miércoles, 31 de diciembre de 2008

Último post del año.

Me despido ya.

Estoy con los pelos mojados, con la camisa arrugada, a cinco minutos de irme ya de casa a comer en casa de los padres de Sarita, con mi abuelo incluído.

Esta noche voy a salir por ahí, todavía no sé ni con quién, ni a qué hora. ¿Pero eso qué importa?

Lo que importa es que es el último post del año. Que el 2008 acaba. El primer año de mi VIDA. El primer año donde SOY FELIZ. El primer beso, el primer abrazo, el primer amor, la primera sonrisa.

Y el año 2009 va a ser mi año. El año de eGeo y mío. El año en el que me vaya a vivir con él. El primer año de mi felicidad.

Me voy ya.

Gracias. Gracias a todos. Gracias a Blogger. Gracias a la madre que os parió. Gracias a eGeo. Gracias al servicio de ferrocarriles de España por llevarme a Logroño. ¡Gracias!

 ^^ Se os quiere ^^

¡¡FELIZ AÑO 2009 A CADA UNO DE VOSOTROS!!!

Como siempre... "¡¡Un besazo a todos!!"

La Gran Historia del Pequeño Gato (Segunda parte)


3º de ESO lo terminé bien. Había una leve rivalidad entre Kitty, Marcos y yo por ver quién sacaba mejores notas, en esta ocasión ganó Kitty, y yo le seguía por detrás. Siempre hemos sido los chicos que mejores cualificaciones hemos tenido, pues intentábamos superarnos los unos a los otros en cada examen. El verano que dió paso a 4º de ESO pasó volando, fugaz, con la leve esperanza e ilusión de que todo cambiaría a mejor, deseando que llegase el curso para consolidar mi imagen, mi grupo, y si era posible, una relación sentimental.

Comenzó 4º de ESO. Lo recuerdo perfectamente. Terminaba el verano en el que apenas había ido a la playa. Todo el mundo estaba moreno, llevaba sus camisetas de manga corta, muchos iban en chancletas, con collares de conchas y el pelo cortito. Yo ya empezaba con mi pelo largo, comenzaba a ocultar mi frente, pero que hacía parecer más largo aún mi cuello. Seguía con el aparato de dientes, que no me lo quitaría hasta mediados de curso, pero al menos la piel de mi cara también había mejorado mucho, estaba lista y morenita. Había conseguido algunos de mis objetivos, pero aún quedaban muchos por superar. Aun así, yo pensaba que ya estaba listo, que había hecho suficientes cosas para ganarme algo en ese año. De nuevo, caí como un iluso.

Caí cuando lo ví entrar por la puerta. Bajito, delgado, elástico, fuerte, piel oscura, pelo rizado casi rapado, ojos marrones, dientes perfectos. Desde el primer momento sentí que sería muy especial para mí. Adán me cautivó desde que posé mi vista en él, y eso que ya le había echado el ojo en los recreos los años anteriores. Mi dicha fue ya suprema cuando se sentó a mi lado, y creía estar en el cielo cuando me hablaba a mí.  No pude evitarlo. Rápidamente, me enamoré de él. Nos dimos los msn y empezamos a chatear mucho, la primera vez que hablaba tanto con alguien. Cierta noche, me dijo que tenía dudas. Era bisexual. Le confesé que yo (por aquel entonces), también. Me emocioné, y entonces tuve por seguro que iba a pasar algo entre nosotros. En clase, todo iba normal, aunque nos mandábamos indirectas cada dos por tres. Era divertido, me gustaba él, y tonteaba por primera vez con un chico. Ese año fue especial porque fue mi primera vez en muchas cosas... todas de ellas malas.

Mis padres suelen irse de vacaciones una vez al año, vacaciones que le regala la empresa, usualmente en la semana de la feria de aquí, a mediados de Octubre. Ese año no recuerdo a dónde se fueron, solo sé que volvieron el día 8 o 9. Se organizó de tal manera: ellos se irían de viaje, nosotros nos quedaríamos en casa de la madre del indio hasta que volviesen, y entonces al día siguiente saldríamos para hacer el camino de Santiago. Cierta noche, alrededor del 7, que ya había empezado la feria, quedé con Adán por la tarde. Se vino a mi casa, y estuvimos viendo cosas en el ordenador, nada interesante. Luego nos fuimos andando a la suya, en la otra punta del pueblo, ya en Mijas, al atardecer. Estaba muy nervioso. Estaba impaciente, deseoso, pero también inquieto. Iba a ir a la casa del chico que me gustaba... y sabía sus intenciones.

Por lo visto, no las pude vislumbrar del todo. Recuerdo entrar en su piso solitario, ir al salón y sentarnos los dos ante el ordenador. Dijo que se iba a cambiar, pero que me dejaría algo puesto para que me entretuviera. Me puso una película porno, tres tipos follando en una playa griega, creo recordar. Cuando se fue, no quería verlo. Era un poco incómodo. Yo no había pensado antes que eso era lo que hacían los chicos, ponerse pelis pornos para que entrasen en calor. Cuando volvió, me preguntó que qué tal. Y puso su mano sobre mi muslo. Me dijo que si quería hacer algo, le dije que sí, bueno, que no sabía... estaba muy indeciso, muy muy nervioso. No sabía bien de qué iba todo... pero aun así mantuve la cordura. Siguió intentando tocarme, en un momento se levantó y se bajó los pantalones. Me pareció todo ridículo entonces. Se volvió a sentar, y empecé a acariciarlo... pero no podía. Era todo demasiado frío. No era natural.

El momento cúlime fue cuando intenté besarlo. Apartó la cara. Me dijo que no me besaría. Que conmigo haría todo, menos besarme. Que él solo besaría a las personas que quería de verdad. Entoncs me caí del cielo. Yo había pensado desde el principio que él también sentiría algo por mí como yo lo sentía por él... pero no, era muy muy diferente. Él quería sexo. Sólo sexo. Ni besos, que es lo mínimo del cariño, lo básico. Yo había ido ilusionado porque tendría mi primer beso, pensaba que mis labios tocarían otros, y que volvería a tener tanta fuerza e ilusión como había tenido desde pequeño. Él, desde entonces, me redujo a una mierda, me demostró el tipo de persona que yo tenía predestinado ser, siempre desdichado, sin el derecho al amor... y mató todo lo que pudiera haber entre nosotros, aunque no quise verlo en ese momento.

No llegué a tocarlo más, me alejé de él, y me callé enfadado. Nos fuimos a la feria, aunque fue la noche más triste de mi vida. Al día siguiente salí hacia Santiago con mis padres. Durante esa semana pensé y pensé y pensé y pensé como nunca había pensado. Pero la idílica situación, pues el camino de Santiago te hace reflexionar sobre todo desde una perspecitiva nueva, me jugó una mala pasada. Pensé positivamente, y no debía, por una vez. Pensé que todo se arreglaría con él, que en el fondo me quería y que terminaríamos juntos... Cuando volví, con las fuerzas renovadas, intenté las siguientes semanas acercarme a él. Fue imposible. Había olvidado todo lo pasado, y por lo visto yo también. Pasábamos el uno del otro, no nos hablábamos apenas, éramos simplemente compañeros de clase.

Comencé entonces a odiarlo. Me sentía muy mal por lo que me había hecho, así que poco a poco le iba haciendo daño. Me metía con él cuando podía, le dejaba en ridículo, todo de una manera muy diplomática, pero demasiado evidente. Todo esto pasó durante la mayor parte del curso, a mediados. Él a veces me decía que yo le gustaba, otras yo le declaraba que me seguía interesando él, pero nunca llegábamos a algo claro. Mientras yo le seguía amando, pues ese odio era una forma de recompensar lo que me había hecho, él seguía acostándose con otros tíos, montádose tríos con desconocidos y liándose con quien le daba la gana... y por supuesto, contándomelo a mí con detalle. Muchas veces le decía que no lo hiciese... pero pasaba de mí.

Sobre Abril, mi amistad con Lea era muy muy fuerte. Acabé confesándole que era gay. Me dijo que ya lo sabía... que Adán se lo había dicho. Le había contado lo que pasó en su casa... pero en distinta versión. Según Adán, allí yo le había intentado meter mano y besar, y él se había opuesto. Me pintó a mí el papel de maricón salido, mientras el seguía siendo el angelito que se siente violado. Lea, menos mal, no le creyó en su momento, pero esperó mi revelación antes de decirme nada. Aquello me fastidió mucho, dejé de confiar en él, vi lo ruín y cruel que era... pero le seguía queriendo. Le quería porque era el primer chico que se había interesado por mí... aunque tarde me di cuenta de que era sólo sexualmente.

En ese mismo mes, Adán empezó a decirme que tenía novio, pero no iba a decir quién era. Con el tiempo, una amiga y yo estuvimos intentando sonsacarle quién era ese Míster X, como le empecé a llamar, poco a poco teníamos más pistas. Era joven, de nuestra edad. Era guapo. Era de nuestro instituto. Ahí ya sabía yo quién era... y más cuando confesó que estaba en nuestra clase. Ya no tuve dudas. El que estaba con el chico que me gustaba era ni más ni menos que Arnolfo... el gilipollas que no había dejado de insultarme en años. Sí, aquel que se las daba de hetero, tenía un novio que le daba por culo. Encima, cuando le dije a Adán que sabía quién era, empezó a contarme todas sus hazañas sexuales. Asqueroso, simplemente asqueroso. 

Yo entonces seguía, estúpida pero irremediablemente, enamorado de él. Así que lo protegí. No le dije a nadie que estaba con Arnolfo, al revés, elegí otro chico que sirvió de chivo expiatorio, de alguna manera. A punto estuvo de saberse quién era, pues ya toda la clase estaba en vilo elucubrando sobre quién podría ser el famoso Mister X. Qué ilusos, la mayoría todavía cree que Mister X es un chico misterioso que sigue con su incógnita... si todos supieran que Mister X es el chico famoso hijo de profesores, todo se alteraría. Y por ello precisamente, por el temor, Arnolfo cortó con Adán, tenía miedo de que se supiese. Adán entonces se refugió en mí. De nuevo como un idiota, le hice caso e intenté ayudar, le animé para volver a sacar adelante su relación, aunque yo no lo soportaba. Cortaron ya irremediablemente, y entonces Adán se fijó en mí. A principios de Junio, me pidió salir.

Fue en el gimnasio, me pegó contra la pared y se me declaró. Ya con la sangre fría de la experiencia acostumbrada, le dije que esperase tres días, y que le diría que sí. No le diría que no, sino que simplemente esperase tres días. A los tres días, como yo había supuesto, cayó. Fuimos a patinar sobre hielo en Benalmádena... y allí vi cómo volvía a tontear con Arnolfo, acabaron besándose, cosa que sólo yo vi, con mi cara de estúpido que se me quedó. Con mi cara de engañado, de frustrado. Porque entre esa sangre fría que quería tener seguía fluyendo el amor y la esperanza. Le mandé a la mierda una vez más.... Volvió a estar con él unas semanas, volvió a contarme cómo lo hacían en la playa, volvió a cortar por el mismo temor, ya para siempre. Y yo volví a sentirme morir...

Acabó el curso y con ello le perdí de vista. El último día de clase le dije que Lea me había contado una versión de los hechos falsa, y él lo negó todo. Entonces me enteré de que también se lo había dicho a dos o tres chicas más, lo mismo. Volví a mandarlo a la mierda.... ya durante mucho tiempo. El verano lo pasé solo en casa, recuperándome, le conté a Kitty y a algunas personas más todo lo mío. Empecé 1º de Bachiller con las fuerzas renovadas, contento, porque ya sabía que al menos ese año tendría el apoyo de Kitty y de Lea. Desde un principio pasé de él, lo olvidé por completo, aunque estuviese en mi misma clase, ya no me interesaban sus historia. Para mí, estaba muerto. Hasta que volvió a aparecer en mi vida... y bueno, eso ya es historia conocida. No voy a contar desde que empecé este blog... porque no tengo tiempo.

Han pasado cosas, muchísimas cosas, la mayoría malas, duras... pero que me han enseñado mucho. Me han hecho ser como soy ahora. Una persona equilibrada, fuerte, con pareja, con ilusiones, y sobre todo.... FELIZ.


