martes, 28 de octubre de 2008

eGeo y Gato - Octava parte: Disfrutando con mi ángel


Estábamos en la cima del mundo. Ante nosotros se divisaba Navarrete y toda la vasta región verde y arboleada, tras nosotros estaba el viñedo. El lugar era bastante alto, una especie de meseta donde se cultivaba el rectangular viñedo, en cuya esquina más sobresaliente estábamos sentados, sobre un cuadrado de hormigón situado encima de un cilindro, que pienso que debía guardar una boca de riego.

Éramos los reyes del universo. Los artífices de todo, no había dioses, porque la realidad la habíamos creado nosotros. No estábamos soñando, porque no existe sueño tan perfecto como pasar un rato con la persona amada, como pude descubrir. Ese hormigueo en el estómago, pero también esa tranquilidad... esa paz... por primera vez en mi vida, supe qué era vivir el momento. No pensar en el futuro ni en el pasado. Sólo mirar a esos ojos que nada más quieren mirarte a ti. Acariciar su cabello, su cuello, su graciosa nuez, bajar por su fuerte espalda hasta la cintura. Saber que es algo prohibido, pero que tienes permiso para hacerlo, porque ya nadie pone reglas. Tal complicidad entre los dos... no teníamos que decir nada, si yo quería besarle e interrumpirle la conversación, lo hacía, no se iba a molestar, como yo no me molestaría en nada que él me pidiese, pues yo estaba dispuesto a todo. Estaba con él, después de todo lo que he pasado antes en mi vida, no es momento para andarse con tonterías y sí es el momento de disfrutar sin miedo.

Allí, sobre esa inestable superficie, nos intercambiamos nuestros regalos. Al igual que a eGeo, omití total e inconscientemente el pequeño detalle que habíamos tenido esa misma mañana. Volved unas 10 horas atrás. Allí, en la montaña fría donde corría tanto viento, nos despojamos de todas nuestras ropas y nos intercambiamos los boxers, justo antes de salir pitando hacia la óptica. Desde entonces, todos los viernes en conmemoración con ese día me pongo su ropa interior... es algo tan bonito, saber que llevo puesta una suave prenda que él ha utilizado tanto, y de una manera tan íntima... Ahora, regresad al futuro. Los nuevos regalos, mi pequeña sorpresita que le tenía preparada... se la di al fin. El presente en cuestión consistía en un llavero de acero inoxidable dividido en forma de corazón, es decir, una mitad del corazón para él, y otra para mi. Me parece que es una bonita forma de simbolizar nuestro amor complementario, espero que le haya gustado. También le regalé una pequeña tontería, que no sé si le hizo ilusión o no... le dí una foto mía con 7 añitos, en la que salía demasiado guapo para ser yo... pero espero que almenos tenga un recuerdo, antiguo, pero un recuerdo de mi pasado ^^. Él me dio una pulserita muy mona, azul, que me encanta, y que nunca me quitaré. ¡¡Gracias eGeo, sé que no hace falta gastar dinero para decirte que te quiero, pero esta muestra material de amor fue maravillosa!!

Ya habíamos hecho lo que debíamos hacer... y ahora tocaba la diversión, dar rienda suelta a la pasión que yo tanto había guardado. Allí, en el extremo de la plantación, delante de todo Navarrete, todos los campos colindantes inferiores y a la vista del que se atreviese a mirar, él sentado sobre el hormigón y yo de rodillas, le volví a hacer una felación, que a mi me encantó, maravillosa (y si me permitís... riquísima... pff!). Me dijo que si quería ir a la penetración... pero no le contesté, en parte porque me daba un poco de miedo, y en parte porque ya estaba muy bien así. Cuando estaba en la "faena" empezamos a escuchar cascos de caballos, eran jinetes provenientes de una escuela de equitación cercana. Los veíamos subir por la ladera de enfrente, pensando que no llegarían hasta nosotros... pero imaginad cuál fue nuestro horror cuando vimos que aparecían aproximándose en línea recta hacia nuestra posición. Corriendo, nos pusimos bien la ropa, cogimos las cosas y nos fuimos andando rápidamente hacia el otro lado del campo, perpendicular a donde ellos se acercaban. Nos metimos en una de las calles del viñedo, y allí nos escondimos hasta que pasaron. Yo creo que vieron, sin duda porque había suficiente visibilidad y luz, a dos chicos tocándose y con los pantalones casi bajados, tapándose estúpidamente con los rácimos de uvas. Ja, me gustaría saber ahora quién se tomará esas uvas en Nochevieja... ¿serás tú el afortunado? :P 

Pero eso no dejaba de darle más interés al asunto... si, vale, lo confieso. Me puso muchísimo saber que alguien desconocido nos podría ver, pero que no iban a hacer nada. Eran unos 12, y muchos de ellos eran jóvenes... ¡y encima, una estaba grabando en vídeo!. Por primera vez en mi vida soy protagonista de esas curiosas anécdotas tan graciosas que se cuentan en los recreos, en clase, o en el bar, para provocar la risa ajena y caer bien. ¡Espero que hagan buenos chistes sobre nosotros!. Finalmente, pasaron... y volvimos a lo nuestro. Hablábamos tranquilamente, nos besábamos... volvimos al tema "central", osea, volví a arrodillarme... hasta que se lo dije, seguro de mí mismo. Sí, quiero hacerlo contigo. Volvimos a besarnos, unos besos enormes, largos y profundos. ¡Qué bien besaba! Era tan tierno, tan perfecto todo... Me encantó sentir la humedad de su boca entre mis labios, mi lengua saborear sus dientes, sus músculos masajeando los míos. Os parecerá asqueroso... pero sabéis lo que lo habéis probado que es divino. Y lo que no lo habéis probado, os aseguro que ya lo probaréis, a todo el mundo le llega.

Pero era momento de hacer cosas nuevas...

(Continuará)

¡¡Un besazo a todos!!