jueves, 20 de noviembre de 2008

Strange days


Los dos primeros días de la semana han sido muy muy extraños... no he estado especialmente ocupado, pues tenía pocas cosas que hacer... pero en mi cabeza se han amontonado miles de emociones diferentes que intentaré ahora desgranar en mi cada vez más (y estoy decidido a acabar con ello) olvidado (por mí) blog.

El lunes lo empecé algo tocado del ala. Me levanté tarde, muy cansado, por lo que durante toda la mañana en clase la pasé medio dormido. Me desperté del todo, pero volviendo a una realidad de pesadilla, al oir la nota de Matemáticas. Un 5.5... mal, muy mal empieza la cosa. No pude evitarlo, y me vine abajo. Ya que de por sí añoraba más de lo normal al chico de mis sueños (pues había soñado con él), al añadirle la frustración, me vi de nuevo desesperado. Mal, muy mal día había empezado, y peor iba a continuar. Gracias a que me dieron la fatídica noticia en la última hora de clase, mi dolorosa tristeza no se hizo muy patente, y pude llegar hasta casa sin derramar una sola lágrima. Las fuerzas de derramar el torrente de miedo eran incontenibles. Me sentía realmente mal, veía mi futuro negro, separado del amor de mi vida, con esa sensación de estar pero no estar, de tener pero no tener para siempre. Habría aguantado mucho así, sí, porque lo quiero... pero sería una existencia triste, sin causa.

Como dije, conseguí llegar a mi casa. Nada más entrar, soltar las cosas y sentarme en la mesa, mi padre vio que yo estaba mal. Me preguntó que si me pasaba algo... yo le habría sido sincero y le habría contado que echaba de menos a eGeo.... de no ser que mi hermana y mi madre estaban delante. De manera que les informé de mi fracaso en los números, como justificando mi cara alargada y mis ojos apagados. Comí malamente y me fui a mi cuarto. Intenté hacer cosas de la academia de inglés, pues llevo más de un mes y medio con un test de examen que aún no había empezado, cosa larga y ardua que debía hacer bien, con tiempo. A las 5, como costumbre que se está implantando en mi vida, eGeo apareció en mi pantalla. Estuvimos hablando, le dije que estaba mal, e intentó animarme. Al ver su cara bonita sonriéndome, todo se me pasó, volví a tener esperanza y a sentirme feliz de toda la situación. Poco pudimos ponernos la cámara (cosas de la red), y eso medio que me frustró, pero decidí no hacerle caso, pues debía luchar por que el día acabase bien. ¡Qué equivocado estaba!.

Se despidió del messenger, y volví a mis tareas. Ahora sí, debía ponerme a fondo con inglés, pues el tiempo volaba, y tenía más cosas que hacer. Pero, para mi sorpresa, eGeo me llamó a las 6... y no tuve más remedio, sintiéndolo mucho, que decirle que no era el mejor momento para hablar, pues debía aprovechar el tiempo, que ya hablaríamos por la noche. Y se molestó, me dijo que ya hablaríamos, y colgó. Entiendo que se molestase, porque él también estaba un poco mal anímicamente ese día y quería hablar conmigo. Pero yo, por una vez, tuve que dejar a un lado el placer, lo que me gusta, y centrarme en lo que debía, los estudios. Sinceramente, me sentó como una patada que me colgase tan rápidamente... pero enseguida me tranquilicé pensado que lo había hecho sin querer y que se arrepentiría.

En efecto, al poco rato volvió a vibrar mi teléfono móvil. Le di unos segundos de suspense a la situación, y lo cogí. Como pensaba, era para pedirme perdón... y se lo dí. Se sentía arrepentido, y eso era lo que a mi me valía. Había pensado sobre ello y llegado a la correcta conclusión de que había hecho mal. Pero, oh, desdichado azar, justo cuanto terminaba la conversación, apareció mi madre en escena. No pude despedirme bien de él, y le corté de malas maneras. Me sentí mal... pero esperaba que él hubiese entendido que era fortuito, sin premeditación, no tuve más remedio, pero mi sentimiento sí que estaba. Pasados unos segundos, recibí un mensaje suyo... preguntándome que qué me pasaba. Le respondí que había sido sin querer, y al rato me envió uno de los bellos mensajes que me gustan a mi. "Te quiero". Le respondí en alemán. Yo ya estaba bien.