La Gran Historia del Pequeño Gato (Primera Parte)


He plasmado aquí 10 laaargos meses de mi vida que vosotros habéis leído cada día... los de verano han sido más bien aburridos, otros han sido demasiado excitantes. Me habéis visto triste, amargado, deprimido, en mis puntos más bajos, pero también cuando subía en mi pequeña y malograda vagoneta hasta la cima de la atracción, para luego caer en picado. He estado furioso, cabreado, decepcionado, frustrado, pero también animado, con ganas de vivir, alegre, dispuesto a todo y más, queriendo comerme el mundo con un optimismo inusitado en mi, que pronto desaparecía. 

Pero nunca me habíais visto realmente feliz. Desde mediados de año habréis notado un increíble y radical cambio... eGeo apareció en mi vida. Tengo ya una razón para levantarme cada mañana, aunque lo primero que haga sea ver el móvil por si encuentro una llamada perdida, algún día lo primero que haré será tocar el oscuro y abundante cabello de la cabeza de mi eGeíto. Le amo tanto... pero no, ahora no quiero hablar de amor, que ya lo he hecho en muchas ocasiones. En especial, cuando nos conocimos, y desde entonces, casi 3 meses, todo ha ido como la seda.

En esta fecha tan especial, os quiero hablar de mi pasado. Cómo era antes de la historia con Adán. Me cuesta recordar... pero lo voy a intentar. 

El Gato tal y como lo conocéis ahora (y más los que me habéis visto físicamente) no tiene nada que ver con lo que fue hace dos y tres años años. Un chico tímido, alto para su edad (me he ido quedando en la media), delgado pero no lo suficiente para su gusto pues tenía un cuerpo flácido, un cuello alargado, que terminaba en una cara también alargada, de orejas algo salidas, labios destrozados que escondían dientes amarillos y deformados, nariz disimuladamente aguileña sobre la que descansaban las malditas gafas que hasta hace poco me acompañaron. Y lo principal de mi cara: el acné, las malditas espinillas. Tenía muchas, muchísimas, mucho más de lo normal, me salieron antes de lo previsto y excesivamente, estuve visitando médicos y médicos... pero no había manera. Un pelo siempre corto por la imposibilidad de moldeo empeoraba el breve retrato de mi cara. Las espinillas se me rompían, tenía siempre la cara sudorosa y llena de puntos rojos sanguinos, blancos de pus y marcas de las erupciones anteriores. Pero encontré la solución a todo ello, aunque durante meses me arrepentí. Unas pastillas muy caras, tomadas una vez al día, durante medio año, fue quitándome ese maldito acné. Su método: secando la cara. Así que, a parte de las espinillas que siguieron sin quitarse, la cara se me secó, la boca y la nariz se agrietaron, me picaba la piel constantemente, sangraba con cualquier rasguño, debía echarme cacao hidratante a todas horas en los labios sangrantes. Recuerdo que uno de los efectos secundarios era la tentación de suicidio. "Pues menuda me han dado..." pensé. También me decidí a ponerme el aparato dental, que afearó más (si cabe) mi sonrisa, que de por sí es espantosa. Durante medio año, fui un ogro físicamente, hasta que lo llegué a ser psicológicamente. Me odié. Estaba defraudado con el mundo. Lloraba mucho, muchísimo... pero es que era un iluso. Durante un tiempo, creí que yo sería capaz de algo en esta vida, que valía la pena... pero no. 

Esto siguiente lo digo muy seriamente, y más contento que unas pascuas... durante 3º y mitad de 4º de ESO, fui una mierda andante con nombre de persona. Estoy contento porque ese ya tiempo ha pasado... pero creedme que fue así. Nadie me quería, me quedé sin amigos, pero yo seguía intentándolo, creyendo que me gustaba cierta chica de clase, pero en mi intimidad pajeándome con fotos de chicos. En mi clase de 2º, muchos se rieron de mi. De esa chica, me sentí enamorado, pero no dejó de pasar de mi. Parecía que era buena gente, me gustaba porque era inteligente y sencilla... pero acabé odiándola. Ahora la veo todos los días pero poco hablamos, se está convirtiendo en una... mosquita muerta, no me gusta esa expresión... pero la veo de monja dentro de unos años, aunque sigo teniéndole mucho cariño. En esa clase, las chicas más fashions y vips del instituto me amargaron mi día a día, pues intentaban hacerme creer que tenía posibilidades con ella. Encima, caí en una clase desconocida llena de maleantes, por lo que los collejazos, las bajadas de pantalones, las tiradas de la silla, y todo tipo de insultos eran comunes para mi. Estoy siendo TOTALMENTE sincero, pues antes no me habría atrevido a contar ésto. Pero si, se rieron de mi, y yo entonces agaché la cabeza. En mi tremendísima soledad, le escribía poesías de amor a esa chica, poesías que nunca leyó y de cuya existencia nunca sabrá. Me río de mi mismo al recordarme... era realmente patético. Es muy difícil conseguir algo si tu naturaleza no te lo ha mandado así, si no es tu momento, si no estás diseñado para ello aún...

Así que decidí diseñarme yo mismo. Lo primero, fue el tratamiento de la cara, y pedirle a mis padres que me pusieran el doloroso aparato de dientes. Serían 6 meses infernales que intentaría borrar de mi mente, pero que tendrían que pasar para conseguir lo que quisiera. Iluso de mí, una vez más, pero algo sí conseguí. A veces estaba alegre, e intentaba acercarme a los demás... Pero seguía sin amigos, solo como la una. Me di cuenta de que podría matarme en cualquier momento, que nadie me habría echado en falta. Pero gracias a Dios, ese año escolar terminó, dando lugar a un triste verano de llantos recordando lo pasado y lo que no pasó.

En 3º de ESO conocí a Kitty, a Lea, a Marcos y a otros que conforman ahora nuestro grupo de clase. Tampoco fue un año muy feliz... intenté seguir mejorándome, y me puse a estudiar. Saqué muy buenas notas, y me dí cuenta de que estudiar también sería algo muy importante dentro de mi plan de autodiseño. Conocí a una chica a la que quise mucho muchísimo, la primera a la que le confesé mis dudas, y me animó a aclararlas, apoyándome siempre. Me enternece mucho el corazón pensar en ella... y es que ya apenas la veo. También conocí a Julián, al que odié en un principio, porque se metió incesantente con mi todavía molesto problema de acné con sus palabras tan afiladas. Ese año me operaron de unos lunares extirpándomelos, pues con ellos tendría altas probabilidades de padecer cáncer de piel. Se lo conté a Lea, lo difundió y el rumor corrió por todo el instituto. Entonces ella, él y otros chicos empezaron a decir que tenía cancer. Mucha gente me preguntó si era verdad, y yo tenía que aguantar las burlas de los demás. Deseé con todas mis fuerzas que tuviera cáncer en realidad, para acabar con todo y con todos. No recuerdo exáctamente en qué parte del año, pero finalmente para mi, los granos desaparecieron de una semana para otra: las pastillas habían surtido efecto, tenía la cara limpia, sin granos, perfectamente lisa y bonita. La piel estaba bien, pero claro, yo seguí con mi cuello largo y mis rebeldes pelos que me daban un aspecto despreciable, sumándole una ropa mala y sosa que decía menos de mi personalidad. Julián se tuvo que callar a la fuerza, aunque entonces los insultos variaron, y todos se pueden resumir en una palabra: ¡Maricón!

Arnolfo, como llamaré a la persona que más odio (por ello el nombre tan feo :P), el que estuvo con Adán en 4º, era un chico guapo, divertido, alegre con todos, hijo de profesores (y por tanto, con enchufe con los otros profesores, que le hacían la vista gorda) que se ganaba la simpatía de los otros compañeros... pero para conseguir ello, siempre tenía que hacer la gracia con los más débiles, despreciándolos. Y el más débil, era yo. Fue el que más daño me hizo, junto con Julián y cuatro o cinco idiotas más de la clase, y acabaron amargándome el curso de 3º y haciéndome sentir mal por ser gay. Ellos no sabían nada, por supuesto, no lo harían conscientes de quelo era... pero no dejaban de hacerlo. Supongo que era la moda, pero a mi me pilló peor que a nadie, porque yo sí que era maricón de verdad. Mariquita, niñita, gay, plumero, me imitaban exagerando mis gestos, ponían una voz muy afeminada y desde cualquier lugar me lanzaban besos, delante de todo el mundo. Los odié. A Julián le perdoné, pues él ya me pidió perdón a mí cuando le dije este año que era gay. Todo arreglado, bien... pero... A Arnolfo le odié más, cuando me enteré de que él es el maricón oficial, el que se lió con Adán pero tuvieron que romper por el miedo de que lo descubriesen. Cobarde de mierda, encima se atreve a decirme hoy que le ayude con matemáticas. Anda y púdrete, REPRIMIDO. Que eres un gay reprimido, incapaz de ser lo que debes ser. Tu si que no tienes huevos, si que eres un gallina. Tu si que eres un marica, en el peor significado de la palabra que le ha dado la mediocre sociedad actual.

Pero lo dejo, porque me embalo. Y he avanzado mucho, cosas que todavían quedan por contar. Llegó finalmente 4º de ESO... el peor año de mi vida.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Limpiando para el nuevo año


Hoy no he salido de casa para nada. Mi madre llevaba unos días mandándome hacer algo, y ya tocaba, no podía retrasarlo más. He pasado toda la mañana limpiando el cuarto. Quitado cosas, pasando el trapo y volviéndolas a poner.

Con ello, he purgado mi habitación y todo el 2008. A cada cosa que apartaba, una olvidaba, y con cada ácaro que asesinaba, una lágrima llorada se secaba. Este año me parece que ha sido de los que más he llorado. Pero ha sido el único año en el que he acabado llorando de felicidad pura y dura, cien por cien verdadera. Ha sido el primer año para muchas cosas, pero sobre todo, para la felicidad.

He hecho algunas remodelaciones necesarias para los nuevos tiempos. Este año he puesto un nuevo complemento en mi cuarto, grandes ventanales y espejos, ese toque de luminosidad que me ha aportado eGeo. El espejo sí lo he puesto de verdad, al fin, y eso es un paso enorme. Ahora me miro en el espejo, antes no quería. Ahora me gusta lo que veo. Veo un chico seguro, hecho y derecho, con fuerzas para conseguir lo que quiere, un chico también sabio por la experiencia, con las heridas ya casi curadas, pero con las cicatrices candantes  que nunca olvidará, que le recuerdan y aconsejan cómo actuar. Y también, por qué no, veo a un chico guapo. Con el pelo como quiere, con un cuerpo que no está mal (ni bien), por primera vez en mi vida veo su sonrisa bonita. La veo bonita... porque es sincera. Sonríe de verdad. He aprendido a utilizar bien este nuevo mobiliario. Ya no veo en el espejo del baño al pasar por el pasillo a ese chico esmirriado, con el pelo mal puesto

He agregado nuevos accesorios, y he quitado otros muchos. Adán ya estará ahogándose en la isla ecológica de esas, que huelen peste cuando hace sol. Pues allí estará, atemorizado por los mismos temores que yo tenía. Solo, triste, abandonado, sucio, insensible, despreciado, adjetivos que durante años se acumularon en mi diccionario y que hoy he borrado con mi tipex mágico. He tirado hojas y hojas de recuerdos amargos, con historias de personajes vacíos, con melodías siniestras de funeral, con trazas que dibujaban un trágico y perverso final, todas ellas las he quemado. Para que no se vuelvan a repetir, el humo negro se ha ido volando y los pedacitos chamuscados se han dispersado en el amplio cielo. Jamás volverá a mí. He tirado también la impresora que solo imprimía papeles negros, manchados, que nunca daba nada bueno, que no te ofrecía lo que le pedías, ni te proporcionaba aquello por lo que había trabajado. 

