jueves, 7 de mayo de 2009

La historia de nunca acabar... ¡acabó!


Sí, al fin. Hoy, a la 1 y pocos minutos, mi mano crispada debaja a un lado el bolígrafo que veloz había escrito las últimas ininteligibles palabras. Firmaba rápidamente en la parte superior del folio y se lo entregaba al profesor que estaba por salir del aula.

Entonces, aún con las piernas temblando (cuando estoy muy muy nervioso, un temblor me sacude las piernas, no lo puedo entender, pero es así... preguntadle a eGeo, el las sintió), me dirigí a mi asiento, cogí el bolígrafo, lo metí en el estuche... y respiré tranquilo.

Hoy he hecho un examen de Historia sobre Franco y su régimen. El último examen de historia... ¡¡De mi vida!!. Qué alegría me dio... ahora veo que poco a poco las cosas van pasando, que todo llega, y que siempre experimentaremos aquello que antaño ansiábamos desesperados. Que vamos avanzando poco a poco, y que todo lo conseguiremos... El presente llega a ser pasado, y deja su lugar al futuro, es algo muy importante que jamás hemos de olvidar.

Al margen del día de hoy, contar un poco sobre mi cumpleaños. Fue, como todos mis cumpleaños, triste. Triste porque quizás lo hice yo así, triste porque fue muy aburrido, triste porque recordé todas las mil cosas del cumpleaños anterior. Odio comparar, pero es inevitable. Todos comparan, con la única pretensión de ver que lo que tienen es mejor que lo que tienen otros, o que lo que tenían antes, cuyo único sentido es el regocijo y la satisfacción propia. Fue un cumpleaños aburrido porque hice algo que hace tiempo que no hacía, paradójicamente: fui a visitar a mis familiares a Sevilla, a comer con mi abuelo y mis tíos de pueblo. Me encanta verlos, claro que sí... pero no en el día de mi cumpleaños, en el que lo único que quería era estar con mis amigos. Por supuesto, no me regalaron nada, un "felicidades" y otro "¿para cuándo esa novia?".

Estaba triste, no podía negarlo, y se notaba. Al volver al atardecer, me fui a duchar, tratando infructuosamente que con el agua corriesen también todos los recuerdos y malos rollos que me habían acompañado. Cuando salí, una pequeña alegría: dos cajitas envueltas papel de regalo sobre mi cama. Se trataba de un SingStar de la PS2 y de la nueva Nintendo DSi. No estaba nada mal, contando con que no había pedido nada... pero no me sorprendió, sabía que me regalarían eso. Y precisamente, para mí, lo más importante de un regalo es el factor sorpresa... pero bueno, se agradeció. La verdad es que la DSi no está del nada mal, tiene muchas cositas, como la cámara y la edición de las imágenes, o la grabación de sonidos, y por supuesto su gran pantalla.

Pero lo mejor del día fue al salir por la noche un poquito. Estuve con Lírika y con Martin. Pasaron ciertas cosas, pero tan solo es merecedor de mencionar lo emotivo que fue todo. De empezar un día horrible, acabó siendo uno de los más felices de mi vida. Fue mi peor cumpleaños, pero también la vez que cumplí años siendo más dichoso. Ahora soy feliz, porque sé que tengo amigos. Y tan solo me faltaba eso.

Por el momento, solo es necesario esperar.


¡¡Y seguir estudiando!!


¡¡Muchos besos a todos!!