miércoles, 31 de diciembre de 2008

La Gran Historia del Pequeño Gato (Primera Parte)


He plasmado aquí 10 laaargos meses de mi vida que vosotros habéis leído cada día... los de verano han sido más bien aburridos, otros han sido demasiado excitantes. Me habéis visto triste, amargado, deprimido, en mis puntos más bajos, pero también cuando subía en mi pequeña y malograda vagoneta hasta la cima de la atracción, para luego caer en picado. He estado furioso, cabreado, decepcionado, frustrado, pero también animado, con ganas de vivir, alegre, dispuesto a todo y más, queriendo comerme el mundo con un optimismo inusitado en mi, que pronto desaparecía. 

Pero nunca me habíais visto realmente feliz. Desde mediados de año habréis notado un increíble y radical cambio... eGeo apareció en mi vida. Tengo ya una razón para levantarme cada mañana, aunque lo primero que haga sea ver el móvil por si encuentro una llamada perdida, algún día lo primero que haré será tocar el oscuro y abundante cabello de la cabeza de mi eGeíto. Le amo tanto... pero no, ahora no quiero hablar de amor, que ya lo he hecho en muchas ocasiones. En especial, cuando nos conocimos, y desde entonces, casi 3 meses, todo ha ido como la seda.

En esta fecha tan especial, os quiero hablar de mi pasado. Cómo era antes de la historia con Adán. Me cuesta recordar... pero lo voy a intentar. 

El Gato tal y como lo conocéis ahora (y más los que me habéis visto físicamente) no tiene nada que ver con lo que fue hace dos y tres años años. Un chico tímido, alto para su edad (me he ido quedando en la media), delgado pero no lo suficiente para su gusto pues tenía un cuerpo flácido, un cuello alargado, que terminaba en una cara también alargada, de orejas algo salidas, labios destrozados que escondían dientes amarillos y deformados, nariz disimuladamente aguileña sobre la que descansaban las malditas gafas que hasta hace poco me acompañaron. Y lo principal de mi cara: el acné, las malditas espinillas. Tenía muchas, muchísimas, mucho más de lo normal, me salieron antes de lo previsto y excesivamente, estuve visitando médicos y médicos... pero no había manera. Un pelo siempre corto por la imposibilidad de moldeo empeoraba el breve retrato de mi cara. Las espinillas se me rompían, tenía siempre la cara sudorosa y llena de puntos rojos sanguinos, blancos de pus y marcas de las erupciones anteriores. Pero encontré la solución a todo ello, aunque durante meses me arrepentí. Unas pastillas muy caras, tomadas una vez al día, durante medio año, fue quitándome ese maldito acné. Su método: secando la cara. Así que, a parte de las espinillas que siguieron sin quitarse, la cara se me secó, la boca y la nariz se agrietaron, me picaba la piel constantemente, sangraba con cualquier rasguño, debía echarme cacao hidratante a todas horas en los labios sangrantes. Recuerdo que uno de los efectos secundarios era la tentación de suicidio. "Pues menuda me han dado..." pensé. También me decidí a ponerme el aparato dental, que afearó más (si cabe) mi sonrisa, que de por sí es espantosa. Durante medio año, fui un ogro físicamente, hasta que lo llegué a ser psicológicamente. Me odié. Estaba defraudado con el mundo. Lloraba mucho, muchísimo... pero es que era un iluso. Durante un tiempo, creí que yo sería capaz de algo en esta vida, que valía la pena... pero no. 

Esto siguiente lo digo muy seriamente, y más contento que unas pascuas... durante 3º y mitad de 4º de ESO, fui una mierda andante con nombre de persona. Estoy contento porque ese ya tiempo ha pasado... pero creedme que fue así. Nadie me quería, me quedé sin amigos, pero yo seguía intentándolo, creyendo que me gustaba cierta chica de clase, pero en mi intimidad pajeándome con fotos de chicos. En mi clase de 2º, muchos se rieron de mi. De esa chica, me sentí enamorado, pero no dejó de pasar de mi. Parecía que era buena gente, me gustaba porque era inteligente y sencilla... pero acabé odiándola. Ahora la veo todos los días pero poco hablamos, se está convirtiendo en una... mosquita muerta, no me gusta esa expresión... pero la veo de monja dentro de unos años, aunque sigo teniéndole mucho cariño. En esa clase, las chicas más fashions y vips del instituto me amargaron mi día a día, pues intentaban hacerme creer que tenía posibilidades con ella. Encima, caí en una clase desconocida llena de maleantes, por lo que los collejazos, las bajadas de pantalones, las tiradas de la silla, y todo tipo de insultos eran comunes para mi. Estoy siendo TOTALMENTE sincero, pues antes no me habría atrevido a contar ésto. Pero si, se rieron de mi, y yo entonces agaché la cabeza. En mi tremendísima soledad, le escribía poesías de amor a esa chica, poesías que nunca leyó y de cuya existencia nunca sabrá. Me río de mi mismo al recordarme... era realmente patético. Es muy difícil conseguir algo si tu naturaleza no te lo ha mandado así, si no es tu momento, si no estás diseñado para ello aún...