En este año 2008 han pasado muchas cosas. Mi cuarto ha cambiado mucho. Al principio, no lo limpiaba nada. De repente, en Mayo, me di un lavado de cara a mí mismo y me puse a trabajar. Finalmente, en Octubre acabé con la faena, y ha quedado limpio y reluciente. Las vistas de mi ventana son las mismas, solo que ahora las veo con otros ojos. El cristal lo he cambiado, y ahora veo cosas nuevas. Los pájaros se acercan a verme, el señor mayor del tercero que se levanta por las noches sigue con su costumbre, y me encanta verlo. Me gusta ver su robusta fragilidad de anciano, su parsimonia, su constancia, su tranquilidad en el hacer. Ahora me paro a apreciar las cosas pequeñas de la vida. Ahora sé cuáles son las cosas pequeñas de la vida. Salir con mis amigos al parque cada día, se convierte en una odisea de ilusión y alegría con un final siempre distinto, inesperado y emotivo. Esos amigos de verdad que he descubierto, que me escuchan y piden mi opinión, que me comprenden, que quieren desentrañar el confuso mecanismo de mi mente.

Adoro mi nueva vida. Adoro a eGeo. Él me lo ha dado todo. Aunque creo que también tengo derecho a felicitarme a mí mismo por todo lo que he conseguido este año. Mi vida ha sido muy dura. No la más dura del mundo, lo sé, pero tengo que estar orgulloso de haber soportado todo pacientemente, sin tirar nada por la borda, pensando siempre en las consecuencias de mis actos. También he de agradecer el apoyo que me ha ayudado a sobrevivir a muchas cosas. Una son mis libros. Mis libros es mi imaginación, la esperanza por un futuro mejor, el deseo de mejora, los sueños que quería alcanzar. Otra, es mi ordenador, mi querido ordenador con su gran pantalla. Y dentro de esa pantalla plana, cada uno de vosotros. Muchas personas, podría decir que todas las más de 12.000 que han pasado por aquí desde su apertura hace 10 meses, me han ayudado, me han enseñado a ser como debo ser, me han dado empujoncitos cuando no podía más, permitiéndome ascender a donde estoy ahora. Este año ha sido el año del blog, en el que lo he empezado, y en el que os he conocido. He conocido a muchos bloggeros importantes para mi, en especial el fantástico Joac, el ya desaparecido Tiz (¡Se te echa de menos!), el intermitente Rey del Recorte, el fugaz Bo Tare, el sabio Oso y el divertido Jorge. Muchos más se me quedan, aunque no tantos, porque desgraciadamente mi blog no es de los más exitosos ni conocidos... será porque no lo merezco, y es verdad, no creo que sea más bueno que los demás. A todos ellos que estuvieron allí siempre comentándome, aunque yo no les respondiese a la mayor parte de los comentarios como debería, gracias, muchas gracias.

Todos descubriréis algún día mi nuevo cuarto. El cuarto que compartiré con eGeo en cualquier ciudad dentro de cierto tiempo. El que decoraremos juntos con los nuevos recuerdos que recogeremos de cada año que pase a su lado. Prometo que así se hará. Tengo fuerzas suficientes para luchar. Este Gato tiene sus nuevas botas para saltar lejos, muy lejos, en este nuevo 2009.


¡¡Un besazo a todos!!

(Así me vestí para la limpieza a fondo. Tipo Cazafantasmas. Maravillosa película.)

La guerra de los clones


La mañana del viernes fue rara. Llegar a casa sobre las 11, estando acostumbrados a llegar a por la noche, se nos hacía incómodo. Pero como la mayor parte del tiempo, hasta la comida la pasé aquí sentado ante mi ordenador.

Después de ingerir diversos y deliciosos manjares como sándwiches de "jamonyó", volví a mi trono real en mi cuarto. Empecé entonces a hablar con ese chico que tanto se parecía a mi del Vialia... llamémosle... pueeees... Toby, por ejemplo. Tiene nombre de perro, pero no, no lo es. El caso es que Toby me decía que esta tarde nos veíamos... ¿por qué?... pues porque había quedado con Alex. Y el tal Alexito pues no me había dicho nada, no me había avisado. No me molestó en realidad, si habían quedado solos era por algo, no me importaba. Le dije pues a Toby que yo no iría, que tenía cosas que hacer... y que Alex no me había dicho nada. Entonces se revolucionó, dijo que yo tenía que ir, y hasta llamó a Alex para que me dijese dónde habían quedado. Yo entre tanto le insistía que no... verdaderamente no tenía ganas de ir, no me encontraba con el cuerpo bien. Aun así, al poco tiempo me llamó Alex para decirme que habían quedado para cojer el tren de las 16:15. Miré entonces el reloj. ¡Eran las cuatro en punto!. Como una bala, ya decidido a ir, me cambié de ropa, me afeité, me embadurné de desodorante y colonia, cogí el pañuelo que me regaló eGeo, mi mariconera y algo de dinero, y volé hasta la estación.

Gracias a Dios, llegué a tiempo. Allí estaba Alex, que ya me había comprado un ticket. Entré en el tren con el corazón todavía a punto de estallar y jadeando, aquello habría parecido otra cosa. Me senté con las amigas de Alex que nos acompañarían, tres chicas de la clase de al lado muy simpáticas y divertidas, que por alguna incógnita razón me han cogido mucho cariño. El viaje fue divertido, hablé mucho con ellas, lo pasé bien. Alex iba vestido bien... aunque para mi gusto, muy gay, pero eso es siempre, ya que es muy amanerado... aunque los demás no le ven gay. De cualquier manera, él sigue diciendo que es bisexual... le creeremos, pues. En realidad, mucha gente es bisexual, como Chris, Martin o Toby. Lara opina que todos deberían ser bisexuales... verdaderamente libres... yo no sé qué opinar, a mí me da igual. Yo ya elegí esta acera, y no quiero cambiarme otra vez. Que hay mucho tráfico veloz en la carretera.

Ya en el centro comercial, el famoso Vialia, estuvimos dando vueltas hasta la hora señalada. Nos fuimos al lugar del meeting, y allí lo vi. Muy alto, con el pelo parecido al mío, algo más oscuro y corto, pantalón negro sobre converse, una sudadera roja muy parecida a la mía también roja, y sobre el pelo, su característico pañuelo rojo perfectamente instalado. Estaba nervioso yo, tenía un nosequé en las tripas... pero me armé de valor y me puse tras él. Le hice un amago de cosquillas, suficiente para que se percatase de nuestra presencia, se sobresaltó, se apartó... y nos saludó. El saludo fue frío, un apretón de manos, aunque he de mencionar que él antes por msn me decía que no sabía cómo saludarme, si dándonos la mano o un beso. Le dije que lo que saliese, y eso fue lo que salió. Ambos presentamos a nuestros respectivos grupos. Con él venían dos chicas de nuestra edad, altas, monas, una de acento fino, perfecto, del norte probablemente, castellana pura. La otra, más de por aquí, campechana, y muy divertida.

Ese nuevo grupo, ya de 9 personas, se unió rápidamente. Al principio tímidos, yo y la castellana era los que más hablábamos. Poco a poco, todos participaban de la conversación, hacíamos bromas, nos compenetrábamos. Nos llevaron a una tetería en la calle, cercana, pero que estaba abarrotada, por lo que hubimos de volver. Más tarde fuimos a buscarle un regalo al novio de Toby en varias tiendas, novio que casualmente se llama igual que eGeo y que el enamorado de Alex, por lo que hemos hecho el Equipo E (en realidad es otra letra), pues cada uno tiene a su eGeíto personal. Bueh, menos Alex, el pobre, que lo tiene bastante difícil para conseguir al suyo. Dejando atrás los malos rollos que podrían surgirle a cada uno, nos convertimos en los amigos inseparables que nunca habíamos sido pero que siempre habríamos querido tener. Bromeábamos juntos, nos reíamos las gracias, nos metíamos con uno o con otro, como si fuéramos amigos de toda la vida. No teníamos temor de molestar al otro, porque nos conocíamos muy bien, a pesar de nunca habernos visto antes. A Alex se le veía muy contento, pues me dijo que le gustaba un poco Toby, y al fin había conseguido conocerlo. Ahora se llevan muy bien, hablan por teléfono y tal, están cogiendo muchísima confianza.

Sobre las 8, nos fuimos al Burger King del Vialia, a incharnos a patatas fritas y helado. Allí nos hicimos fotos, muchas de las cuales están en mi Tuenti (los interesados que tengan mi msn y mi tuenti, ya saben dónde cotillear xD). Entonces me puse el pañuelo de mi novio en la cabeza, para parecerme más a él. Nos dijeron que éramos clavados, muy parecidos, hasta en la forma de actuar, solo que él más alto, pelo un poco más corto, y mucho más delgado. Me fijé más... y la verdad es que es guapo. Toby es muy guapo, en eso nos diferenciamos. Tenía algo especial, serían sus ojos, que me recordaban muchísimo a eGeo. eGeo... no paraba de pensar en él. En cuando estuviésemos allí mismo, en ese Burger King, comiendo patatas fritas, embobado mirando su sonrisa, sus ojos pequeños, su pelo largo. Necesitaba muchísimo sus besos... pero no estaban. Los sentía... volvía a sentirlos, su textura... pero no notaba su humedad.

Empezaba a amargarme... así que decidí con mi gente coger le tren de las 9 menos cuarto. Alex se quedaría allí, ya que iba al teatro o algo por la noche. Me despedí de ellos calurosamente, ya que no sé por qué empecé a sudar cuando me tuve que acercar a darle un beso. "Ya sí, que hay confianza", me dijo, y era verdad. A las chicas también besé, a Alex un saludo raro, mitad abrazo, mitad beso, mitad todo, "entrenamos" de nuevo en el tren, y volví a mi hogar dulce hogar. Estaba cansado en el tren... pero estaba feliz. Había conocido en persona a una persona con la que llevaba tiempo hablando y que me caía muy bien. A veces incluso me sorprendía conmigo mismo y con el mundo, ya que de pasar a verlo por el Vialia sin decirle nada, he llegado a quedar con él y a hablar de cosas más profundas. Me devuelve la confianza en mí mismo una vez más... cosa que ya estaba un poco decaída. ¡Bien!

Este año va a acabar muy muy bien...

¡Un besazo a todos!

domingo, 28 de diciembre de 2008

Esta noche es Nochebuena, y mañana es Navidad (2ª Parte)

... deja la bota, María, que yo ya no puedo más...


Dadle al Play, señores, para amenizaros la lectura. Va dedicado al Oso, que seguro que le gusta. ¡Un beso enorme para él!



Se me olvidó decir una cosa en el post anterior. ¡¡Esa Nochebuena nos dieron regalitos!!. En realidad, fue lo que esperábamos, lo típico. Dinero. 5o € por parte de mi abuelo, 30 € por parte de mis tíos, mis abuelitos nos dieron un regalo común para toda la familia, una hermosa cafetera Nespresso, la de George Clooney, capricho más que nada, ya que poco futuro le veo en casa. Le vendí dos cajas de bombones de mi abuelo y a mi primo, por 15 euros cada una, aunque como me dieron 20 para no andar con el trapicheo de devuelta de dinero... pues me quedé con 10 euritos que fueron directos a mi bolsillo. Tengo actualmente 495 euros en billetes, y unos 50 más en monedas. Y eso sin contar que 150 euros del viaje de fin de curso son de mi bolsillo... entonces tendría alrededor de 700 euros!!! Está muy bien, si cuento que ahorraré unos 100 euros al mes... al final, en Agosto, tendré unos 1500 euros ahorrados, tirando alto... cosa que no está nada mal para el futuro que planteo

El día siguiente me desperté tarde, sobre las 12, así que no hice nada en toda la mañana. Creo que ni desayuné, y eso que me encanta hacerlo allí, porque las tostadas en esa cocina y con esa mantequilla no saben lo mismo en otros sitios. Ese día estaba más soleado, así que salí un poco a hacer fotos. Pronto llegaron mis tíos con mi primita y nos dispusimos a comer en la larga mesa del comedor. Mi prima es una chiquita de ojos azules bajo un pelo de tirabuzones rubios a punto de cumplir los 2 años, muy graciosa, que no para de hablar y de hacer payasadas. Para lo pequeña que es, es muy avispada y aprende muy rápido. Tras la comida, al atardecer, en la casa de mis tíos (que recuerdo, o para muchos anuncio, se construyeron en la mitad del solar que le compraron a mis abuelos, osea, sólo a unos pasos) pasó algo curioso.

