miércoles, 31 de diciembre de 2008

La Gran Historia del Pequeño Gato (Segunda parte)


3º de ESO lo terminé bien. Había una leve rivalidad entre Kitty, Marcos y yo por ver quién sacaba mejores notas, en esta ocasión ganó Kitty, y yo le seguía por detrás. Siempre hemos sido los chicos que mejores cualificaciones hemos tenido, pues intentábamos superarnos los unos a los otros en cada examen. El verano que dió paso a 4º de ESO pasó volando, fugaz, con la leve esperanza e ilusión de que todo cambiaría a mejor, deseando que llegase el curso para consolidar mi imagen, mi grupo, y si era posible, una relación sentimental.

Comenzó 4º de ESO. Lo recuerdo perfectamente. Terminaba el verano en el que apenas había ido a la playa. Todo el mundo estaba moreno, llevaba sus camisetas de manga corta, muchos iban en chancletas, con collares de conchas y el pelo cortito. Yo ya empezaba con mi pelo largo, comenzaba a ocultar mi frente, pero que hacía parecer más largo aún mi cuello. Seguía con el aparato de dientes, que no me lo quitaría hasta mediados de curso, pero al menos la piel de mi cara también había mejorado mucho, estaba lista y morenita. Había conseguido algunos de mis objetivos, pero aún quedaban muchos por superar. Aun así, yo pensaba que ya estaba listo, que había hecho suficientes cosas para ganarme algo en ese año. De nuevo, caí como un iluso.

Caí cuando lo ví entrar por la puerta. Bajito, delgado, elástico, fuerte, piel oscura, pelo rizado casi rapado, ojos marrones, dientes perfectos. Desde el primer momento sentí que sería muy especial para mí. Adán me cautivó desde que posé mi vista en él, y eso que ya le había echado el ojo en los recreos los años anteriores. Mi dicha fue ya suprema cuando se sentó a mi lado, y creía estar en el cielo cuando me hablaba a mí.  No pude evitarlo. Rápidamente, me enamoré de él. Nos dimos los msn y empezamos a chatear mucho, la primera vez que hablaba tanto con alguien. Cierta noche, me dijo que tenía dudas. Era bisexual. Le confesé que yo (por aquel entonces), también. Me emocioné, y entonces tuve por seguro que iba a pasar algo entre nosotros. En clase, todo iba normal, aunque nos mandábamos indirectas cada dos por tres. Era divertido, me gustaba él, y tonteaba por primera vez con un chico. Ese año fue especial porque fue mi primera vez en muchas cosas... todas de ellas malas.

Mis padres suelen irse de vacaciones una vez al año, vacaciones que le regala la empresa, usualmente en la semana de la feria de aquí, a mediados de Octubre. Ese año no recuerdo a dónde se fueron, solo sé que volvieron el día 8 o 9. Se organizó de tal manera: ellos se irían de viaje, nosotros nos quedaríamos en casa de la madre del indio hasta que volviesen, y entonces al día siguiente saldríamos para hacer el camino de Santiago. Cierta noche, alrededor del 7, que ya había empezado la feria, quedé con Adán por la tarde. Se vino a mi casa, y estuvimos viendo cosas en el ordenador, nada interesante. Luego nos fuimos andando a la suya, en la otra punta del pueblo, ya en Mijas, al atardecer. Estaba muy nervioso. Estaba impaciente, deseoso, pero también inquieto. Iba a ir a la casa del chico que me gustaba... y sabía sus intenciones.

Por lo visto, no las pude vislumbrar del todo. Recuerdo entrar en su piso solitario, ir al salón y sentarnos los dos ante el ordenador. Dijo que se iba a cambiar, pero que me dejaría algo puesto para que me entretuviera. Me puso una película porno, tres tipos follando en una playa griega, creo recordar. Cuando se fue, no quería verlo. Era un poco incómodo. Yo no había pensado antes que eso era lo que hacían los chicos, ponerse pelis pornos para que entrasen en calor. Cuando volvió, me preguntó que qué tal. Y puso su mano sobre mi muslo. Me dijo que si quería hacer algo, le dije que sí, bueno, que no sabía... estaba muy indeciso, muy muy nervioso. No sabía bien de qué iba todo... pero aun así mantuve la cordura. Siguió intentando tocarme, en un momento se levantó y se bajó los pantalones. Me pareció todo ridículo entonces. Se volvió a sentar, y empecé a acariciarlo... pero no podía. Era todo demasiado frío. No era natural.

