jueves, 3 de febrero de 2011

No puedo decir que haya crecido. Tampoco puedo decir que sea mejor. No me veo más maduro, ni pienso que haya aprendido de todo. No sé ser feliz.

El Gato sigue igual que siempre, ¿para qué cambiar?. Sólo que ya apenas piensa. Es extraño. Aquella lucidez que creía que lo caracterizaba, parece haber desaparecido. Solo sufre y llora los días impares, los pares son grises, los primos deslumbrantes.

Ya apenas puedo escribir. Os confieso que empecé otro proyecto, hace ya bastantes meses, donde volcaba todos los sentimientos contenidos que dirigía a una chica sin nombre. El amor secreto es el más bello amor, pero acaba volviéndose en tu contra. Es un amor puro que no llega a ser del todo puro. Es un amor cargado de sentimiento, de magia idealizada. Y de dolor. El amor no correspondido es la antítesis del amor.

Ahora poco hago. Toco la guitarra cada vez mejor, aprendo a cantar, tengo un par de composiciones ahí, con sus letras tristes y monótonas. Tampoco la música será mi destino. Ni la fotografía.

No estudio y suspendo. Algo pasa conmigo, en el mundo académico, que todo se viene abajo. No he aprobado ningún examen, y a más de la mitad no me he presentado. Lo que más me preocupa es que, precisamente, no me preocupa. Me da todo igual, y eso no es bueno, necesito poder reaccionar, volverme a estudiar. Mañana tengo el último examen, de Historia de la Arquitectura, y ni siquiera me he leído los textos. Es una asignatura que me gusta, pero en cambio estoy aquí tumbado en la cama, a las 2 y media de la tarde, sin hacer nada.

No siento interés, quizás sea ese el problema. Sí, lo tengo claro, ese es el problema. ¿En qué momento perdí las ganas de vivir? ¿Cuándo dejé de correr para alcanzar la vida? Los días pasan y yo cada vez muero un poco más, llevo meses muerto. ¿Cuándo acabará esto?

Tengo miedo, la verdad. Porque me alejo cada vez más de lo que yo era, y de lo que quería ser. Ahora no sé qué soy, ni cuáles son mis principios, hacia dónde me quiero dirigir o de dónde parto.

Desilusiones amorosas, aburrimiento en la carrera, falta de fiesta y diversión, GRAVES problemas en la familia. La historia que cargo cada vez me pesa más. ¿Cuándo llegará el alto en el camino? Lo necesito, siempre lo necesitaré.

(Ahora sonrío. Recuerdo cuando hice el Camino de Santiago. Qué feliz era. En el segundo viaje que hice, perseguía la senda de un chico, el extinto eGeo. Tenía un sueño que seguir. Ahora no hay estrella fugaz que marque el camino.)

Es cierto que algunas cosas he ganado, pero supongo que es por la edad. Me he puesto muy guapo, visto muy bien y soy interesante para muchos chicos. Varias veces al mes termino en los brazos de alguno, siempre de forma imprevista, nunca premeditado. Tengo varios enamorados detrás, gente que me sigue, que ven su mundo en mis ojos. Yo no las busco, pero ahí están. Debería estar agradecido, o sentirme orgulloso, pero no, no es así. Porque son besos secos, sin sabor. Noches negras y revueltas, despertarte viendo pelos en la espalda de alguien de quien ni siquiera sabes los apellidos. Se da la vuelta, y la cara vacía te dice un "te quiero". Mi cara de horror y desesperación. ¿Qué es esto? ¿Por qué lo estoy haciendo? Ellos para mi no son nada. ¿Cuándo empezaste a ser tan frío, gélido Gato?



Espero volver a llegar aquí otro día y reescribir mi historia. Daros, darme, buenas noticias. El Gato quiere volver a ser Gato. No quiere ser nieve soluble, sombra sin nombre.