Antes he de decir que yo nunca había tenido trato con niños. Cuando nació, y todo el mundo le hacía ñoñerías, yo me negaba a participar, lo veía ridículo, pues una niña tan pequeña no comprende nada de lo que le dices, simplemente vive como espectador, pero no entiende lo que ve. Así que yo no le hacía ni caso, no me acercaba, tampoco sabía bien qué decirle, me sentía ridículo. Ahora, la cosa ha cambiado. Ella ha crecido y entiende mis palabras. Y aunque yo tampco le preste mucha atención... por alguna extraña razón, ella ha centrado la suya en mí. Por donde voy, me sigue por detrás, llamándome, me pide cosas, que le de pan, o que juegue con ella. A diferencia de los demás, que a cada uno llama por su nombre, hasta a sus padres a veces, a mi me llama primo. Más exactamente, "pimo",  ya que no pronuncia aún bien.

Pues bien, en el día de Navidad estábamos allí viendo la nueva chimenea de obra que se habían instalado mis tíos, escuchando de fondo música para niños, unos cuentos en vídeo con cancioncillas fáciles, cuando se acercó a mí con su vestidillo rosa y su andar patoso y me agarró del pantalón. "Pimo, baila". ¡Quería que bailase con ella canciones de niños pequeños! Pues... con toda mi valentía y mi vergüenza, me puse de rodillas (para estar a su altura, je), y bailé con ella un poco. Ella me imitaba, movía los brazos como yo, le hacía reir, saltaba si yo se lo decía... me gustó ese momento. Otro pedacito del recuerdo que hay que archivar para siempre. Yo teniendo mi primer contacto con la niñez, me volví infantil, me sentía cómodo con ella, haciendo el payaso. Entonces empecé a pensar.

¿Seré yo padre algún día? ¿Sería capaz de hacer siempre reir a una niña o a un niño pequeño? ¿Podré aguantar que a veces tenga rabietas, que se haga pipí y caca, que me irrite? Sin duda, lo que sería es un buen padre. Le enseñaría el mundo tal y como es, pero en su cara más positiva. Le enseñaría arte, literatura, historia, para que viese que de toda la mierda del mundo se puede sacar siempre algo bueno. Por supuesto, ésto no lo haría con un niño de 2 años, sino algo mayor, pero sí que le haría un chico culto y de provecho. En fin... estos días he descubierto que también tengo una sensibilidad paterna antes oculta. El tiempo dirá si puedo darle rienda suelta o no... quién sabe.

Después de bailar con ella, volvimos a casa de los abuelitos. Allí entonces comenzaron a despotricar contra sus hijos... que si uno se había ido demasiado lejos, y que si otro estaba todo el rato pegado. Con nosotros no se meten, nos salvamos, y eso es casi peor... porque las críticas de los demás caen con nosotros. A los otros no les dicen nada, al revés, se nos quejan de todo lo que no se atreven a quejarse a ellos. Y os puedo asegurar que, repitiéndolo año tras año, acaba cansando mucho. Mis abuelitos... más exactamente, mi abuelita, ya que mi abuelito es un santo, es muy rara, caprichosa, y siempre nos mueve a todos a su merced. Pero menos mal que el tiempo pasa y que la cena despeja sus humos. Volvimos a cenar con mis tíos, y volvimos a escuchar a María Dolores Praderas, a Antonio Machín y a Miguel Bosé, y volvimos a bailar con ellos. Ésta vez, yo, por supuesto, con mi primita, que no paraba de llamarme "pimo, pimo, a bailá" para que la acompañase. 

Ese día poco pude hablar con mi chico, varios minutos al atardecer... lo echaba de menos muchísimo. Uno de mis sueños es que él algún día venga a esa casa... sé que es bien difícil... pero me hace muchísima ilusión enseñarle la casa, los gatos, y todas las curiosidades antiguas que tienen allí mis abuelitos. Es casi imposible... ya que ellos además están muy chapados a la antigua, no lo comprenderían. Tienen unas ganas de que me eche novia ya... aunque ahora que lo pienso... eGeo con el pelo largo dentro de un año, puede parecer perfectamente una chica de espaldas... ya le compraré algún modelito ajustado y unos sujetadores con relleno si hace falta, pero vaya, yo lo llevo a esa casa seguro. (Juas, me parto con solo imaginarlo xD, perdona nene, no me odies xD).

Me dormí escuchando la canción que hay arribita del todo... Danza Española nº5, llamada "Andaluza", de Enrique Granados. Mi versión era del magnífico Andrés Segovia, he puesto al tipo del vídeo porque me gusta su interpretación. Espero que la hayáis escuchado, y sobre todo, que a alguien le haya gustado.

Al día siguente me desperté temprano para volver a Fuengirola antes de comer. La temperatura exterior era de 0 grados, las estalactitas pendían de los cristales del coche. Después de echarle alcohol y agua caliente y conseguir arrancarlo, ya sí, pudimos partir a nuestro hogar, dulce hogar...

¡¡Un besazo a todos!!

sábado, 27 de diciembre de 2008

Esta noche es Nochebuena, y mañana Navidad (1ª Parte)



...saca la bota, María, que me voy a emborracharrr...

No precisamente eso pasó en Nochebuena ni en Navidad, ya que ni había botas, ni alcohol, ni María (Huy que mal queda esooo...), pero si hubo música, bailes, cangrejos, viajes y fotografías. Pero vayamos por partes.

El principio empezó con los primeros sucesos. Dije (aunque no, me parece que al final no lo dije, así que lo digo ahora), que el martes saldría con las dos mujeres de la casa a las 4 de la tarde en tren hacia Málaga y de allá hasta Antequera en bus. Al final, por prisas previsibles de mi madre, se decidió postergar el "entrene" (el "embarque" en el tren) a las 5, por lo que mejor para mí. Lo que no se pudo preveer bien era que las prisas se demorarían más, pues aunque corriésemos hasta la estación, el alegre señorito vendedor de entradas nos dijo que "no hacía falta que os déis prisa, que el tren ya se ha ido". Mi madre entonces apunto estuvo de coger una de sus rabietas depresivas, mi hermana se calló y se retiró a un lado con la maleta, y entonces yo tuve que sacarlas adelante. Mi madre ya entonces daba por perdida la misión, iba a llamar a mi abuelo para decirle que no nos esperase, que cenase solo... cosa que a mí me dió una pena inmensa, quería verlo alguna vez en estas Navidades, así que saqué el horario de autobuses del bolso de mi madre y simplemente busqué la siguiente salida. A las 7 y media partía uno, así que teníamos tiempo suficiente para esperar una hora, coger el tren de las 6 menos cuarto y pasar en el Vialia una horita. 

Lo arreglé con ella bien, la convencí poniendo como excusa (verdadera) la pena que sentiría mi solitario y abandonado abuelo, y se acordó. Durante esa hora no hice nada, tocar el piano y tal, volvimos, y ya cogimos el tren adecuado. Poco más que contar, durante media hora en el Vialia estuve hablando con eGeo, y en la otra mitad buscando a mi madre y a mi hermana. El viaje en bus fue bonito, casi me dormí. No sé qué me pasa ahora, que en cualquier medio de transporte, me duermo. El caso es que llegué a Antequera a punto de caer en los brazos de Morfeo, pero no hubo otro remedio que recostarse y abrir bien los ojos. La noche pasó sin más pena ni gloria, durmiendo en el antiguo, pero bien conservado y muy grande piso de mi abuelo en el centro.

A la mañana siguiente me volvieron a separar de Morfeo, esta vez para caer en las garras del poderoso caballero Don Dinero: me fuí de compras. En realidad, mi madre había planteado echar un vistazo por las tiendas antequeranas, pero finalmente acabamos con dos bolsas cada uno. Yo, un jersey fino muy mono, y de repente, en una tienda de discos, algo de lo que me enamoré. Una camiseta... perdón, LA camiseta de La Casa Azul. La que véis en la foto. Me encantó, hasta el dependiente me dijo que tenía buen gusto eligiendo y escuchando música. Entonces avisé a mi madre corriendo, para que me diese dinero y luego devolvérselo yo en casa... aunque terminó por regalármelo. Salí con una sonrisa iluminando las calles de la encapotada ciudad, mirando a cada dos pasos mi camiseta nueva. Llegué al piso, y al poco rato llegó mi padre desde Fuengirola en coche. Comimos, durmieron la siesta, y nos fuimos a casa de mis abuelitos en Palma del Río.

Llegar, leer la revista Pronto y empezar con el tapeo sobre las 8 o 9, lo típico allá. Gambas, almejas, jamón y queso, y los piquitos de pan no pueden faltar. Comimos en la mesa del gran salón, momento de reunión que aproveché para una de las cosas que más me gustan. Poner música en el tocadiscos. Desempolvé los muchos discos que aún quedan (los mejores me los llevé a casa, aquí están, para que en un futuro tengamos algo curioso con que decorar nuestro apartamento en la ciudad X o en Madrid), y el ambiente se inundó de ese sonido característico de los discos antiguos, con el ruido de fondo, la voz melodiosa y los ritmos tranquilos, apaciguadores, de las canciones de ayer. Los vinilos de María Dolores Pradera, Luis Aguilé, Antonio Machín, entre muchos otros, giraron sin cesar durante toda la velada. Ahora, voy a confesaros algo muy muy muy fuerte, que puede que os aparte por siempre jamás de este blog definitivamente. Muy a mi pesar, por el futuro de éstas palabras y el mío, he de decir que... me gusta Antonio Machín. Me gusta su voz, sus canciones, el toque que les da, esas maraquitas, me gustan mucho. Antes lo había escuchado... pero estos días me empapé completamente de él, salí airoso y, sobre todo, satisfecho. En fin, ya estoy más tranquilo. He salido del armario una vez más. Menos mal que ya voy a dejar de escribir para hablar con mi novio, porque creo que no aguantaríais algún que otro sustito que os tengo preparado.

Después de escuchar la máquina de hacer Antonios (uséase, Antonio Machín.... vale, chiste malo y viejo... pero estoy cansado, es lo que hay), estuvimos bailando éxitos antiguos... muy muy antiguos. Con decir que, por ejemplo Miguel Bosé nos cantaba su "Super Supermán" con voz de niñito... y que Rumba 3 temía la llegada de su "Tiburón"... pero como pocos o casi ninguno sabe qué canciones de antaño son esas, os dejo enlacitos: la primera aquí (pero mirad qué gay bailaba Bosé, me encanta!), y la segunda... pues no he encontrado, je, imaginad cuán antiguo es... es rumba de feria hortera pero con marcha, con eso os hacéis una idea aproximada. Después de la "fiesta" y los bailoteos, nos fuimos a la cama, pues hay que descansar, para que a la mañana, pudiéramos madrugar. Madrugar, madrugar, yo no madrugué mucho, pero bueno, eso ya lo contaré próximamente.

Ya está. Esta fue nuestra Nochebuena. Noche en realidad manchada con los tintes de la soledad, pues me sentía más lejos de eGeo que nunca. Apenas unos minutos pudimos hablar, minutos que me parecieron injustamente escasos. Gracias a Dios, ya estoy aquí, y él ha llegado de Logroño, todo vuelve a su anómala normalidad.

¡¡Un besazo a todos!!

miércoles, 24 de diciembre de 2008

All I want for christmas is...

¡¡eGeo!!
Y por una vez, lo que desee por Navidad vendrá a mí. La primera vez, este 2008 ha sido la primera vez para todo. El primer paseo en moto, la primera entrada de mi blog,  el primer bailoteo en una discoteca, la primera ruptura con el pasado, el primer amor correspondido, el primer abrazo, el primer beso, la primera caricia, el primer "te quiero",  el primer paseo cogido de la mano amada, las primeras lágrimas de amor lamidas, las primeras 100 horas hablando con mi teléfono nuevo, el primer grupo de personas con el que me siento realmente bien... ha sido el primer año de mi vida.