Pero como es ya regla general, si un día ha de ir mal, mal irá. Por la noche, mientras cenaba, me dejé el messenger encendido, y entonces él empezó a hablarme. Al ver que no contestaba, se enfadó, pensó que no quería responderle, y se despidió diciendo que hablaríamos mañana. Le respondí, pero ya era tarde... así que me puse a leer, teniendo en mis planes más urgentes llamarlo cuando diesen las doce. Llegó el momento, y le llamé. Siete pitidos. Pues nada, estará ocupado. Dos minutos después, otros siete pitidos más. Un total de 161 molestos "piiii" perforaron mis impacientes oídos. Estaba desesperado. Le mandé dos mensajes. ¿Por qué diablos no contestaba? ¿Es que de veras no quería hablar conmigo? ¿Estaría tan enfadado? ¿Cómo era capaz de hacerme ésto, lo que más me puede doler, no cogerme el teléfono y abandonarme, sabiendo lo mal que llevo la distancia, y más si no oigo su voz? ¿O quizás era que se había dormido? A partir del último mensaje y de las últimas cansadas llamadas, ya me aseguré que se había quedado dormido. Para entonces, sobre las 2 de la mañana, ya estaba demasiado mal como para pensar con claridad, y todo el mundo se me vino encima. Los monstruos de la oscuridad volvieron a caer sobre mi, me acorralaron y me reptirieron todas esas cosas que no quería oir. Pero que, por alguna sadomasoquista razón, quería escuchar. Odio esos momentos, porque sé que me inflijo dolor (psicológico) a propósito, lo busco y lo encuentro, sabiendo que está mal y que no debo hacerlo. Volví a mis pesadillas de antaño, volví a sentirme solo, a verme como un ser deforme en una sociedad perfecta, que no se merece ensuciar la bella imagen del mundo, volví a creer que mi futuro sería igual que todo el doloroso pasado y que todas las esperanzas y ganas de vivir que había sentido habían sido vanas. Eso era lo peor, la sola idea de pensar que los felices momentos con él habían sido como un oasis en un desierto de arena, un resquicio de paz en una tormenta de furia, que me hubiese situado en el ojo del huracán... pero que el centro haya pasado de largo y me encuentre de nuevo en toda la conmoción nefasta de mi anterior vida, eso era lo que me daba pena. La noche del lunes al martes lloré como hacía mucho tiempo que no lloraba. Lloré de pena, de rabia, de sufrimiento, de frustración. Lloré porque no escuché su maravillosa voz una noche más. Lloré porque me veía encerrado en el mismo bucle, mordiéndome la cola, regresando al punto de partida. Una atracción de feria subterránea que, por un brevísimo espacio de tiempo subió a la superficie a respirar aire fresco para luego, cuando ya piensas que es hora de bajarte y empiezas a disfrutar de las vistas, volver de nuevo a las tenebrosas profundidades. Gracias al cielo, la noche pasó, y yo caí rendido ante el poder de Morfeo.

El nuevo día, como viene ocurriendo desde siempre, amaneció por la mañana. Me desperté y no me acordé de la noche anterior... hasta que vi el montón de pañuelos de papel arrugados encima de la mesa, sentí un dolor de cabeza tremendo y mi garganta seca ardía en extraño dolor. Volví a deprimirme... pero sobre todo, me sentí un poco furioso con él. Preferí dejarlo pasar, e intentar olvidarlo. Apenas logré conseguirlo durante la clase de literatura, hablando con la profesora del libro que nos teníamos que leer ("El árbol de la ciencia"), de sus personajes y de lo que quería expresar el autor. Hasta que volvió a sacudirse mi bolsillo, con dos mensajes suyos, y muchas sucesivas llamadas. No le contesté ninguna... ya habría momento de hablar, ahora tenía que evadirme un poco de la situación para luego, en el recreo, retomarla con mucha más claridad y fuerza.

En el recreo estuvimos hablando... y dijimos todo lo que tuvimos que decir. ¿Y qué cosas dijimos?Pues empezaron cosas feas, malas, tontas, pero terminamos como siempre, expresando nuestro amor. Él estaba muy arrepentido, no se había dado cuenta de lo que había sentido yo la noche anterior, me pidió perdón mil y una veces ya que no quería haberme hecho daño... y, por supuesto, yo le perdoné. No fue culpa de ninguno de los dos... sólo que Morfeo se detuvo primero en Logroño antes de llegar a Málaga. Cosas que pueden pasar, pero que, si te pilla en un mal momento y en las circunstancias más adversas, pueden hacer que te vengas abajo. Él también había sufrido, se había rayado lo suyo, y había pensado cosas malas, muy malas. Cuando terminó el recreo y volví a clase, Kitty pudo ver de nuevo mi rostro resplandecer con la alegría de los otros días.

