lunes, 1 de septiembre de 2008

Bienvenidos al Camping Internacional La Marina - Parte 1: La Partida Nocturna


Después de la extraña noche anterior, amanecimos en un día que sería muy ajetreado. Terminar de preparar las cosas (ya que las maletas estaban listas desde la tarde anterior), limpiar un poco las habitaciones y organizarlas, dejarle comida al gato, recoger a Miriam a su casa y darle las llaves de la nuestra a su madre. Ella, o su hijo Iñaki, se encargaría de ir a casa cada dos días, a ver cómo está todo, darle de comer al gato y jugar un rato con él.

Con el todoterreno cargado a tope, nos dirigimos a Antequera, a casa de mi abuelo. Antes de comer ya estábamos allí, y al poco tiempo llegaron mis primos con el hermano de mi madre. Viven a 30 km de nosotros, en Málaga capital... pero apenas los veo. Mi prima mediana, de un año menos que yo... con ella y mi hermana he pasado muy buenos momentos, hemos jugado a Embrujadas (yo era Leo, y el malo!), hemos hecho procesiones por el camino (le hacíamos un vestido a una barbie, la sentábamos en un trono que le hicimos de corcho, dos barras atravesadas... ellas las llevaba y yo iba delante marcando el paso con una vieja lata de pintura percutida por dos enormes destornilladores), también hemos jugado en la piscina, y hemos hecho nuestro periódico local, "Crónicas de Algaidas", el pueblo de mi abuela. Pero ese tiempo acabó... Ya sólo la veo cada vez que a su padre, mi tío, le da por traerla al campo justo cuando estamos nosotros. La última vez que estuve en su piso fue hace tres o cuatro años, cuando murió mi abuela, me parece... Y a mi tía, su mujer, si que hace años que no la veo. Ya ni en Navidades, con nuestra larga tradición familiar, estamos todos juntos... pero bueno, vuelvo al tema, que hay mucho que decir.

Comimos con ellos en la gran mesa del salón, y luego tocó la típica siesta de los mayores, y los menores viendo la tele sentado en los sillones del salón, jugando a las cartas, yo a la PSP, y mi primo pequeño con su DS. Así pasó parte de la tarde, hasta que mis primos se fueron, y empezamos a arreglar la caravana. El sol se ocultó en un hermoso atardecer y tras dejar lugar a la luna, que sufrió el bonito eclipse (arriba, para el que no lo vio, en su punto álgido), amaneció el nuevo día. Uno más ajetreado que el anterior, ultimando los últimos detalles en la caravana, preparando todo, enganchándola en el coche, y esperar impacientes a la venida de la noche, y con ella, la partida.

Sobre la 1 de la noche salimos. Nos metimos en el coche, con todo preparado: algunas chuches, bocadillos, mp4, consolas portátiles, móviles recargados... etc. El motor rugió, y dejamos atrás el campo de mi abuelo, Antequera, Málaga, Granada, Andalucía, Murcia, penetramos en Valencia, Alicante, Elche, La Marina, y el camping. Mis ojos miraban a través del cristal todas las sombras fugaces e indefinibles que pasaban a la velocidad del rayo, inundados de plata por Selene, la Luna, y mi mente se recreaba en cada uno de las nubes extrañas que aparecían por el firmamento oscuro. Montañas, valles, puentes, explanadas, edificios, bosques, naves industriales, ventas perdidas de la mano de Dios, todo corría ante mi despierta mirada. Una sucesión interminable de señales de tráfico y de direcciones, de pueblos desconocidos para mi, y cuyos extraños nombres acabarían perdidos en el olvido. Quién sabe si en El Forque está mi futura pareja, o si me enamoraré de algún durmiente de Huétor, o si en Jun reside mi alma gemela (todos pueblos de Granada por los que pasamos, de los que me acuerdo). Algún día recorreré toda la Axarquía y la zona de Granada, que dicen que es preciosa. Y si es acompañado por quien quiero, mucho mejor.

Pensaba ésto durante el viaje, y muchas cosas más. Pensé en el blog, en vosotros, en vuestras vidas y en la mía, y en nuestra forma de dar salida a los pensamientos que nos atormentan. Me inventé una historia de amor gay, que algún día escribiré, cuando tenga la experiencia suficiente para saber sobre lo que hablo. Imaginé cómo sería mi vida en un futuro... y deseé que fuese en compañía de otra persona, aunque también la imaginé solo, pero desde una perspectiva más positiva. Y pensé en eGeo, para qué me voy a mentir... pensé en Octubre, en Logroño, y en lo que allí podría pasar. Pensé en los dos, y me atreví temeroso a pensar en el futuro. Pero una nube tapó la luna, y fui incapaz de vislumbrar más.

A las 7 de la mañana arrivamos al camping. Bueno, ya he dicho cómo se llama en el título... La Marina, al igual que el pequeño pueblo que está a su lado. Estuvimos fuera, en el aparcamiento, esperando un rato, descansando nuestros huesos entumecidos, y observando el precioso amanecer que nos daba la bienvenida (en la foto). Durante 6 horas casi exactas estuvo mi padre al volante, haciendo sólo un parón en una gasolinera para repostar. 6 horas en los que no pegué ojo ni una sola vez, incapaz de dormir, aunque tampoco tenía ganas de hacerlo. Quería aprovechar la noche y la libertad de mis pensamientos, escuchando mi música.

Había un problema. A las 12 tenía que salir la caravana que ocupaba nuestra parcela... pero mientras tanto, nosotros no podríamos entrar... como mucho, a la piscina con permiso, pero habría que ir al aparcamiento, cambiarse y hacerlo todo desde allí. Por suerte, mientras desayunábamos, sobre las 9, en una de las cafeterías cuyas vistas dominaban la entrada, vimos salir a la caravana usurpadora. Qué dicha, salió mucho antes de lo previsto!!

Así que rápidamente, fuimos al coche, llevamos la caravana a la entrada, llevó mi madre la reserva a recepción... y las barras de metal se abrieron, permitiéndonos el paso al paraíso! Nos dieron nuestras pulseritas para poder entrar en las piscinas, y tras unas horitas rápidas montando las tiendas de campaña, la caravana con su avance, la cocina y los detallitos, salimos en dirección a la recompensa de un duro año de esfuerzo: la enorme piscina rodeada de palmeras tropicales.

Continuará...