Hoy voy a hablar del fantasma de las Navidades pasadas. De mi fantasma particular, del miedo. De la desesperación. La mayoría de los años, en Navidad o Nochebuena me iba a casa de mis abuelos maternos en Antequera, esa gran casa de campo que había crecido alrededor de un pozo. Nos reuníamos toda la familia: mis dos tíos, mis cinco primos, mis cuatro primos segundos, dos o tres tíos lejanos, mis alegres abuelos y nosotros. En el inmenso salón, con las puertas cerradas y la televisión puesta en el salón el comedor de al lado, disponíamos las grandes mesas, y allí todos comíamos algo típico que cada uno había preparado en su casa. Algunos traían carnes, otros pescado, otros el vino, y otros enormes tartas para compartir con todos. Después de la frugal cena, en la que hablábamos sin tapujos de cualquier tontería, llevábamos las cosas todos a la cocina. Entonces empezaba la verdadera fiesta. Algunos salían a la noche oscura a fumar, otros empezaban a enseñar regalitos, los más pequeños corrían por aquí y por allá jugando con los trapos viejos de mi abuela, mi tío empezaba a beber, y mi tía le regañaba y se reía con sus potentes carcajadas. De repente, mi padre se metía en un cuarto y empezaba a sacar instrumentos. Guitarras, claves, panderetas, timbales, triángulos, castañuelas, y, cómo no, la botella de Anís del Mono vacía que aportaba mi abuela. Mi padre empezaba a cantar, poco a poco, casi solitariamente, los villancicos que con anterioridad ya se había aprendido acompañado de la guitarra. Yo le seguía con las claves, mi tía cogía sus queridas castañuelas, mis primos con sus panderetas, mi abuela con la botella de anís y mi abuelo se inventaba sus instrumentos gracias a su increíble don creativo. Al final toda la familia quedaba resumida en una orquesta que, aunque no sonase al unísono, sí poseía un sentimiento común: felicidad. Júbilo, ganas de pasárselo bien, olvidarse de los problemas durante una noche al año. Mi familia siempre ha tenido muchos, muchísimos. Y una vez más, mi padre, ese chico extravagante y distinto que no pintaba nada en la familia de mi madre, había conseguido apaciguar sus emociones y tornarlas hacia una visión del futuro más prometedora. Cantábamos mal, pero cantábamos con ilusión, que era lo importante. Luego de los villancicos, algún tío lejano se acostaba, otro se mareaba por el exceso de alcohol, y un tercero tenía que irse a dormir a su pueblo cercano. Entonces empezaba la marcha para los jóvenes. Ponían música, cutre, pero música, el aserejé y varias tonterías más, para que mi hermana y mis primos bailasen. Vale, lo confieso. Más de alguna vez me pilló la Macarena vestido de pastorcillo (sí, también me llevaba el traje allí). Hay que tener en cuenta que yo era pequeñito, y me olvidaba de todo amor propio y decencia. Después, sacábamos los regalos, ya sobre la 2 de la noche. Muchísimos regalos, nos encantaba regalarnos cosas, pequeñitas, baratas, pero muchas. Cada familia le hacía un regalo a cada miembro de la otra, así, acabábamos con los brazos llenos de peluches, colonias y joyas económicas, y la gran mesa inundada de papeles de regalo. Adoraba esos momentos. Después acostarse cansado, en cualquier cama con cualquier persona, y tener dulces sueños hasta la mañana siguiente para levantarnos tarde y resacosos. Esas épocas cambiaron cuando murió mi abuela, hará unos 3 años.

Desde que falleció, todo cambió. Intentamos reunirnos allí de nuevo, pero tuvimos que desistir al segundo año. Mis tíos de Málaga con sus tres hijos no fueron, no querían. Mi abuelo estaba triste, todos estábamos pusilánimes. No hubo villancicos, nadie tenía ganas, había un ambiente rancio en el aire. Se echaba de menos el sonido de su botella de anís, el de sus pulseras contra el cristal de la mesa, su gran pelo embadurnado de laca. Lo que de pequeños nos hacía arrugar la nariz con repulsión, ahora necesitábamos con tristeza. Poco a poco, esa ansiedad ha ido desapareciendo, aunque a veces vuelve a nosotros. Ya mi abuelo está mejor, con el paso de los años no siente ese vacío tan grande, mi madre no sufre y en la familia parece haberse instaurado ya la normalidad, que parecía forazada en otros momentos. Aún así, nos cuesta reunirnos. A mis tíos hace ya casi un año que no los veo, y con mis primos la relación se ha enfriado muchísimo. Ya nada es lo mismo.

Este año estoy pasando Nochebuena en la casa de mis otros abuelos, los abuelitos, como les llamamos nosotros. Antes hemos estado en Antequera visitando a mi abuelo, pero lo hemos dejado para estar con los cordobeses. Teníamos por costumbre los otros años ir allá en Nochevieja, dar siempre el paso al nuevo año desde la casa de campo en la rústica urbanización cercana al río Guadalquivir. Eso ya os lo contaré más detenidamente el próximo día, pues por una vez la cosa va a cambiar. Este año nos quedaremos en Nochevieja en Fuengirola, podré salir y hacer lo que quiera, hasta altas horas de la madrugada. ¡Al fin!

En conclusión, adoraba las navidades porque estaba con mi familia. Ahora ya la cosa ha cambiado demasiado y pienso otra cosa de éstas fiestas... como ya pudisteis ver en el post de ayer.

¡¡Un besazo a todos!!

martes, 23 de diciembre de 2008

El (no) espíritu navideño


Estas Navidades son distintas. No son Navidades.

No hay polvorones apenas, ya no me gustan como antaño. Antes me sentaba en el sofá a ver cualquier película y me zampaba dos o tres mantecados de canela arropados con la enagua de mi abuela. Veíamos anuncios navideños, películas de Rudolf, tarareábamos villancicos y ojeábamos los catálogos de juguetes. Ahora ya no. Ahora no soporto los anuncios navideños, esas familias felices alrededor de la hoguera esperando a Santa Claus me parecen patéticas, los villancicos irritan mis oídos, y los juguetes son ya demasiado caros hasta para mirarlos.

Algo ha acabado con el espíritu de la Navidad este año. La crisis quizás, la tecnología, algo, le ha asesinado. Ya las navidades no son lo que eran antes, cuando significaban la reunión familiar. Ya no habrá regalos ni detalles ni nada. Antes me parecía todo muy hipócrita, ya que la familia sólo se acordaba del tío enfermo en el hospital en estas fechas, se acercaba con la sonrisa falsa a darle un ramo de rosas y una caja de bombones, y se iba despreocupadamente. Ahora, ya ni eso.También puedo decir que es debido a la madurez, pues desde hace tiempo no veo las cosas desde la perspectiva de niño. Nunca creí en los Reyes Magos ni en nada, sabía que mis padres se comían las galletas que les dejábamos (sí, yo les dejaba galletitas de fresa de Hacendado), y por supuesto ninguna cigüeña parisina me había dejado a mí en ningún sitio. A mi no me engañaban... la Navidad era, y cada vez lo es más, una tradición que poco a poco se iba comercializando. Un puro y duro pretexto para vender más. En Diciembre parece que los niños necesitan de verdad la niña cagona o el coche transformable de Spiderman, que si no regalas tal juego de ordenador no eres nadie y ¡cómo te atreves, ah, desdichado, a no tener un árbol de Navidad superluminoso, un Papá Noel colgando del balcón y un portal de Belén con figuritas de plástico! 

Este ha sido el primera año en el que no he ayudado a mi madre a poner el portal. No tenía ganas, no me hacía ninguna ilusión. Sólo son unas cuantas figuritas mal hechas sobre un trozo de cartón y bajo algo de corcho. Se ve que ella tampoco lo ha hecho con muchas ganas, ya que sólo ha puesto lo mínimo, y en un rincón poco posible. Otros años lo poníamos al lado del árbol, con muchas casitas diferentes, un molino, un huertecillo, unas gallinas y un puente sobre un río plateado. La única particularidad que ha persistido hasta hoy desde siempre son los tres dálmatas de plástico que velan por el niño Jesús (Gracias!). El arbolito también está puesto, pero ya no ilumina como antes. Como he dicho, no hay espíritu navideño. No hace frío como antes, apenas llueve, ni estoy apenas con la familia.

Quizás sea porque me entretengo en otras cosas. Bueh, quizás no, es así. Una hora mínima paso el día hablado con eGeo. Cada vez que puedo, estoy aquí asomándome a la ventana de internet, hablando con gente, escribiendo o aprendiendo, viendo películas o jugando. Apenas estoy con ellos.... por las noches me aburro, no hay nada en la tele interesante. Mi hermana se va a su cuarto a ver su tele o a hablar con su novio, y yo me voy a la mía a hablar con el mío. Mis padres ven que nos distanciamos... podrán culpar a la tecnología, los ordenadores y tal... pero en parte es natural. Si no estoy en el ordenador, estaría todo el día en la calle, como mis amigos. Sólo que hay algo muy fuerte que me ata y me hace estar muy cómodo en mi silla con los pies sobre la cama, y sois eGeo y vosotros. He aprendido mucho aquí, he conocido a muchísimas personas interesantes que cada vez me sorprenden más. Mis padres no entienden que yo pueda tener una vida cibernética... que también me puede ayudar en la vida social y personal.

El espíritu de la Navidad se ha muerto... pero lo que sí es importante, es que realmente somos nosotros los que podemos revivirlo. Será que me he cansado de vivirlo de tal manera, que los tiempos han cambiado o qué, pero quiero una nueva manera de festejar las fiestas. En sí, las navidades se suceden durante una fecha del año cualquiera, pero tanto como pretexto para el consumismo, también lo es para demostrar los valores humanos. En un momento tan simbólico como pasar de un año a otro, queremos estar con las personas que de verdad importan. Al menos en mi punto de vista, lo que vale la pena es ser sinceros consigo mismo y con el mundo. Es bonito reunirse con la familia y montar el Belén, claro que sí, pero siempre y cuando se haga con corazón, de verdad, son sinceridad, cosa que ya no se lleva. En navidades, como podría ser en cualquier fecha del año, hay que hacer lo que a uno le gusta, ser ñoño, cursi o todo lo que se quiera ser. Darle más importancia al sentimiento que a cualquier otra cosa. Por eso, ya sé cómo quiero pasar las siguientes navidades. Con mi familia, sí, pero con una persona más especial aún. Con mi segunda mitad, con eGeo, pues es el que me completa y me hace ser como soy. El que de verdad me hace sentir a gusto.

No me gustan estas navidades. Son frías, calculadas, sistemáticas, típicas, son aburridas. Han perdido su sentido original, el sentido de unidad, de familia. Me entristece recordar las anteriores. Desearía ser un niño de nuevo. Tener dos, tres, cuatro años menos, y ser feliz con la persona a la que quiero. Eso es lo que más me entristece. Que hay personas que han podido disfrutar lo que he pasado yo con la familia pero de verdad, con la persona a la que quieren. Seré yo que soy muy raro, pero necesito tener a alguien, no estoy hecho para vivir solo. Y ahora estoy así, sigo solo, pues lo único que necesito es cariño... un cariño que teóricamente tengo, pero que no volveré a percibir en práctica cuando realmente lo vuelva a necesitar. Estoy triste, porque pienso que es injusto. Injusto que mi maldito pasado no se pueda borrar, que lamentablemente solo 10 horas no hubieran sido suficientes, es injusto que además de todo ello, tenga que esperar 7 y 8 malditos meses más para tener una segunda oportunidad de ser feliz. Estoy triste. Pasaré una triste Navidad más.

¡Un besazo a todos!

De tot un poc

Hoy voy a escribir. No sé de qué, pero si sé que voy a dejar mis dedos correr sobre el teclado. De fondo escucharé alguna que otra cancioncilla, pero no le prestaré atención. Lo importante es lo primero que se me ocurra.

