martes, 20 de enero de 2009

So happy together... hasta que s'acabó!


Mis ojos se abrieron y percibieron lo mismo que cuando los cerré por última vez. Las seis vigas en el techo. A mi lado estaba Alicia despierta pero sin hablar, como Chris, Martin, y J, desvelados aunque yacentes todavía, sin ganas de levantarnos. Eran las 10 de la mañana y el sol entraba con fuerza por el salón, atravesaba la puerta entreabierta y nos deslumbraba. M y Rober ya estarían en cualquier sitio, quizás desayunando, luego descubrimos que se habían ido a dormir al salón, no sabemos bien por qué.

Estuvimos alrededor de una hora y media somnolientos revolcándonos entre las sábanas. Alicia me decía que yo por la noche había hablado, había dicho cosas incoherentes, como "Notre Dame dos tres dos tres"... me quedé muy sorprendido, ya que no sabía que yo por la noche hablaba... aunque ella me aseguró que más sorprendida se había quedado, y más que nada, asustada, jeje. Espero que a eGeo no le importe que yo hable... y si es así, pues que me tape la boca, que me bese, o que me pegue un almohadazo, que yo no quiero molestar. Como Martin y Chris seguían con sus besuqueos matutinos, me fui a duchar. Una ducha espléndida en un cuarto de baño espléndido, salí como nuevo, listo para encarar un día más y ganar a todos en el Guitar Hero. La parejita se encerró misteriosamente en el cuarto mientras los otros desayunábamos tostadas con mantequilla Lorenzana, una mantequilla pura (¡y muy cara!) que me fascina.

La mañana pasó rápida, muy triste. El día era cálido, precioso, por lo que, tras jugar mucho con la batería y la guitarra, estuvimos largo rato paseando e inspeccionado el terreno. Estuve dando una vuelta solo por la parte posterior, por un caminillo que se internaba entre las colinas de bosque, pero no llegué muy lejos. Volví a la casa, y me senté con los demás en el puente sobre el  bonito riachuelo que delimitaba la finca. Hice más fotos, hablé con ellos, tomé el sol... y se empezó ya a echar de menos aquello, aún sin haberlo abandonado sentía nostalgia. Nos fuimos a comer tarde, sobre las tres y algo, puesto que habíamos desayunado muy tarde. Hicimos lasaña precocinada en el horno, deliciosa, aunque sobró demasiada, y es que Martin se empeñó en hacer una tercera bandeja. La cosa ya era distinta, estábamos todos muy callados. Teníamos una sola hora de libertad ya, pues a las 5 habríamos de ponernos manos a la obra, arreglar los cuartos, organizar el salón y limpiar todo lo que pareciera sucio. Los padres de Martin tenían que dar el visto bueno, para que en próximas ocasiones nos dejasen irnos más tiempo. Eso era todo lo que deseábamos, estar más tiempo, se nos había pasado demasiado corto. 

Esa hora de libertad, como decía... fue pésima para mí. Os pongo en situación. Estaba yo en el salón sentado en el sofá, con todo el mundo yendo de un lado para otro, algunos recogiendo, otros tomando algo de postre. Martin y Chris estaban en el suelo ante mí, acariciándose, besándose, primero tímidamente, luego, cuando me pude de manera que no me vieran la cara ni yo les viese, sin tapujos. Me puse a mirar mi móvil como quien no quiere la cosa... y vi los mensajes de eGeo. Entonces mi alma se empezó a marchitar más que nunca, mi cara se agravó, y en el corazón aparecieron sentimientos que creía lejanos, ya olvidados. Me sentí, sobre todo, desdichado, mucho. Mucho más me sentí cuando Alicia se sentó a mi lado, me miró a los ojos, y me preguntó si me pasaba algo. Entonces rompí a llorar. Como siempre, el Gato, en el momento más inoportuno se pone a llorar como una niña. Pero lloré y lloré, silenciosamente, sin que los demás se dieran cuenta, lloré sobre le hombro de Alicia durante un rato. No había manera de animarme, la compasión no me servía, simplemente me veía desdichado, con mala suerte, en un mundo que no estaba hecho para mí. Creía uqe todo me iba a salir mal siempre, y que para que algo debiera salir bien, tenía que esforzarme demasiado. El precio que tenía que pagar era mayor que la recompensa misma, o eso era lo que veía en ese momento.

Llevo varios días así, hasta que exploté allí. Necesitaba hacerlo... pero no quería derramar mis lágrimas contenidas en una casa ajena, durante un fin de semana que se suponía debía dedicar nada más que para mi disfrute, para despejarme, para olvidarme de todo y reponer fuerzas. Poco conseguí. Al menos redescubrí satisfactoriamente a mis nuevos amigos. Alicia se preocupó mucho por mí, en el viaje de vuelta, al abandonar ya ese paradisíaco lugar de evasión, me dijo que le dolía verme llorar. Se le veía apesadumbrada... entonces me arrepentí mucho más de haber sido tan débil. Pero es que no pude, no pude evitarlo, era ya incontenible. No quería que ella se sintiese mal... que lo hacía, porque no veía solución alguna a mi problema. Problema que ni yo sé clarificar...

Muy a nuestro pesar, el fin de semana se había acabado. A las 6 y algo ya estábamos de vuelta hacia el hogar. Volver a la rutina de siempre... solos, sin apoyo, repitiendo lo mismo cada día, sin motivación alguna.

Al menos puedo presumir de que estuve muy feliz durante estos dos días. Aunque no completamente feliz, por mucho que quisiera. Me pregunto si algún día lo estaré.


¡¡Un besazo a todos!!