lunes, 22 de septiembre de 2008

Vuelta a las clases


Pues sí, hoy, una semana más tarde que la mayoría de adolescentes y adolescentas españoles, he entrado por primera vez en mi nueva aula después de tres meses sin pisar el instituto.

¡¡No quiero, no, no y no!! Por la mañana estuve sacándome el Carnet Joven, que me tardó como una media hora, y ya llegué tarde a la presentación, que era a las 12. Nada más llegar, vi a toda la marabunta... ¡hala, otra vez los mismos! El cabrón que me insultaba tanto, una amiga queridísima a la que cogí mucho aprecio (la primera a la que le conté mis dudas sexuales, en 3º de ESO!), Miguel el amigo seguramente gay de mi hermana (el superchico, bailarín, campeón de España, muy inteligente), Kitty con su novio Andrés, otra parejita de la clase, otra y otra... y al fin, los solteros de oro: el mijeño, Marcos y yo. El sol aprietaba sobre nuestras nucas, todos estábamos nerviosos con nuestros bolis en la mano (por si acaso), una piel morena y curtida durante todo el verano y nuestras mejores ropas, pues inexplicablemente todo el mundo se viste de gala para el primer día de clase.

¡¡No quiero, no, no y no!! Pero los profesores llamaron a los grupos, y tuvimos que buscar nuestra aula: arriba, la primera a la izquierda. Estábamos asados, la ropa se pegaba a la sudorosa piel, mientras entrábamos temerosos en clase. Volvimos a ver a los que no veíamos, sonrisas forzadas, "¡Hola!, ¿cómo te ha ido el verano?", estrechones de manos y palmadita en la espalda, guerras pacíficas por coger la mejor mesa, todos con todos pero separados. Es difícil volver a ser un equipo en clase, no se quiere hacer sociedad por obligación. Kitty con Andrés, Lea buscando a su correspondiente. Y es que el novio de Lea, de 20 años, ha entrado de nuevo en 1º de bachiller para acabar los estudios... así que si el año pasado perdía a Lea muchos recreos porque se escapaba para visitarlo... ahora ni siquiera la veré en cambios de clase. Es un tipo grande y gordo, barbudo, horroroso, cuando quiere buena gente, pero cuando no... mejor no acercarte. Da miedo.

¡¡No quiero, no, no y no!! Solo fue una hora, siempre es así el primer día, y no vino nuestra tutora, sino la futura profesora de Estadística. Me cayó simpática, aunque no cesó de gritar, a pesar de que yo elegí con todas mis esperanzas Literatura... pero no pudo ser, denegaron la solicitud de esa optativa por falta de gente, y ahora todos damos Estadística. Me da coraje, pero podré soportarlo, la muchacha merece una oportunidad. Pasó lista, y nos dijo quién era nuestra verdadera tutora... la de inglés, una señora gorda gorda con cara de cerdita Peggy, que en 4º de ESO nos cogió manía. No sé por qué. Quizás porque Kitty, Marcos y yo pasábamos las clases corrigiéndola y haciéndola sentir en ridículo, hasta que nos hizo pasar el resto del curso en la biblioteca del centro. Y, lo peor de todo, nos castigó de la manera más cruel posible: bajándonos la nota. ¡Nos puso un 9!

¡¡No quiero, no, no y no!! Y aun así, aquí estamos de nuevo. En clase, todos juntos, otra vez como antaño, ninguna persona nueva, solo dos repetidores. Eso es MUY aburrido, yo quería conocer a gente nueva, pero va a ser que tendré que buscarla fuera de las verjas del instituto. Esas verjas verdes, altas, en ciertas partes cubiertas por un frondoso seto, en otras al aire libre, tentándonos a romper las normas para tener un poquito de libertad ante la vista del quiosco de la acera de enfrente. Pero no podemos, porque aquí estamos de nuevo. Empieza la rutina, intentar hacer caso a los profesores, cabecear discretamente mientras el filósofo habla y dormir a pierna suelta cuando le sigue el historiador. Porque si, esos siempre son los mismos, nunca cambian... habrá que esperar al día siguiente para ver quiénes son los otros.


Sigo sin querer, pero después de la horita de presentación nos fuimos a un pub irlandés a jugar al billar. Allí pusieron una de mis canciones favoritas: Peace train, de Cat Stevens. Me gusta ese sitio, porque hay buen ambiente, y la música de fondo siempre acierta con mi estilo. Luego, a casa de Azul, hasta las 3, que me volví a la mía a comer con mis papás y mi mani (hermana). Kitty no vino, se fue con su novio, no hablé absolutamente nada con ella durante toda la hora. Está perdida, mucho, y eso no me gusta ni un pelo. 


La tarde sin sobresaltos... fui al gimnasio, me cansé, volví, y listo. Por la noche hablé con eGeo, y luego después de colgarle pasé un momento delicioso, que no voy a detallar aquí, por no ser de ese tipo el blog. Todos saben lo que es, aunque se vea vergonzoso, pero por no ser dos, qué remedio... ¡No os escandalicéis, que los Gatos también tienen sexualidad!


¡¡¡Un besazo a todos!!!



PD: Raro me salió el post hoy, eh??