viernes, 3 de abril de 2009

Medio año.


Pues sí. Hoy, hace justamente 182 días, 26 semanas, seis meses, medio año, una décima de lustro, 0'0005 milenios, hace 4368 horas estaba allí, en la pasarela al lado del río Ebro, sintiendo por primera vez unos labios en frente de los míos. Era feliz, estaba contento, porque por una vez no estaba solo. Alguien había delante de mí que solo tenía en cuenta mi presencia.

Ahora estoy a miles de kilómetros, en algún lugar perdido del mar, paradógicamente, del mar Egeo. Más lejos que nunca, pero tan cerca.  Recuerdo tus labios, tu altura, tu pelo, tus dedos largos, tan parecidos a los míos. Esta noche estaré en cubierta, olvidando dónde estoy, qué es lo que hago y lo que soy, y tan solo pensaré en tí. Buscaré tu silueta entre las estrellas. Millones de estrellas que llevan ahí desde el principio de los tiempos, y que ahora adoptarán una posición determinada para tí y para mí, para nosotros. Porque estoy deseándolo ya, todo el mundo está expectante, estos dos chicos han de encontrarse, de vivir juntos. Se lo merecen, se lo han ganado, ha de ser nuestra recompensa por todo lo que hemos pasado. Al menos yo, siento que es una deuda que la vida tiene conmigo. Ha de darme eso que necesito, si no, sería demasiado perra, intolerablemente mala con alguien que no le ha hecho nada.

Pero sí, lo vamos a conseguir. Tenemos apoyo, mucho apoyo, tanto vuestro, como de mi padre. Sobre mi madre aún no se sabe nada, no quiere hablar del tema. De su madre, bueh, tampoco podemos esperar nada. Pero lo que si nos tenemos es el uno al otro. Esas ganas de estar juntos pueden vencer a todo lo demás. Sabemos que esto es un suicidio, que lo estamos pasando mal, será que somos masoquistas. Algunos problemas surgen entre nosotros, pero todos causados por lo mismo: la distancia. Y el puto móvil, que creo que machacaré cuando esté con él. Sabemos, como he dicho, que esto nos está haciendo mal... pero es la esperanza por estar bien de verdad, felices, abrazados, lo que nos empuja a seguir. Por mi parte,  además se le suma el afán por ganarme lo que me merezco, y supongo que por la suya también. Estoy deseando por fin regodearme de todos los que no creyeron en mí, de los que me quisieron hacer daño, y de los que lo consiguieron. Quiero también demostrar que todo es posible, todo, si se tiene amor, paciencia, y buena voluntad. Quiero ser un ejemplo a seguir, alguien en quien inspirarse, alguien que motive a los demás. Quiero ser aquello que yo siempre admiré.

Y, sobre todo, quiero estar con mi niño. Quiero pasear con él por las calles de Granada, por el Albaicín, invitarle a unos churros por la mañana, a unas tapas y una cervecita (si bebemos) antes de comer, robarle besitos en el cuello abrigado, acurrucarme entre él y un café cuando haga frío, pisar las hojas secas en otoño, pasear por el campo de mi abuelo en primavera y traérmelo a Fuengirola en verano. Aquí subiremos al castillo por las noches, visitaremos el gran zoológico, le haré fotos haciendo el payaso y él me las hará a mí, nos pondremos serios e iremos al teatro, también tomaremos el sol en la playa, y nuestros cucuruchos de la Heladería 900 chorrearán sabores nuevos que probaré en sus labios. Le mostraré la noche fuengiroleña, los locales por los que salgo, le enseñaré a tomarse un chupito de gelatina, y le presentaré a toda mi gente. Y viajaremos, viajaremos a todos lados. Me enseñará italiano en Roma, yo le mostraré Oberammergau y Freising, los pueblos alemanes donde estuve, mejoraremos nuestro inglés en Londres y nos besaremos en lo alto de la Torre Eiffel. Haré con él el mismo crucero, podré mirar con él por la borda como ahora. Estoy deseando hacerlo. Quiero que sea parte de mi vida. Así ella cobrará sentido.

Y si quieres, puedes.

Pero hay que seguir esperando. Eso sólo son elucubraciones, planteamientos, pero no sueños. Son posibilidades. Pueden ser, o no. Y por lo pronto, estoy feliz porque estamos más cerca de conseguirlo que de no conseguirlo, hay más probabilidad de acierto que de error. Ha pasado medio año muy duro, pero haré todo lo posible para vernos en menos de 4 meses, entonces todo ese sufrimiento habrá merecido la pena. Estoy impaciente. Sé que debería aprovechar el tiempo aquí, pero es que la única motivación que me sostiene es nuestro encuentro. Que se hará, prometo que se hará. Os lo merecéis, la Historia se lo merece. Nos lo merecemos.


¡Un besazo a todos, otro más grande aún para el niño de mis ojos!




Te quiero ^^