en ese centro comercial, pasearemos por sus jardines, veremos sus tiendas y le besaré sus labios con sabor a buñuelos de chocolate, los que le compraré en el puesto al lado de la fuente. Con estos pensamientos, y muchos más, sentado en un vagón aparte pues no había espacio para mi con los demás, llegué a Fuengirola. El día siguió con normalidad.

El viernes por la tarde estuve con Sarita, Sally y la chica tímida en la casa de la pradera, perdón, de la primera. Sally se llevó a su nuevo novio. Ésta vez no me sentí nada mal, y respecto a ello es digno de mencionar que Sarita estuvo constantemente pendiente de mi, preguntándome si estaba bien. Sí, estaba muy bien, y se me notaba. El por qué... no lo sé, pues razones no tenía. Estaba bien porque sí, y porque ellos no estaban tan acaramelados como el otro día, quizás por el hecho de estar en casa ajena. Comimos ramen (el cual consiste en una sopa de fideos de trigo sazonada con salsa de soja y aderezada con carne, pescado o verduras. Sí, he tirado de la Wiki, porque tengo ganas de terminar de escribir y hablar con mi amor. Ejemplo en la foto de la comida asiática.), comprado en un supermercado chino, y después vimos "El viaje de Chihiro", película que me encantó. Ahora tengo en mente "El castillo ambulante", "La princesa Mononoke" u otros títulos del tipo, pues he descubierto que me gusta mucho el anime. Otro día más que se consumió el sol, y el sábado dió lugar a dos días de descanso y paz en la casa de mis abuelos en Córdoba. Al menos, hice muchas fotos...

Esta semana solo tengo un examen, así que escribiré mucho más. ¡Y acabaré finalmente con la historia!

¡¡¡Un besazo a todos!!!