El momento cúlime fue cuando intenté besarlo. Apartó la cara. Me dijo que no me besaría. Que conmigo haría todo, menos besarme. Que él solo besaría a las personas que quería de verdad. Entoncs me caí del cielo. Yo había pensado desde el principio que él también sentiría algo por mí como yo lo sentía por él... pero no, era muy muy diferente. Él quería sexo. Sólo sexo. Ni besos, que es lo mínimo del cariño, lo básico. Yo había ido ilusionado porque tendría mi primer beso, pensaba que mis labios tocarían otros, y que volvería a tener tanta fuerza e ilusión como había tenido desde pequeño. Él, desde entonces, me redujo a una mierda, me demostró el tipo de persona que yo tenía predestinado ser, siempre desdichado, sin el derecho al amor... y mató todo lo que pudiera haber entre nosotros, aunque no quise verlo en ese momento.

No llegué a tocarlo más, me alejé de él, y me callé enfadado. Nos fuimos a la feria, aunque fue la noche más triste de mi vida. Al día siguiente salí hacia Santiago con mis padres. Durante esa semana pensé y pensé y pensé y pensé como nunca había pensado. Pero la idílica situación, pues el camino de Santiago te hace reflexionar sobre todo desde una perspecitiva nueva, me jugó una mala pasada. Pensé positivamente, y no debía, por una vez. Pensé que todo se arreglaría con él, que en el fondo me quería y que terminaríamos juntos... Cuando volví, con las fuerzas renovadas, intenté las siguientes semanas acercarme a él. Fue imposible. Había olvidado todo lo pasado, y por lo visto yo también. Pasábamos el uno del otro, no nos hablábamos apenas, éramos simplemente compañeros de clase.

Comencé entonces a odiarlo. Me sentía muy mal por lo que me había hecho, así que poco a poco le iba haciendo daño. Me metía con él cuando podía, le dejaba en ridículo, todo de una manera muy diplomática, pero demasiado evidente. Todo esto pasó durante la mayor parte del curso, a mediados. Él a veces me decía que yo le gustaba, otras yo le declaraba que me seguía interesando él, pero nunca llegábamos a algo claro. Mientras yo le seguía amando, pues ese odio era una forma de recompensar lo que me había hecho, él seguía acostándose con otros tíos, montádose tríos con desconocidos y liándose con quien le daba la gana... y por supuesto, contándomelo a mí con detalle. Muchas veces le decía que no lo hiciese... pero pasaba de mí.

Sobre Abril, mi amistad con Lea era muy muy fuerte. Acabé confesándole que era gay. Me dijo que ya lo sabía... que Adán se lo había dicho. Le había contado lo que pasó en su casa... pero en distinta versión. Según Adán, allí yo le había intentado meter mano y besar, y él se había opuesto. Me pintó a mí el papel de maricón salido, mientras el seguía siendo el angelito que se siente violado. Lea, menos mal, no le creyó en su momento, pero esperó mi revelación antes de decirme nada. Aquello me fastidió mucho, dejé de confiar en él, vi lo ruín y cruel que era... pero le seguía queriendo. Le quería porque era el primer chico que se había interesado por mí... aunque tarde me di cuenta de que era sólo sexualmente.

En ese mismo mes, Adán empezó a decirme que tenía novio, pero no iba a decir quién era. Con el tiempo, una amiga y yo estuvimos intentando sonsacarle quién era ese Míster X, como le empecé a llamar, poco a poco teníamos más pistas. Era joven, de nuestra edad. Era guapo. Era de nuestro instituto. Ahí ya sabía yo quién era... y más cuando confesó que estaba en nuestra clase. Ya no tuve dudas. El que estaba con el chico que me gustaba era ni más ni menos que Arnolfo... el gilipollas que no había dejado de insultarme en años. Sí, aquel que se las daba de hetero, tenía un novio que le daba por culo. Encima, cuando le dije a Adán que sabía quién era, empezó a contarme todas sus hazañas sexuales. Asqueroso, simplemente asqueroso. 