Me estoy comiendo una de las natillas que compró mi madre. Al final, no cumplieron su propósito, ya que no me puse malo con amigdalitis ni nada, simplemente una falsa alarma. De ésta manera, me está sabiendo un poco rara, ya que no estoy acostumbrado a tomarla en épocas sanas. Anoche ya estaba casi recuperado, esta mañana solo tenía dolor de garganta, que al estar todo el día abrazada por la bufanda, se ha mejorado completamente. Abrazado... tengo ganas de abrazar a eGeo. Puede parecer exagerado, pero lo echo de menos más que nunca, pues no he hablado con él por msn. Aunque nuestras conversaciones vía messenger o gmail no sean siempre precisamente muy brillantes, ya que lo nuestro es el teléfono, el no tenerlas también se me hace raro. Me falta algo en este día de hoy. Y bastante más me va a faltar durante esta semana hasta que vuelva... gracias a Jesús Vázquez, osea, el Dios gay, mañana me voy a Antequera, y el día siguiente a casa de mis abuelitos paternos a Córdoba para pasar el día de Navidad y Nochebuena, por lo que no sentiré esa ansiedad al ponerme en el msn y no verlo conectado... ya que no tendré ni siquiera ordenador. A veces me da por leer su primer blog, el de Terra, sus palabras inocentes, inexpertas, el eGeo antiguo y niño del que me acabaría enamorando y el cual acabaría encontrando lo que tanto busca en alguien del sur, ese área geográfica tan desconocida para él. El caso es que echo de menos a eGeo.

"Sabías a lo que venías", el malogrado programa que desastrosamente sacó la Sexta, me lo recuerda a cada anuncio en que se patrocina. También mucha gente me lo dice. Yo sabía que todo esto iba a pasar. Que sentiría lo que siento ahora, incomprensión, desesperación, amargamiento, frustración, soledad, temor por volver a lo mismo de siempre. En parte, el haber estado ya avisado desde antes, alivia un tanto las cosas... pero no es suficiente. Algo queda, siempre, por mucho que te quieras conformar, no puedes, el sufrimieno está. Le echo de menos. Ya no recuerdo cómo es besar a una persona, menos aún cómo sería besar a la persona amada. Antes me bastaba con imaginar un poco y sentía su lengua contra la mía... ya no puedo, por mucho que lo intente. Es triste. Es muy triste mi situación. Pero no quiero repetírmelo hasta la saciedad, no quiero aburrirme de mis palabras, no está bien que insista siempre en lo mismo, me cansará. Cambiemos de tercio.

El sábado pasado, oséase, hace dos días, tenía pensado ir a Málaga con Laurita y con Alex. De paso, tenía pensado encontrarme con mi clon malagueño (el que me encontré en la manifestación de Bolonia en el Vialia, tal y tal...) en el centro comercial... perfecto para conocerlo, pasar un buen rato con nuevos amigos... y que Alex le conociera a él. Por lo visto, Alex, que ya ha dejado a su novio, busca a otro... y se obsesiona por cualquiera. Y yo, que soy un Celestino del nuevo milenio, pues estoy haciendo todo lo posible por que se conozcan y se unan en amor místico, puro, y del duro. Aunque hay un problemita... que mi Yo malagueño ya tiene novio... precisamente, llamado igual que eGeo. Aun así, yo voy a hacer lo posible... aunque me joda ver a otra parejita feliz ante mis narices... ¡pero es que me aburro!. La cosa del sábado mañana al final no cuajó, ya que mi clon había tenido problemas con los padres y habría que aplazar el encuentro... pero de todas formas, tramé un ingenioso plan para que se conocieran, al menos por msn. Bah, lo que hice fue agregarlos a la misma conversación, y con mis artes oratorias, conseguir que uno se interesase en el otro... aunque no sé si viceversa. Por ahora, parece que mi clon está más interesado en mí o en cualquier otro que en el pobre de Alex. De todas formas... no soy yo quién para ir rompiendo parejas... sólo quería ver lo que puede pasar. Alex está ilusionado, aunque yo intento que se fije en otros, pero ya ha vuelto a tener confianza en sí mismo y en su futuro. Juas, juas, juas... me está gustando esto de manipular a la gente... dentro de un año me será pan comido conseguir que eGeo trabaje, limpie, cocine y planche para mi... sí, sí, mientras yo haré cómo que estudio... ¡lo lograré! (Nah, es bromita, y dije que iba a escribir lo primero que se me ocurriese, bromas estúpidas valen.)

Hoy por la tarde he estado con Lara, el rubito gay y otros chicos, dando vueltas por Fuengirola. Lo he pasado muy bien, me he reído mucho, con el rubito voy cogiendo más confianza, con Lara ya llegamos a límites de la amistad que no esperaba llegar, me encanta. Ella siempre tiene la piel caliente, y yo fría... así que me reconforta cogiéndome de la mano, y así andamos por la calle. Parecerá una estupidez contada por un pequeño niño ilusionado con nuevos zapatos, pero es que me encantan esos detalles. Siempre he querido una amistad así con alguien... ¡y por fin, la tengo! Estoy muyyy contento con todo esto que está pasando. Y pensar ahora que a ella la conocí de sopetón, asustándome al aparecer una noche en la playa antes de irme de camping, y tras jurarme que era clavadito a alguien (a Chris), preguntarme si era gay con una sonrisa franca dibujada en la cara. ¡Quién lo diría, que ahora estaría así con ella!

Poco más de lo que hablar hoy. Ahora escribiré un poco, para los días en los que estaré ausente. Tengo varias cosillas en mente, pero no os diré nada, ya que si al final no las hago (como es normal en mí),  recaerá sobre mi conciencia la falta de no haberlo cumplido.

¡¡Un besazo a todos!!

domingo, 21 de diciembre de 2008

¿Amigdalitis? ¡Noooo, por favooooor!



Mi madre ha comprado natillas de chocolate. Eso sólo puede significar dos cosas:

1) Que alguna compradora cruel se lo ha endolsado en su carrito de la compra. Mi madre nunca compra natillas de chocolate.

2) Que me considere oficialmente enfermo.

Así es nenes y nenas, mayoría nenes y pocas nenas, mi madre ha comprado natillas de chocolates, cosa que sólo y exclusivamente hace cuando alguien está mal, como yo, que estoy malo malito, enfermo terminal. (Bueh, no tanto :P)

Al final, el viernes por la noche salí a cenar con los de la clase. Estaba yo tranquilito en mi casita, en el ordenador, cuando me llamaron... ya habían intentado convencerme en el msn, pero me había negado en todas las ocasiones... aunque en ésta cambié radicalmente de parecer y acepté. Me cambié, me puse mi camisa nueva y mi chaqueta de cuero, algo de perfume y salí de casa. Cuando llegué, me aplaudieron nada más llegar... pero no me importó. Esa noche ya estaba frío yo, y no sólo físicamente, sino anímicamente. Fui, pero no sé bien por qué. Aguanté toda la cena sentado en la cabecera de una laaaaarga mesa donde todos mis compañeros de clase estaban comiendo ya, al lado de una parejita. El chico que la componía había sido muy buen amigo en su tiempo, compartíamos las mismas aficiones, y era la única persona con la que hablar durante mis muchos años de soledad en el patio del recreo, aunque nunca supo de mi homosexualidad. Volvimos a retomar temas pasados, a bromear por lo de siempre, la verdad es que pasé un agradable momento con él. Cuando ya se dio la vuelta y empezó a besar a su novia, todo cambió. Me centré en mis filetes y el puñado de patatas pochas, me hundí en ellas, me embadurné de la salsa de pimientos y deseé desaparecer. Al terminar rondé entre las otras personas, muchas me preguntaban que por qué no pensaba ir... y no sabía qué decir. Paco, el chico tan curioso del que ya apenas os acordaréis, pero que mencioné aquí y aquí, se interesó por saber por qué lo hacía... pensaba que era una actitud de rebeldía, de "Gato versus El Mundo", y ciertamente eso podría parecer. Ni yo tengo claro por qué no quería ir. Supongo que sería porque no quería ver a las parejitas, porque presentía que no me sentiría bien... o porque simplemente mi cuerpo me estaba avisando. Estaba cansado de hacer lo que todo el mundo quería... estaba harto de poner la cara bonita para parecer esa persona amigable y simpática... no quería llevar más la máscara, pensaba dejar de aparentar, y por una vez actuar según me apeteciera a mí. 

Al dirigirnos a la Plaza Amarilla (típico lugar de botellona) hablando con Paco, y empezé anotar los primeros síntomas. Dolor de garganta, cansancio, la cabeza a punto de estallar, molestia general en todo el cuerpo. Pocos minutos duré allí. Ya empezaban todos a beber, y me aburría. Daba vueltas, hablaba un poco con los abstemios, hacía el tonto con los que ya empezaban a caer bajo los efectos del alcohol, la mayoría. La enorme plaza estaba desierta, sólo nuestro pequeño grupo manchaba la estampa nocturna del Paseo Marítimo. Gracias a Dios, mi móvil empezó a sonar, pero por esta vez era Lara. Me decía que estaban en un local cercano que me pasase. Más contento que unas pascuas, me despedí del grupo diciendo que debía irme a casa ya, atravesé pocas calles, y me encontré con mi gente de verdad. Sentada con ella y otra chica estuve un rato, hablando de mil cosas, haciendo el tonto... pero yo ya me encontraba mal. A las 1 me fui, acompañado por ellas, y por Luca, con el cual nos encontramos por el camino.

A la mañana siguiente ya desperté mal, mal, mal. Me seguía doliendo horrores la cabeza, las amígdalas se habían hinchado. Entonces mi madre me dijo que iba a contraer de nuevo amigdalitis... cosa mala para mí, ya que cuando me da, una vez al año, es muy fuerte, caigo con 40 grados de fiebre hasta una semana. La ocasión anterior, tuvieron que ponerme penicilina, me dolió. Poco puedo decir sobre estos dos días del fin de semana. He hablado por el msn con mucha gente y por teléfono con eGeo, han surgido novedades respecto al tema de Alex y al clon que me encontré en el Vialia de Málaga, pero poco más. El dolor el primer día fue intenso, tenía un cansancio en todo el cuerpo que no podía soportar. Hoy ya ha remitido un poco, aunque sigo con el dolor de cabeza y la pesadez en los párpados, tan sólo he llegado a los 37 de temperatura. Me he tomado lizipaína y más cosas cuyo nombre no recuerdo (mi madre es farmacéutica, estoy rodeado de medicamentos, y aun así no me sé los nombres), incluso aspirinas, aunque me ha dicho cierto pajarito médico que son más malas que pegarle a un padre, que deberían prohibirlas pues podrían desangrarme. Gracias a Dios, sólo fue falsa alarma, aunque me lo pensaré dos veces antes de tomarme otra.

Eso es todo, amigos. Mañana espero recuperarme. Saldré un poco, ya que el fin de semana lo he pasado recluído, me despejaré y volveré a verlo todo de la manera positiva. Estos días de convalecencia han sido agotadores tanto física como anímicamente. Espero que esas amigdalitis que anunciaba mi madre sean sólo presentimientos suyos, y que no se hagan realidad.

¡¡Un besazo a todos!! ^^

viernes, 19 de diciembre de 2008

El Día de las Notas.


Hoy es un día muy temido para muchos. ¡¡¡Ooohhh, nos dan las noootas!!!

Hoy se demuestra si en realidad hemos trabajado, si estábamos estudiando como decíamos o si nos entreteníamos sacándonos los mocos. Muchas personas ven entonces que su esfuerzo ha merecido la pena, y otras se lamentan de lo que no hicieron. La mayoría, como siempre, se arrepienten de mucho, pero poco hacen por remediarlo. Piensan que no sirven para nada y que todo está perdido... tienen la suerte de ser el primer trimestre. Tenemos tres posibilidades, la primera de toda ya está gastada, para muchos satisfactoriamente, para otros no tanto.

Gracias a Dios, soy de los primeros. Desde siempre, el día de las notas, normalmente un viernes, me levantaba con dolor de barriga. Eran nervios, me atacaban a mis entrañas, aunque ya supiese casi todas las notas. A las 12 me dirigí a la clase con mi camisa de rayas verticales. Recuerdo que ya me había puesto esta camisa y esta camiseta en otra ocasión, hace un trimestre, al recoger las notas finales. Ese día ya empezaba a pasar oficialmente de Adán, aunque seguía haciéndome daño. un año atrás, me hizo más daño que nunca, al mentirme una vez más. Pero eso es otra historia que ya os contaré, mi gran historia.

