martes, 23 de septiembre de 2008

Segunda jornada de clase en un día perro



Hoy hace un día perro, como yo les llamo. Por la mañana no ha parado de dormir, y nosotros, los somnolientos alumnos, hemos tenido que soportar el panorama del agua caer por los ruidosos canalones al otro lado de la ventana, empapando las motos de los chicos guays (yo NO voy en moto al instituto, vivo cerca). Me gustan estos días, con el techo del mundo encapotado y gris, me hacen sentir animado, despierto: puede ser porque hay más oxígeno, o algo así he oído. Pero hoy no. Hoy no estoy animado ni despierto, y siento que me falta el aire, algo muy importante. 

Acabo de escribir el post de ayer (si, hoy martes, si es que no merezco perdón), haciéndolo con un estilo algo peculiar que me hace sentir distinto, pero me gusta. Que siga así. Frases cortas, exactas, alguna que otra metáfora, compleja sencillez. Si no os gusta, espero que se me pase pronto.

Sigue el día perro afuera. Ya dejó de llover, pero las nubes continúan tapando el cielo, ya no es azul, el verano acabó. Ayer empezó el otoño, y se nota. Algunas hojas en el suelo anunciaban su llegada, y ya fue inevitable pisarlas al caminar velozmente dirección al instituto. Después de tantos meses, me volví a levantar temprano para ir a clase. A las 7 y media sonó el despertador, y la curiosa verdad es que no me costó levantarme lo más mínimo. Sabía lo que tenía que hacer, y lo hice, algo raro en mi. Llegué y sólo encontré caras largas, dormidas, amargadas. Fastidiadas por haber despertado su sueño de verano y verse atadas a la inevitable rutina una vez más por unos ogros cincuentones con los sobacos sudorosos que no tienen otra cosa mejor que hacer.

Poco a poco, las clases se sucedieron. Aburrimiento. Así resumiría todas las horas. Sentado con Lea como antaño, hablando de lo mismo que siempre, escribiendo las notitas que ya nos escribimos, y viendo pasar las lentas agujas del reloj. Los profesores, muchos ya conocidos, otros por conocer, varios nuevos en el centro. Alguno interesante, la mayoría soporíferos. Voces monótonas, caras inexpresivas, movimientos secos, letras de tiza sencillas, no me gustan para nada. Me gustan los profesores con personalidad, que dan también personalidad a la asignatura que imparten. Y los alumnos, también los mismos, exactamente iguales. Es como si el curso anterior no hubiese acabado... sólo con una diferencia: nos han puesto unas baldosas horrorosas en las paredes.

Pero los otros cursos ya empezaron las clases, entraron niños pequeños a 1º de ESO, temerosos, llegarán estrenando libros, sacando punta a los lápices, desencapuchando bolígrafos y desechando los antiguos, rasgando las primeras hojas, escribiendo siempre con buena letra, con el propósito de mantener la limpieza durante todo el curso. Ese propósito que rápidamente olvidas, pues sigue ocurriendo, hasta 2º de Bachiller. Ya me da igual cómo salga todo. Si, tengo todo nuevo, y pienso cuidarlo... pero también tengo experiencia, y sé lo que pasará. Ya es tarde para cambiarlo, además, este año no tengo ganas. Tengo grandes expectativas ante las asignaturas... Lengua no será un problema, Estadística lo podré salvar con buena nota, al igual Historia, pienso sacar mucho en Matemáticas y los idiomas los bordaré. Y, por supuesto, tendré mi 10 en Dibujo, fijo.

Como pensé ayer, Lea desaparecería conforme el profesor abandonase el aula... y así ha sido. Con su monstruoso novio todo el rato, ni en el recreo la vi. Me sentí muy mal. Vi a Kitty. Ella llegó dos horas más tarde, tenía médico, y se quedó sorprendida al ver a su novio Andrés sentado con Azul. Ellos dos estuvieron juntos hace tiempo, y parece que queda un resquicio de lo que hubo, por lo que a Kitty no le sentó muy bien. Estuve hablando con ella y consolándola levemente, pues no estaba realmente mal. Volvió a hablar con él, y la perdí del todo. Solo todo el día, con Lea sentada a ratos al lado, pero siempre durmiendo. O, cuando despierta, arrancando papeles (cosa que odio), haciéndome repetir lo que dice el profesor cual loro, quitándome los bolígrafos: molestándome, en general, en estos días tan susceptibles que tengo. Me aburro en las clases. Ya estoy harto, no quiero ir más. Quiero conocer a eGeo, conocer más a Chris, ir a la universidad, estudiar, tener novio, vivir con él, quererle, amarle, ser feliz, quiero casarme dentro de muuuucho y separarme cuando me jubile. Y eso que sólo llevo un día en clase.... cuando lleve un mes, estaré subiéndome por las paredes.

Pues eso, que hoy es un día perro y me siento solo. A la vuelta, he tenido que soportar una vez más la imagen de mi hermana abrazada a su novio por la cintura. Me parece que cogeré otro camino para llegar a casa, lo paso mal, ando muuuchos pasos atrás mirando al suelo, intentando que ellos no me vean, para no tener que hacerlo a su lado. Lo paso mal. Pero peor cuando, al llegar a mi portal, se dan ese largo beso. Muy muy mal. 

Pero he de pasarlo. O intento convencerme de ello.


Un besazo a todos, espero que hayáis tenido un buen comienzo de clases.


PD: Foto mía, de antes del verano, en el campo de mi abuelo.