viernes, 2 de enero de 2009

So happy together en Nochevieja.

Desde que recordé esa canción de The Turtles en el nuevo capítulo de hoy de Los Simpsons, no he dejaro de reproducirla una y otra vez, así que le he tenido que hacer un homenaje forzado hoy en este post. El clio, por cierto, es... es... bueno, vedlo vosotros. Dentro vídeo.






La noche de anteayer fue maravillosa. La primera Nochevieja que salí a la calle a celebrarlo, y bien lo hice. Vi a muchas de las personas que más quiero, bailé, me reí, hice el tonto, charlé con formalidad, me sentí guapo, libre y feliz. Empecemos desde el principio.

Después de escribir atropelladamente el último post del año, pues mi madre no paraba de decirme "amablemente" que apagase ya el ordenador, llegó mi abuelo de Antequera, y nos fuimos a cenar a casa de Sarita. Sus padres y los míos son muy muy amigos, desde hace mucho se conocen, que hasta invitaron a mi abuelo a pasar la velada. Íbamos ya preparados, yo con una camisa de rayas normal, pero con la ropa especial para la salida lista en una bolsa. La velada fue perfecta, mucha comida, mucho alcohol por parte de los mayores, tocaron la guitarra y cantamos villancicos, fue delicoso. Yo había hecho un brazo de gitano que resultó riquísimo y un mousse de chocolate que no me salió del todo bien, pero que era comestible. Nos comimos las uvas a la par que otros 45 millones de españolitos, planteando mentalmente nuestras propias metas para el 2009, y con ganas de hacerlas ya realidad. Nos dimos abrazos emocionados, descolcharon la botella de champán, sirvieron en los vasos, y brindamos felices. Sarita y yo empezamos a vestirnos. Ella, con un vestido negro de tirantes no ajustado, yo, un jersey negro sobre una camisa blanca, con pantalones negros, y la chaqueta de cuero por si acaso. Simple, pero formal, no demasiado elegante, pero sí lo suficiente como para parecer guapo y adecuado para esa noche especial. Mi hermana, la pobre, se moría de la envidia, ya que ella no iba a salir... decía que no tenía ganas, además, es aún demasiado joven... según mis padres. Yo, a los 17 años, he podido salir por primera vez en Nochevieja... eso sí, sin hora.

Después de despedirnos, Sarita y yo salimos a la noche costera. El tiempo era bueno, perfecto, corría brisa desde el mar, el cielo estaba encapotado pero no iba a llover. A la 1 ya estábamos en la plaza del pueblo donde dan las campanadas, tras el escenario, que habían montado para la celebración, en el que "cantates" "cantaban" "canciones" de ahora, conocidas por todos. Nos reunimos todos: Sarita, Sally, la chica tímida (que a este paso, nunca tendrá nombre), la inglesa con su novio, y cuatro o cinco más. Entre ellos, me encontré por sorpresa a una amiga mía que había tenido yo en el colegio, de la que me había distanciado en el instituto un poco... aquella chica con la que empecé las indagaciones para descubir a Mister X. Volví a hablar con ella tras tantos años, me contó que estaba saliendo con un chico, el que le acompañaba (un gorila espantoso) y yo le conté que también estaba saliendo con otro, pero que vivía en Logroño. Poco más hablé en toda la noche, se notaba que la relación se había enfriado en su momento y era imposible recalentarla.