Llegué a las puertas del instituto y me encontré con Kitty. Estuve con ella poco, pues iba pegado como una lapa a su somnoliento novio, que se ha alisado el pelo a lo Guti, solo que le queda como el culo. Me fui en busca de mi tutora, la profesora de inglés, que hace dos años nos cogió manía. Le demostramos que sabíamos más que ella, y para vengarse, nos mandaba a la biblioteca como pretexto de que nos comportábamos mal. Allí pasamos unos dos o tres meses, sin dar ninguna clase de inglés, solo asistiendo a los exámenes. Ahora seguimos en clase, pero pasa algo parecido. Ya ni nos manda callar, sino que directamente pasamos el uno del otro. Ni he quitado el plástico de los libros, esos se quedarán para mi hermana o para el que los quiera comprar.

El caso es que la encontré en clase. Había pocos alumnos, muchos ya habían ido a las 10. No tuve que esperar mucho, me dio el boletín, me felicitó, y listo. No me impresionó, repito que ya sabía todos los resultados. En total, he sacado cinco sobresalientes con 9, tres notables bajos y un mísero seis en historia, de media me da un 8. Vale, mucha gente dice... ohhh, que bieeen, Gatoooo, que buenas noootaaas.... pues yo no estoy contento. Si, estoy conforme, porque me he esforzado y me lo he ganado... pero quiero sacar mejores notas. Algún pequeño 10, por el amor de Dios, si no es mucho pedir. Lo mejor es que sé que lo conseguiré, y tendré mi 9 de media como me propuse. 2º de Bachillerato no es tan difícil, simplemente hay que ponerse y dejar de distraerse. En mi caso, trabajar y estudiar de verdad por primera vez en mi vida.

También estoy conforme porque ha sido una batalla ganada contra mis padres. A principios de curso yo pasaba mucho tiempo en el ordenador, escribiendo o chateando con mi novio. Me acostaba tarde porque hablaba, y pocas veces se me veía estudiar de verdad. Entonces mis padres me advirtieron. Me dijeron que me dejarían hacer lo que yo quisiera, a mi aire, para luego darme cuenta por mi propia experiencia que no debería seguir así. Pues bien. He hecho lo que he querido, estudiando cuando creía que debía hacerlo... y me ha salido todo muy muy bien. No se podrán quejar... no claro que no. Les he demostrado, y me he demostrado a mí mismo con una minisimulación del futuro, que puedo planificarme yo solo, con total libertad, y salir mejor parado. Este año no me he estresado, me lo he tomado con calma, sabiendo que a cada paso hacía lo correcto. Ahora sé que en un futuro podré estudiar tranquilamente, aunque esté con eGeo en una ciudad y una casa nuevas y totalmente desconocidas.

Después de que me diesen las notas, salí a ver las otras clases. Otro que no fuese yo, habría fardado de ellas, ya que tengo una de las mejores de mi clase, y por ende, de las mejores de 2º de Bachillerato (sólo decir que la segunda clase que va detrás nuestra en nivel, la única persona que ha salido mejor parado es Alex... ¡Al que le han quedado dos asignaturas!), pero no, yo no presumo de ellas, no las enseñé mucho. Las guardé y ahora están aquí en mi habitación, bajo un paquete de galletas, y bajo un examen de la selectividad de Inglés. Al salir estuve con Alex y más chicas de su clase... como no tenía plan alguno, y los de mi clase habían desaparecido, me escapé con ellos.

Estuvimos andando a lo largo del paseo marítimo. Está precioso, cualquiera diría que es mediados de Diciembre. El sol calentaba, ni una nube manchaba el cielo, el mar en calma recibía a algunos bañistas, otros jugaban en la arena o descansaban bajo los rayos. Estos pequeños veranitos en manga larga son deliciosos. Dan ganas de tomarse un helado en un chiringuito y ver a los chicos pasear en patines o en bicicleta. En ese momento, mientras nos dirigíamos hacia el castillo, mi móvil vibró. Lo acallé, pero volvió a vibrar varias veces más. Era eGeo. Entonces me lo pensé bien, lo cogí... y le pedí unos momentos. Me acerqué de nuevo a los demás... y le dije con cara de pena y resentimiento que mi pesadita mamá me había llamado y tenía que irme ya. Con lástima me despedí... y al darme la vuelta, no pude evitar reírme.

Disfruté mucho hablar con mi novio dándome la brisa del mar. Rodeé mi primer colegio. Allí pasé pocos años, no recuerdo cuáles, preescolar y 1º y 2º de primaria, creo. El caso es que mis primeros recuerdos provienen de allí. Yo por entonces era muy distinto... era un chico travieso, malvado, me metía con todos... hasta que en cierto momento cambié. Dicen que alguien me pegó... algún otro chico se cansó de mí, no sé. El caso es que recuerdo esas dos realidades. El chico que le quitaba el zumo al otro, y el que después le regalaba el suyo. En ese colegio conocí a Sarita (la única persona que recuerdo de ésos años), nos hicimos amigos inseparables, casi hermanos. No tan inseparables, porque hemos estado años sin hablar... pero bien se ha demostrado podemos volver a ser lo mismo que antes. Recuerdo que con ella bailaba en todas las actuaciones... vestidos de época, de animales, de cualquier cosa, o de pastorcillos. Al patio, cuando yo hablaba con el chico de mi vida y observaba aferrado a las rejas, empezaron a salir chicos pequeños, de unos 6 años, muchos vestidos como yo solía hacer en esas fechas. Me encantaba ponerme mi camisa de cuadros rojos, mi gorro de lana, mi zurrón, mi diminuto pantalón vaquero, mis zapatos náuticos y unos calentadores de lana también los tobillos. En el zurrón guardaba los caramelos que me iban dando, y en la mano llevaba eternamente agarrado el pequeño bastón de madera, que aún conservo. Adoro esos momentos. No era feliz, porque tampoco sabía qué significaba felicidad. Simplemente vivía. Ahora vivo feliz.

Después de hablar con mi vida, darnos buenas noticias y alegrarnos por la vida, volví a casa. Ya todo lo de siempre.

Ahora, en pocos minutos, vendrán Sarita y Sally a cantar conmigo un poco en el singstar. Tengo ganas de pasar con ellas buenos momentos. Aún ni siquiera sé si iré a la cena... tres horas antes de que se haga. Ya veré lo que pasa, aunque creo que faltaré.

Mañana contaré mis razones. Estos días son un poco extraños con mi círculo de amistades, que cada vez tiene bordes más difuminados y quebradizos. También mañana haré algo especial...  ya os contaré.


¡¡¡Un besazo a todos!!!

jueves, 18 de diciembre de 2008

¡A aprovechar las vacaciones!



Voy a salir todos los días que pueda estas Navidades. ¡Me lo he ganado!

Voy a hacer fotografías de día y de noche a mis amigos, saldré con ellos a bailar, iré al Vialia en Málaga en alguna que otra ocasión, veré alguna película con Sally y Sarita, hablaré con eGeo, me acostaré tarde, y, por supuesto, escribiré.

La tarde de ayer la pasé casi en su totalidad con Sally y Sarita. Fue una de las mejores tardes que he pasado con ellas, por eso quiero plasmarla aquí. Para que se quede siempre en el recuerdo imborrable, en mi blog.

A las 6 y media había quedado en la puerta trasera del centro comercial con ellas dos, la parejita de la chica inglesa, y otros dos chicos más. Lo primero que hicimos fue ir de tiendas. Las chicas probándose cosas, y nosotros, los "machos", fuera, casi sin hablar, viendo la gente pasar. El centro comercial estaba triste... a pesar de que de fondo se escuchasen villancicos adulterados que intentasen crear ese ambiente navideño feliz, animado y redulzón de las películas americanas... pero no lo conseguían. Al revés, era más deprimente. Un contraste enorme, una diferencia abismal entre esa felicidad... y la realidad. La tarde era fría, mucho, corría viento, y los trajes oscuros iban agarrados a sus los alabados paraguas. Muchas parejas paseaban bajo el techo coloreado de girnaldas, se paraban a ver el inmenso pseudo-abeto, y continuaban hasta la cola de la máquina de palomitas de maíz. Lo único bonito que tiene el centro comercial, el puesto de Belros. Miento, hay algo más, y son los dependientes de Tommy Hilfiger y Zara... ¡pero qué chicos, por Dios, qué chicos!

Verle vestidos y más vestidos, eGeo, prométeme que nunca serás tan pesadito con las compras como las chicas, porque me desesperan. Aunque lo confieso... entré en Pull and Bear y me convertí en otra fémina fanática de la moda más. Estuve un rato, y al final, tras probarme la ropa y pasear ante las chicas cual modelo, me llevé una camisa oscura negra y roja de cuadrados, un jersey de punto, con cuello de pico, negra y algo de gris delante, y una camiseta de líneas horizontales morada. Mono mono mono, me quedaba todo ajustado, perfecto, como a mi me gusta. Y con dos juezas de lujo. Salí con las tres prendas nuevas y 70 euros menos de mi bolsillo, pero salí contento. Me gusta comprar, cuando tengo ganas de comprar.

Entonces empezamos a dialogar entre todos. Queríamos llegar a un consenso, qué es lo que haríamos en nochevieja, a dónde iríamos y tal. Al final, tras casi convertirse en una discusión, la parejita se iría a una discoteca, yo me quedaría dando una vuelta fuera con Lara y el que quisiera apuntarse, y las chicas, Sarita y Sally... pues no saben qué harán. Me dicen de ir a la discoteca... pero es que paso, rotundamente. Me sale por 60 euros pasar una noche con mil tios borrachos, 60 euros que todo el mundo amortiza en alcohol... y que yo no voy a aprovechar. No me sale rentable, para nada, prefiero salir esa noche con poco dinero, y ajustarme a lo de siempre. Las chicas dicen que es una noche especial, que hay que hacer cosas distintas y tal... pues yo no pienso eso. Si me sobrase el dinero, y estuviese bien acompañado, pues si que me iría a la discoteca para luego terminar comiendo churros en cualquier cafetería. Pero yo lo veo una noche normal, como cualquier otra, sólo que estaré más tiempo. Lo importante para mé es estar con los míos, con los que quiero. Lo demás, el lugar y la música, me da igual, no es tan importante. Sí será importante el año que viene, pues le he hecho prometer también a eGeo que vendremos en Navidades a pasar Nochevieja en Fuengirola. Lo necesito, sería una victoria personal sobre todo el mundo. Al fin realizar mi sueño, pasar al nuevo año rodeador de las personas que más quiero, darle las uvas y luego empezar el 2010 prendado de sus labios.

El caso es que llegamos a la conclusión de que no podría haber conclusión alguna. Cada uno haría lo que quisiera. Algunos se mosquearon, otros impusieron su opinión, yo dí la mía y me senté al margen en uno de esos comfortables sillones de masaje que hay... que te dejan como nuevo... siempre que eches el euro conveniente, para unos minutitos de placer, que por supuesto no pagué. Me estaba quedando fritito... estos días estoy muerto de cansancio... como terminaron los exámenes, y con ello el estrés, los nervios que me permitían estar despierto muchas horas desaparecieron, y el sueño acumulado reclama sus derechos. Me tuve que levantar a despedirme de la parejita y los chicos, pues se iban, dejándonos a Sarita, a Sally y a mi solitos. Estuvimos viendo algunas tienditas más, y, ya que eran casi las 9, nos fuimos a cenar al Burguer King.