Salí del instituto y me encontré por el camino con Lea. Lleva dos semanas faltando (ja, esto me recuerda al último trimestre de 1º...) pues tiene mal la uña del pie (ralladas, que si se la cortó mal, que si le salió una úlcera...), osea, que tiene que operarse dentro de poco. El caso es que la saludé y estuve un ratillo charlando con ella. Tenía que volver pronto a casa, pues mi padres no están acostumbrados a que tarde mucho... pero cuando estaba en el portal, mi móvil volvió a vibrar. Era el amor de mi vida, echo una magdalena, llorando, muy muy afectado por ciertas cosas que habían pasado, bueno, por su riña con la madre. Tenía poco tiempo, así que me empleé a fondo y en unos 10 o 15 minutos lo animé lo que pude. En mi portal, reflejada en los largos espejos sobre las paredes, mi cara demostraba una serenidad increíble, nerviosidad, temor, desesperación. Y es que, aunque no lo quiera, cuando eGeo está mal, yo estoy también mal. No soporto ver a la persona que más quiero así, derramando lágrimas que no llegarán a mis labios, él, precisamente el que más se merece la felicidad. Pero estamos separados, y toda la felicidad que le puedo dar es vía oral... de manera que debemos imaginar y coger ya un poquito de toda esa felicidad que tendremos en el futuro. 

Muy a mi pesar, tuve que acelerar el proceso para animarlo, pues ya llegaba bastante tarde. Sobre las 4 menos veinte subí en el ascensor, habiendo cesado ya el torrente de lágrimas de mi novio (me encanta esa palabra), y justo al salir al rellano de mi piso, vi como mi madre cerraba la puerta. Me acerqué, abrí, y entonces me preguntó que dónde estaba. Le dije que había estado hablando con Lea, pues era la verdad... y me dijo que no, que yo había estado hablando por teléfono pues me había escuchado al bajar por el ascensor hacia el sótano. Lo acepté, pero también volví a asegurarle que había estado con Lea... no le mentía en nada. Me dejó comiendo solo en el salón unos filetes fríos, se fue a la habitación de mi hermana a hablar con ella. Cuando recogí la mesa y la cocina, le pedí perdón, diciéndole que era urgente, que no lo hice queriendo. Me habría visto la cara de situación que tenía, pálida, con el labio inferior temblando, por lo que también me pidió perdón, y todo se arregló.

Enseguida, a las 4, volví a llamar al amor de mi vida, cuando me relató ya todo lo ocurrido. Acabó la conversación tranquilo, más alegre y paciente, justo cuando llegó a la ciber. Entonces lo vi, pude ver sus ojos todo el sufrimiento que tenía él pero tambien todo el amor que me tenía guardado y que me había prometido. Desde entonces, el día empezó a marchar bien. Tenía que escribir una historia para las clases de inglés, y él fue el que me inspiró. Escribí nuestra historia, algo adaptada, en versión heterosexual. La escribí larga, bonita, con detalle, y muy muy sentida. A las 8 salí para las clases y le entregué la historia a la profesora... la leyó en voz alta (suele hacerlo con las mías, dicen que son muy buenas), le encantó, y me felicitó. Dice que puedo sacar perfectamente un B, o incluso un A, en el First Certificate, el examen de Cambridge al que nos presentaremos en Junio del año que viene. Así, con título y todo, me iré a vivir con mi niño.

Esa misma noche volvimos a una hora más... ya completamente normales. El día de ayer, miércoles, transcurrió con normalidad, me fui a estudiar física con Kitty a su casa, me leí las últimas 100 páginas de "El árbol de la ciencia" y mantuve una de las más bellas conversaciones con eGeo que he tenido. Hoy hice el examen del libro de Pío Baroja, creo que me ha salido bastante bien... mañana tengo el de física... que también espero que me salga bien.

Este fin de semana me quedaré aquí... así que postearé cuando pueda. Mil millones de disculpas... pero bueno, al menos, el post me ha salido larguillo :P

Pd: Una foto extraña, para unos días extraños.