Nos dirijimos todos bien guapos, cada chico trajeado menos yo, las chicas monísimas, a un pub irlandés muy grande, a tomar algo y a bailar un poco. Tomar, no tomé nada, y bailar, apenas hice el intento, ya que el local estaba abarrotado hasta los topes. Algunos saltitos apretujados, y enseguida nos cansamos. Estuvimos hasta las 2 y media, aproximadamente, luego salimos al exterior. La noche seguía siendo maravillosa. Nos fuimos al Burbujas, a la champañería tan famosa de aquí, a pedirnos una ponchera de mora. Tampoco tenía ganas de beber, así que ni pagué. Estuve un rato con todo el inmenso grupo, hasta que me llamó Lara para saber por dónde andaba. Antes ya me la había encontrado, al dirigirme con Sarita hacia la plaza, y teníamos pensado vernos a lo largo de la noche. Así que ella vino a verme al Burbujas y la acompañé fuera. Allí ví el increible espectáculo que estaba montando el rubito gay... como una cuba de borracho. Diciendo tonterías, dándole picos a todas las chicas, tocando culos, más salido que el pico de una plancha. A mí me intentaba meter mano, pero Lara me protegía poniéndose delante. Me decía que en realidad yo era muy guapo... y bueno, le tendré que creer... ¿no dicen que los niños y los borrachos dicen siempre la verdad?. Al menos, me subió el ánimo... aunque por supuesto, no permití que me tocase ni un pelo.

Me había separado totalmente ya de mi primer grupo, pasé el resto de la noche con Lara, el rubito gay, una amiga suya, y la lesbiana muy simpática. En un momento, acabamos en mitad de la calle abarrotada de gente Lara y yo agarrados en plan de tang, ella cantando "'Cause I Love You", de Edith Piaf, con toda su potente voz, y yo haciéndole los coros. Parecíamos borrachos, pero bien sobrios estábamos. Era la gloria, hacer tonterías en la calle y que nadie te mirase... porque en realidad a esas horas, casi a las 4, ya todo el mundo estaba loco. En plan bien, sin problemas, no vi ninguna pelea ni malos rollos, todos muy centrados. Después nos fuimos al Calabalumba, aquel lugar de los chupitos de nombres divertidos, aunque en esta ocasión no me pedí ni una loca pichita deformada, ni una mamada, ni nada de nada, seguí abstemio y pasándolo bien con todas mis facultades mentales. Allí volvimos a bailar, esta vez con más libertad. Hice el tonto, me reí con Lara, jugué con la bollerita, hasta me encontré con otro conocido del instituto de hace años. Allí estuvimos unas dos horas, hasta que al rubito gay se le pasó todo, ya que acabó vomitando. Eran alrededor de las 6 cuando salimos, nos fuimos a un puestecito, y me compré un gofre. Hasta las 7 y algo anduvimos por varios parques, sentados en el suelo, hablando, todos cuerdos ya que poquísima gente había bebido. Y, yo, al menos, más fresco que una rosa.

Al rato me llamó Sarita, que iban a desayunar churros en tal lugar, así que hacia allí con Lara y el rubito gay me dirigí. Allí nos hinchamos a churros, saciamos todo el hambre de la noche, y al relajarnos, el cansancio empezó a hacer mella en nosotros. Ya apareció el sol, se veía desperdicio y suciedad a lo largo de toda la ciudad, muchas personas volviendo a sus hogares, todos cansados y demacrados tras una eterna noche de juerga. No tan eterna para mí, que se me pasó en un santiamén, pero quizás sea porque estuvo carente de emociones nuevas.

La verdad, poco me importó. Lo pasé bien, muy muy bien, con las personas a las que más quiero, pasando el rato simplemente, como cualquier otra noche, pero durante el triple de tiempo. Me gustó pasar la noche afuera, mi primera Nochevieja, y es maravillosa. ¡Y tan solo me gasté 5 euritos de nada! Fue mejor el plan inesperado, el imprevisible, el espontáneo, que irme a una discoteca con 1000 personas más, allí borrachas de verdad, al haber barra libre.

Y ahora, con vuestro permiso, vuelvo a irme. He quedado con ellos para dar la última vuelta en estas vacaciones, ya que mañana vuelvo a irme a Torre del Mar. Hasta el miércoles 6, día de Reyes, cuando vuelva a casa. Ganas, no tengo ningunas, pero es ya tradición pasar estas fechas allá. Me acordaré de vosotros, mientras hago el trabajo de clase que no hice y leo los libros que debería haber leído.

¡¡Un besazo a todos!!