Ahí pasé uno de los momentos más deliciosos de mi vida. A parte de la hamburguesa, que me pareció más rica que nunca, charlar con ellas sobre el futuro, sobre mi, sobre eGeo, sobre Sarita y sus historias, sobre el novio de Sally, sobre la posibilidad de la bisexualidad en ellas ymuchas más cosas, fue precioso, cualquier tontería nos hacía estallar en risas. Hacía tiempo que no tenía conversaciones largas, que no hablaba de mi novio sin tapujos, de nuestros planes y tal. Le enseñé nuestras fotos, incluso una pequeña parte del vídeo. Se alegraron mucho por mí, yo también estaba alegre. Todo era perfecto. Como anecdotita... os contaré que yo empecé a jugar con un paquetito de Ketchup. Lo retorcía y volvía a retorcer... hasta que oigo que el limpiador que estaba al lado de nosotros haciendo su labor dice que es imposible de romperlo. Entonces me fijo... y veo que es un chico joven, de unos 22 años, no precisamente un adonis... pero por su voz y sus pintas, otro gay gay gay. Le dije que conseguiría romperlo, él siguió con la escoba y yo torturando al pobre paquetito rojo. Las chicas me dijeron que no paraba de mirarme, que se le veía interesado en mi... y yo me ponía rojo, me reía, y de vez en cuando giraba la cabeza... en efecto, me miraba. Pasé de todo, hice como si nada... aunque seguí estrangulando el paquetito... hasta que lo maté. Su "sangre" salió disparadas sin remedio hasta mi chaqueta... pero no importó, rápidamente lo limpié. Dejamos las bandejas entonces en su sitio, y a la salida, veo que desde detrás de esas máquinas enormes de las cocinas, asoma la cabeza para mirarme. Me río entonces, y me vuelvo con mis chicas.

Es curioso... pero desde que tengo novio, los chicos se acercan a mí. En varios he visto ya sus intenciones, la mayoría por el msn... pero ellos ya saben. "Se sienteee, tengo novio!" Y paso a relatarles resumidamente nuestra historia, para que vea lo fuerte que es y lo enamorados que estamos. Pero sigue pareciéndome curioso... el primero fue en Burgos, cuando hice el camino de Santiago. El mismo día de llegar desde un pueblito perdido, durmiendo todos los del grupito que habíamos formado en el mismo albergue, atravesar Atapuerca, campos, montañitas y el apestoso aeropuerto de la ciudad, soltar las cosas en el hostal anteriormente reservado y comer en un restaurante de lujo todos los del grupo... estuve visitando la imponente catedral. Bellísima. En el museo que hay debajo, vi a un chico muy mono, contándole a sus amigos cosas muy curiosas de los cuadros. Se le veía una persona muy muy interesante... por lo que me pegué lo máximo que pude, para que se fijase en mí. Por lo visto lo conseguí, pues después dando una vuelta por la plaza delantera volví a encontármelo. Me pidió que le hiciese unas fotos delante de la catedral... y lo hice lo mejor que pude. Entonces, al oírme hablar, me preguntó que si era de Andalucía... ya que una de sus amigas era de Córdoba y teníamos el acento muy parecido, él era de Valencia. Me estrechó la mano, y se despidió de mí "Que te vaya bien, chico", con una mirada tierna, demasiado, que yo no pude dirigir. En ese momento, y en todos desde una semana antes de aquello, mis miradas tiernas iban dirigida a una persona. Ahora, sólo puedo dirigirlas a una pantalla de ordenador fría, pero le prometo a mis ojos que volverán a ver los bellos atomitos de eGeo algún día.

Después de cenar nos despedimos con un fuerte abrazo triple. Yo en mi motito, y ellas en la de Sally, rodamos por las carreteras juntos un rato, hasta que tocó separarse. Llegar a casa, y lo de siempre, ver el Internado (que está super aburrido ahora), acostarme, y conciliar el sueño después de hablar con mi cielo.

Hoy escribo esto demasiado tarde, ya que he pasado parte del día fuera... aunque no he hecho cosas muy interesantes. Salir con Dani por la mañana, comprarme un Pen-Drive de 4 gigas preciosísimo, chatear con él, y por la tarde irme a la tetería con Sarita, Sally y demás, aburrirme y salir a hacer fotos a la calle, encontrarme con Alex y más chicas y pasear con ellos. No estaba hoy muy hablador, no sé por qué, por nada en especial, así que me aburrí y se aburrieron un poco.

¡¡Eso es todo amigos!!

¡¡Un besazo a todos!!

martes, 16 de diciembre de 2008

¡C'est fini!





¡Al fin!

Hoy a las 3 y pocos minutos estaba firmando en la hoja, con letra clara y ancha, ya relajada, sobre un mar de nerviosos numerillos, palabrillas y signos aritméticos tambaleantes y borrosos. Acababa de terminar el último examen del año 2008. El examen de Matemáticas, precisamente, el que más temía, ya que en los dos anteriores había sacado notas nada satisfactorias... un 5,5 y un 5,75. El profesor mismo me decía que estaba confundido, ya que en clase mis aportaciones son continuas y correctas, pero en el examen... la cagaba como nadie. Hoy era el último, mañana son las evaluaciones, el de hoy era decisivo. Llegó la hora de la verdad. Y en esa hora tan determinante.... ¡me puse con hilo y aguja, y bordé el examen como nadie! No sé si sacaré un 10... pero cerquita cerquita si que estará. ¡Qué orgulloso me sentí de mí cuando lo entregaba, daba saltos de alegría al comprobar que un ejercicio sabía hacerlo y el siguiente también! En los otros exámenes me ponía muy nervioso, no era capaz de ver nada... me ahogaba en el folio en blanco, le empecé a coger pánico. Gran cosa que me ayudó a colorearlo bien, como me propuse, fueron las llamadas perdidas de mi novio cuando estaba haciéndolo. Mil gracias, amor.

Ya acabó el primer trimestre... en un suspiro. Los primeros 3 meses del curso, en los que empiezas asustado y te das cuenta si eres capaz o no de superar las expectativas que tienen y tienes de ti... Yo en mi caso, me he superado. No he dicho que sea pan comido... sino que, simplemente, es nuevo. Antes nunca había sentido la necesidad de empezar un examen dos o tres días atrás, cosa que ya me veo forzado a hacer, y no me cuesta en demasía. Estoy contento. Contento conmigo mismo, con mi alrededor, con eGeo, y con lo que nos ha dado el mundo. Estoy contento con todo.

¡¡Ya terminaron los exámenes!! ¡¡Aleluya!! ¡¡Qué libertad, qué bonito no ver nada apuntado en la agenda para las tardes, va a ser delicioso no levantarse temprano, maravilloso será hablar por las tardes con mi niño, increíble se me hará acostarme tarde porque a la mañana siguiente no tendré que estudiar!! Por lo pronto, mañana ya tengo planes. Por la tarde, claro... por la mañana, muy a mi pesar, habré de ir a clase. A que nos den la ansiada nota de Matemáticas, a ver una conferencia sobre el plan Bolonia y a exponer un trabajo de Francés que acabo de terminar con otras dos chicas de la clase en la biblioteca. Oséase, chorradas para que no faltemos a clase... aunque claro está, el jueves y el viernes el instituto quedará desierto. Las notas, el último día de la semana... ¡qué ganas, qué ganas! (Je, sin haberlo buscado, me ha salido un pareado :P). Por ahora me han dicho las notas de Filosofía (ante mi sorpresa... ¡¡9!!), Lengua (por el trabajo... ¡¡¡otro 9!!!), Estadística (por caerle bien a la profe... ¡¡¡de un 8 me sube a 9!!!) y... bueh, Historia, un mísero 6 que tenía posibilidades de llegar al 7 pero cuyas fuerzas de salto se está guardando para otro momento. En general, bastante contento estoy... ¡Estoy contento con todo!

Ya llegan las Navidades... y con ellos la familia, las cestas de Navidad y el turrón. Pues este año va a ser distinto. Serán las Navidades más frías, y no solo térmicamente, de todas. Serán mis últimas Navidades en Fuengirola (en secreto me encantaría pasar las del año que viene aquí con eGeo... pero todavía queda mucho por llover, y no sabemos el estado de las carreteras). También será una Navidad sin familia: desde hace pocos años, la familia ya no se reúne, porque simplemente, no se sabe organizar (o más bien, no quiere. Temas aparte que ya hablaré en su debido momento). Serán unas Navidades sin cestas, a diferencia de otros años en los que nos juntábamos con tres o cuatro cestas distintas con sus jamones de diferentes compañías, ahora tan solo una, y más bien austera: la crisis, no hace falta ni dar explicaciones.  Y el turrón... por alguna extraña razón, no hay turrón (de chocolate y arroz inflado) en casa por estas fechas, con lo que me gusta a mi... ¡que lo compro hasta en verano!. Quizás sea por el exceso de cajas de bombones... y es que nos hemos quedado unas 4 cajas... ¡y antes ya nos habíamos comido 3!. Recuerdo que esas cajas de bombones son las que nos ha dado el instituto para venderlas y recaudar dinero para el crucero por las islas griegas, que se efectuará a finales de Marzo con embarque en Estambul, y al no haber vendido todas, nos hemos tenido que quedar algunas.

El día se me hace corto hoy. He pasado unas dos horas en la biblioteca haciendo el dichoso trabajito. Apenas he podido hablar con eGeo. Me he encontrado con Adán en la puerta, y he pasado de él, ni siquiera le he mirado. Hay cositas nuevas que tengo que contar sobre Adán, Alex, y el novio de éste... o mejor dicho, ex-novio.

¡¡¡Un besazo a todos!!!

domingo, 14 de diciembre de 2008

Final feliz.


Ya lo habéis visto en el post de eGeo.

El viernes fue uno de los peores días de nuestras vidas. Tanta desesperación, frustación, impotencia, angustia, dió el mejor de los resultados. Maravillosamente, del miedo irrefrenable hemos pasado a lo más parecido a la felicidad completa posible. Esto apoya mi forma de pensar, todo lo malo es bueno, pues tiene sus consecuencias también positivas, aunque vengan a la larga y parezca que nunca llegan.

eGeo ahora es una alegría de chico. Se le ve exultante, feliz, hiperactivo, no para de decirme que me quiere, es divertido, esporádico, sorprendente. Me encanta verle así. Hacía tiempo que no lo veía tan feliz, o quizás es que esta semana horrible para los dos se me ha hecho demasiado larga. Ahora comienza un nuevo período, en el cual seremos un poquito más felices y podremos soportar mejor la distancia que nos separa. Ha merecido la pena, sin duda el sufrimiento, muchísimo.

El post de ayer recibía como título "¿Cuál es el cauce de la cosas?", pero poco me explayé sobre esa idea original en la que pensaba. El anónimo del post del viernes, con su conciso aforismo, me quiso decir que todas las cosas volvían a la normalidad. Entended, entonces, que yo esa noche nefasta, al ver esa frase, solo la entendí de la peor forma posible. La normalidad, ese cauce estable, para mí sería la constante desesperación, tristeza y lamento en el que me he sumido la mayor parte de mi vida. El haber salido del llanto y haber contemplado una sonrisa enamorada habría sido sólo una variación inoportuna, algo distinto que se saliese de la rutina. Era lógico que pensase que esa rutina triste era la impuesta en mi día a día irremediablemente, pues aún me parecía increíble que la felicidad estuviese hecha para mí, al haberla disfrutado un diminuto espacio de tiempo. Hoy veo que me equivocaba. Había divagado hacia el camino equivocado, ahora he vuelto a la bifurcación para dirigirme hacia lo correcto y verdadero. Todo empezó mal en mi vida, pero eso no significa que deba seguir así, al contrario.

Ya no sé lo que pienso, y menos lo que digo. Estoy cansado, me duele la cabeza y no me encuentro nada inspirado. Hoy he estudiado matemáticas y me he leído parte de Don Juan Tenorio, he de hacer el trabajo de una vez por todas. No he salido de casa, nada más que para comprar el pan. He chateado a todas horas que he querido con eGeo, la primera vez desde que lo conozco que hago ésto. Ya llevo medio año enganchado él, y éste nuevo chute me hace sentir mejor que nunca. Aseguro que mi adicción nunca frenará, siempre irá a más. Mi dependencia de él será total, porque él hace que por una vez en mi vida yo también depenga de mí y tenga en cuenta mis circustancias. Me ha enseñado a pensar en mí, a verme como nunca antes me había visto.

Estoy bien, muy bien. Una vez más, la vida me sonríe, aunque sea una sonrisa dolorosa por las marcas sufridas, pero es una sonrisa pura, sincera. Una sonrisa feliz.

¡¡Un besazo a todos!!

PD: En la foto... Es amarillo, es feo, no pega con nada... pero te puede salvar la vida, nos dice Karl Lagerfeld, modista perteneciente a la casa Chanel, en esta graciosa campaña publicitaria. Bah, tonterías varias, pero agradables, tal como el día de hoy.