Yo entonces seguía, estúpida pero irremediablemente, enamorado de él. Así que lo protegí. No le dije a nadie que estaba con Arnolfo, al revés, elegí otro chico que sirvió de chivo expiatorio, de alguna manera. A punto estuvo de saberse quién era, pues ya toda la clase estaba en vilo elucubrando sobre quién podría ser el famoso Mister X. Qué ilusos, la mayoría todavía cree que Mister X es un chico misterioso que sigue con su incógnita... si todos supieran que Mister X es el chico famoso hijo de profesores, todo se alteraría. Y por ello precisamente, por el temor, Arnolfo cortó con Adán, tenía miedo de que se supiese. Adán entonces se refugió en mí. De nuevo como un idiota, le hice caso e intenté ayudar, le animé para volver a sacar adelante su relación, aunque yo no lo soportaba. Cortaron ya irremediablemente, y entonces Adán se fijó en mí. A principios de Junio, me pidió salir.

Fue en el gimnasio, me pegó contra la pared y se me declaró. Ya con la sangre fría de la experiencia acostumbrada, le dije que esperase tres días, y que le diría que sí. No le diría que no, sino que simplemente esperase tres días. A los tres días, como yo había supuesto, cayó. Fuimos a patinar sobre hielo en Benalmádena... y allí vi cómo volvía a tontear con Arnolfo, acabaron besándose, cosa que sólo yo vi, con mi cara de estúpido que se me quedó. Con mi cara de engañado, de frustrado. Porque entre esa sangre fría que quería tener seguía fluyendo el amor y la esperanza. Le mandé a la mierda una vez más.... Volvió a estar con él unas semanas, volvió a contarme cómo lo hacían en la playa, volvió a cortar por el mismo temor, ya para siempre. Y yo volví a sentirme morir...

Acabó el curso y con ello le perdí de vista. El último día de clase le dije que Lea me había contado una versión de los hechos falsa, y él lo negó todo. Entonces me enteré de que también se lo había dicho a dos o tres chicas más, lo mismo. Volví a mandarlo a la mierda.... ya durante mucho tiempo. El verano lo pasé solo en casa, recuperándome, le conté a Kitty y a algunas personas más todo lo mío. Empecé 1º de Bachiller con las fuerzas renovadas, contento, porque ya sabía que al menos ese año tendría el apoyo de Kitty y de Lea. Desde un principio pasé de él, lo olvidé por completo, aunque estuviese en mi misma clase, ya no me interesaban sus historia. Para mí, estaba muerto. Hasta que volvió a aparecer en mi vida... y bueno, eso ya es historia conocida. No voy a contar desde que empecé este blog... porque no tengo tiempo.

Han pasado cosas, muchísimas cosas, la mayoría malas, duras... pero que me han enseñado mucho. Me han hecho ser como soy ahora. Una persona equilibrada, fuerte, con pareja, con ilusiones, y sobre todo.... FELIZ.


4 comentarios:

Arminius dijo...

¡Es una verdadera felicidad mirar a la gente siendo feliz! Creo que más allá de felino, eres un fénix llameante, transformado en lo que quiere ser.

Me recordaste la película "El camino a la Felicidad", con Will Smith, la cual apenas vi ayer por la noche. ¿Cómo un hombre puede levantar un imperio de millones de dólares, después de estar quebrado? Creo que sabes de lo que hablo.

Te ha costado hallarla; y ahora, disfruta tu felicidad, que te la mereces.

Un Saludo respetuoso desde México.

-Arminius.

Anónimo dijo...

lecturas como esta gato, me hacen reflexionar, yo tuve una experiencia parecida en el instituto(ya te la contaré algun día) y otros chicos que conozco también la han tenido y siempre han salido fatal. me pregunto si será parte imprescindible de la vida de un chico homosexual o es simplemente que muchos tenemos la mala suerte de no conocer a nadie decente a esas tiernas edades.
un beso y feliz 2009!

Adolescente18 dijo...

Pff ese tio y tú érais el día y la noche juntos....y encima él era un cabrón. Resetea la memoría para que nunca más te acuerdes de él xd

Besitossss

JAVI dijo...

Bueno depues de leer todoooo esto , que es decir una novela de esas superventas creo que no te superan XD, has tenido muchos problemas en tu adolescencia y eso me recuerda lo mio , mas que nada por el desprecio que tenia la gente a mi y la ausencia total de amistades hasta que llegue a bachiller. pero eso es otra historia que tengo en un blog que Egeo sabe y si no me lo pides

Ahora año nuevo energias y propositos nuevos para este año que esperemos que cosigais vuestro proposito.
deww.