domingo, 11 de enero de 2009

Conversaciones alrededor del tepanyaki.


Hoy mi madre se ha ido a Antequera a la casa de mi abuelo y mi hermana se ha ido a comer con su novio, con el que pasará la tarde, así que los dos hombres de la casa nos hemos quedado solos. Aprovechando la ocasión de que ellas no están, hemos decidido probar algo nuevo, y nos hemos ido a comer a un restaurante japonés.

Era restaurante en cuestión era un lugar amplio, con motivos nipones, algo de música de fondo, y muchas familias alrededor de las curiosas mesas con el tepanyaki. El tepanyaki, para el que no lo sepa, es una plancha de metal grandecita, rodeada por una barra en sus tres lados donde se disponen los comensales. El cocinero experto va, con la ayuda de dos espátulas, cocinando las carnes, pescados, verduras, arroces, y otras pastas, que sirve directamente en los platos, recién cocinados. Es todo un espectáculo, tanto de sabores como de olores, pero también de arte, al ver cómo el chef prepara los platos con maestría. Hacía tiempo que quería ir a uno... y al fin, allí estábamos.

Pedimos dos menús iguales, y empezamos a charlar, desde el principio sobre el tema que a ambos nos interesaba. Yo y eGeo, eGeo y yo, nuestro futuro, cómo lo íbamos a plantear. Me dijo muchas cosas, muy importantes. Mi padre, antes de nada, me dijo que me ayudaría en lo que pudiera, que contase con él para todo. Que quiere que esté bien, y que si lo estoy con otro chico, así será. También me reprochó, aunque comprensivo, mi falta de tacto estas Navidades. Mi pasotismo total ante la familia, la poca atención que les he prestado. Vi de nuevo qué buena persona es, que pensaba regalarme para Navidades un billete de avión nada más y nada menos con destino a Logroño, para que viese a mi chico, pero que no se atrevió a hacerlo, ya que no habría excusa posible ante mi familia. Me dijo entonces que debería hablar con mi madre... porque si quería irme a algún sitio, lo más fácil sería que, para empezar, ella lo supiese todo. Él no le ha contado nada, ni que soy gay, ni que tengo novio, ni mis planes de futuro, prefiere que lo haga yo cuando crea debido. Enumeró también muchas cosas que yo ya sabía, que ya había pensado. Que quizás era un poco rápido, que aunque le quiera mucho, no significa que eGeo sea la persona definitiva, que todo puede cambiar... me dijo que planease bien mis siguientes pasos, pues podrían marcar toda mi vida... para bien, o para mal. Opinó sobre irme a Madrid o a la ciudad X, con el mismo punto de vista: la ciudad X es más cercana, al estar en Andalucía, más barata, y encontraría menos problemas. Me dijo asimismo que con mi madre había hablado de mi independencia, y que no me veían preparado, suficientemente responsable para hacerme cargo de una casa y de una vida apartada sin el apoyo de un mayor experimentado. Añadió muchas más cosas, como que a él le costó adivinar mi homosexualidad, que lleva tres años dándole vueltas a la cabeza, es más, no sé cómo, acabamos nombrando a Adán. Sobre aquella vez, hace dos veranos en el camping, me dijo que le parecía un chico raro, y me preguntó que si era gay... ahora dice que después de eso se arrepintió, pues no lo hizo con el suficiente tacto. Es verdad, ahí la cagó, y me dio mucho miedo... pero ya está todo olvidado. 

Entre palabras y palabras, una nipona muy graciosa movía las espátulas sobre la plancha mezclando los ingredientes. De primero, nos sirvieron una sopa deliciosa, en un cuenco pequeño con una cuchara muy curiosa de cerámica blanca. Mientras la degustábamos, hacía un revuelto con arroz, algunas verduras y huevo, que posteriormente nos sirvió en otro cuenco. Ahí fue cuando intenté hacer algo que nunca había hecho. Cogí los dos palillos que había todavía guardados en su bolsita de papel, y practiqué un poco, observando a las personas de las otras mesas. Rápidamente, aprendí, y me tomé todo el arroz con los palillos, con repentina destreza. Creo que fue el hambre, que me obligó a aprender rápido... aunque podría utilizar los tenedores, como mi padre. Este arroz frito estaba riquísimo, con el huevo y las verduras producía una inmensa variedad de sabores que se expandían en la boca, siempre encontrando algo diferente en cada bocado. Después, sirvió algo de pollo con una salsa cuyo nombre no recuerdo, de nuevo maravillosa, y algo más de verduras de explosivos sabores. Por último helado de vainilla y té, el cual encontré un poco soso... pero supuse que sería lo lógico, después del festín que nos habíamos dado, para calmar el estómago.

Entonces me tocó hablar a mí. Le dije que tenía razón en muchas cosas, que debía tener cuidado con mis elecciones. Le confirmé que todo podía cambiar, pero que eso era lo que quería por el momento, cosa que había pensado a fondo y meditado para que saliese lo mejor posible. Ya que yo me iría a ir a la ciudad X de cualquier manera, no veía ningún problema en que se viniese eGeo conmigo. Le dije que finalmente yo había querido optar por esa ciudad, más que nada, por mi madre. Porque a ella no le gustaría, si se enterase de mi cambio de planes, le produciría una gran pena, inmensa, y no quiero que sufra. Reconocí mi enorme error, el distanciamiento en las pasadas fiestas, me disculpé, y prometí no volverlo a repetir. Personalmente, les trato mal, porque no soy suficientemente cariñoso con ellos, no les presto la atención que se merecen, atención que ellos sí me prestan a mí con creces. También acordé con él que debería decirles a mi hermana y a mi madre todo el tema, mi situación, para que no hubiese problemas en el momento de organizar algo. Prefiero quedarme en Andalucía porque ellos, y yo, nos sentiremos mucho mejor. Realmente, no me importa irme a Madrid, a la ciudad X o a la ciudad J, tan solo elegía el primer destino por la oferta laboral que eGeo encontraría con total seguridad. Con menos oferta, sí, pero también podría encontrarla en la otra ciudad más cercana. Mi padre también pensó en la posibilidad de que él se fuese a Madrid y yo a la otra ciudad, uno trabajando y otro estudiando, y viéndonos los fines de semana... posibilidad que descarté, ya que no pensaba pasar más tiempo separado de él. Llegado a este punto, hube de asegurarle una cosa, tranquilizarle sobre uno de sus mayores temores. Yo nunca dejaría los estudios, jamás, se anteponen a todo, incluso a mi novio, el cual ya lo sabe. Cuando deba de estudiar, estudiaré, y cuando me encuentre más despejado, disfrutaré con él mi libertad. De ello no tendría que preocuparse, sé que ante todo está mi futuro, el profesional, que a fin de cuentas es el más importante.

Pagamos la cuenta, que ascendía a poco más de 40 euros, y volvimos a casa bien, despejados, y con el estómago lleno. Toda la conversación había sido tranquila, suave, amistosa y delicada. Da gusto hablar así con mi padre, le digo exactamente qué es lo que pienso, y si no, no hace falta, ya que él me entiende muy bien. Sí, reconozco que es un alivio y una suerte tener a un padre así... en fin, todo lo malo que me han podido dar mis experiencias anteriores, pues podría tenerlo recompensado en tener una familia tan comprensiva y buena. Estoy feliz, en la misma situación que antes, pero al menos ya se empiezan a aclarar muchas cosas. El futuro aún es incierto, lo que si sé, es que tanto eGeo como yo, y ahora mi padre, haremos lo posible por que salga bien.

¡¡Un besazo a todos!!