Así que decidí diseñarme yo mismo. Lo primero, fue el tratamiento de la cara, y pedirle a mis padres que me pusieran el doloroso aparato de dientes. Serían 6 meses infernales que intentaría borrar de mi mente, pero que tendrían que pasar para conseguir lo que quisiera. Iluso de mí, una vez más, pero algo sí conseguí. A veces estaba alegre, e intentaba acercarme a los demás... Pero seguía sin amigos, solo como la una. Me di cuenta de que podría matarme en cualquier momento, que nadie me habría echado en falta. Pero gracias a Dios, ese año escolar terminó, dando lugar a un triste verano de llantos recordando lo pasado y lo que no pasó.

En 3º de ESO conocí a Kitty, a Lea, a Marcos y a otros que conforman ahora nuestro grupo de clase. Tampoco fue un año muy feliz... intenté seguir mejorándome, y me puse a estudiar. Saqué muy buenas notas, y me dí cuenta de que estudiar también sería algo muy importante dentro de mi plan de autodiseño. Conocí a una chica a la que quise mucho muchísimo, la primera a la que le confesé mis dudas, y me animó a aclararlas, apoyándome siempre. Me enternece mucho el corazón pensar en ella... y es que ya apenas la veo. También conocí a Julián, al que odié en un principio, porque se metió incesantente con mi todavía molesto problema de acné con sus palabras tan afiladas. Ese año me operaron de unos lunares extirpándomelos, pues con ellos tendría altas probabilidades de padecer cáncer de piel. Se lo conté a Lea, lo difundió y el rumor corrió por todo el instituto. Entonces ella, él y otros chicos empezaron a decir que tenía cancer. Mucha gente me preguntó si era verdad, y yo tenía que aguantar las burlas de los demás. Deseé con todas mis fuerzas que tuviera cáncer en realidad, para acabar con todo y con todos. No recuerdo exáctamente en qué parte del año, pero finalmente para mi, los granos desaparecieron de una semana para otra: las pastillas habían surtido efecto, tenía la cara limpia, sin granos, perfectamente lisa y bonita. La piel estaba bien, pero claro, yo seguí con mi cuello largo y mis rebeldes pelos que me daban un aspecto despreciable, sumándole una ropa mala y sosa que decía menos de mi personalidad. Julián se tuvo que callar a la fuerza, aunque entonces los insultos variaron, y todos se pueden resumir en una palabra: ¡Maricón!

Arnolfo, como llamaré a la persona que más odio (por ello el nombre tan feo :P), el que estuvo con Adán en 4º, era un chico guapo, divertido, alegre con todos, hijo de profesores (y por tanto, con enchufe con los otros profesores, que le hacían la vista gorda) que se ganaba la simpatía de los otros compañeros... pero para conseguir ello, siempre tenía que hacer la gracia con los más débiles, despreciándolos. Y el más débil, era yo. Fue el que más daño me hizo, junto con Julián y cuatro o cinco idiotas más de la clase, y acabaron amargándome el curso de 3º y haciéndome sentir mal por ser gay. Ellos no sabían nada, por supuesto, no lo harían conscientes de quelo era... pero no dejaban de hacerlo. Supongo que era la moda, pero a mi me pilló peor que a nadie, porque yo sí que era maricón de verdad. Mariquita, niñita, gay, plumero, me imitaban exagerando mis gestos, ponían una voz muy afeminada y desde cualquier lugar me lanzaban besos, delante de todo el mundo. Los odié. A Julián le perdoné, pues él ya me pidió perdón a mí cuando le dije este año que era gay. Todo arreglado, bien... pero... A Arnolfo le odié más, cuando me enteré de que él es el maricón oficial, el que se lió con Adán pero tuvieron que romper por el miedo de que lo descubriesen. Cobarde de mierda, encima se atreve a decirme hoy que le ayude con matemáticas. Anda y púdrete, REPRIMIDO. Que eres un gay reprimido, incapaz de ser lo que debes ser. Tu si que no tienes huevos, si que eres un gallina. Tu si que eres un marica, en el peor significado de la palabra que le ha dado la mediocre sociedad actual.

Pero lo dejo, porque me embalo. Y he avanzado mucho, cosas que todavían quedan por contar. Llegó finalmente 4º de ESO... el peor año de mi vida.

2 comentarios:

Adolescente18 dijo...

Diossssss me he quedado un poco alucinado con el post porque ha sido como un tren descarrilado que no paraba nunca.....se nota que necesitabas contarlo o_o Ahora lo mejor que puedes hacer con todos esos recuerdos (por cierto, menso mal que la pubertad terminó ya xd) es reirte de ellos o olvidarlos. Feliz Añoooooo

Besitosssssssssssssssssssssss

Anónimo dijo...

por cierto, esas pastillitas son de isotretinoína (o roactuane o algo parecido en nombre comercial) y si, si no las pides por la seguridad social son carísimas y secan un monton la piel y las mucosas, pero son un regalo divino!